Regreso con mérito

Hace seis años, Sandra Noelia Kirchhofer González, nacida en Itacurubí de la Cordillera y recibida de abogada en la UCA, nos visitaba desde Alemania, donde cursaba la maestría en Derecho Penal en Friburgo. Esta paraguaya había obtenido una beca de la fundación alemana Konrad Adenauer, con posibilidad de extenderla a un doctorado. Efectivamente, el 11 de noviembre de 2015 defendió su tesis doctoral en la Albert Ludwigs Universität Freiburg i Br. –Rechswissenschaftliche Fakultät– con calificación magna cum laude, la misma que obtuvo como magister legum. A sus 36 años, proyecta energía y ganas de trabajar en su campo. Dice haber crecido en todo sentido; la lejanía, el desafío y compromiso de no defraudar, la añoranza de sus seres queridos la acompañaron día a día durante los siete años en el exterior. El tema de su tesis doctoral fue: La prisión preventiva y la Reforma Procesal Penal en Uruguay, Paraguay, Argentina (Pcia. de Bs. As.) y Alemania. Derecho comparado. Contenta y ansiosa por entrar en su tema, logramos previamente recordar sus datos: “Nací en Valenzuela, tengo dos hermanas y un hermano (todos profesionales). Mi mamá es paraguaya y docente; mi papá, suizo y agricultor. Provengo de una familia trabajadora en la cual nadie, salvo yo, eligió seguir Derecho”.

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Aquella posibilidad de beca se concretó y decidiste profundizar aún más el tema de la prisión preventiva.

Así es. Gracias a mi buen desempeño durante la maestría, la fundación me ofreció otra beca para el doctorado. Mi tesis consistió en un estudio sistemático y comparativo entre cuatro países.

¿Qué plantea tu investigación?

El fin de mi investigación es si todas las reformas y procesos de reformas que tuvieron la prisión preventiva y el proceso penal cumplieron con su cometido, es decir, con sus promesas. Porque la Justicia era lenta, porque la prisión preventiva era aplicada como la regla general ante la comisión de un delito, porque no existía la prisión preventiva como medida cautelar; no se respetaban los principios de proporcionalidad, excepcionalidad ni la presunción de inocencia del imputado, entre más cosas.

Trabajaste basándote, por supuesto, en la reforma del Código Penal.

Esa reforma fue en 1998; a partir de entonces tenemos un proceso acusativo, se instaló el juicio penal y público, se hizo un proceso más equilibrado. Antes, por ejemplo, era el juez el que investigaba y sentenciaba; ahora hay una separación entre la Fiscalía, que es el órgano que investiga, y el juez, que es el encargado de controlar el proceso. También, gracias al nuevo código, se respeta el principio de libertad. La regla es la libertad del imputado durante el proceso; la excepción tendría que ser la prisión preventiva.

La libertad es la regla. ¿Creés que nuestra sociedad lo entiende así?

Es algo constitucional: primero está la vida; después, la libertad del ser humano. El principio es que todas las personas son libres, siempre y cuando la ley no establezca lo contrario; dentro de esto estaría la prisión preventiva.

¿Cuándo se aplica?

La prisión preventiva es una medida cautelar que se aplica en última instancia, y en forma excepcional y proporcional. Excepcional significa que se aplica cuando el imputado, siendo libre, pueda obstruir la investigación o cuando exista el peligro de fuga. Y es proporcional porque debe durar solo el tiempo necesario, imprescindible, hasta que se cumplan los fines para los cuales fue impuesta. En palabras no técnicas: es ir a la cárcel durante el desarrollo del proceso.

¿Qué problemas hallaste respecto a la prisión preventiva?

Creo que los principales son: 1) cuando la prisión preventiva se aplica a delitos inexcarcelables y, de esta manera, pierde su carácter de excepcionalidad, 2) la extensa duración de la prisión preventiva (largos años), que altera la proporcionalidad, y 3) que si bien tenemos un nuevo código de Ejecución Penal, que entró en vigencia el año pasado, en el que se garantizan derechos, principios, la separación de los condenados de los prevenidos (es decir, se reconoce un trato especial para los prevenidos), esa ley, en la realidad, no puede ser cumplida porque las cárceles del Paraguay están colapsadas.

Construir más cárceles, ¿aportaría, solucionaría?

No sirve de nada que tengamos más cárceles, eso no disminuye la criminalidad. Se tiene que modificar el Código Penal, la legislación. Hoy, la realidad es hacinamiento, precariedad en la infraestructura, falta de higiene, falta de distinción entre condenados y procesados, y las condiciones en las que es cumplida la prisión preventiva, entre más puntos.

¿Qué dice nuestra legislación sobre la prisión preventiva?

De no tener ninguna legislación antes, ahora tenemos tres interpretaciones, y eso causa confusión entre los mismos jueces, quienes tienen sus criterios.

¿Cuáles son esas interpretaciones?

Por un lado tenemos lo que dice la legislación actual en el Paraguay (la Constitución Nacional, con sus reformas de 1992, y el Código Penal, con sus reformas de 1998). Pero la falta de claridad en estas disposiciones da lugar a serias confusiones y contradicciones al momento de determinar la duración máxima de esta medida cautelar, y provoca, a la vez, excesiva duración de la misma.

¿Qué artículos debaten la duración?

1) Que la prisión dure seis meses a cinco años, 2) que dure cuatro años, y 3) que dure dos años. Está establecido en la Constitución Nacional, artículo 19, y en el Código Procesal Penal, artículo 236.

¿Y la Corte Suprema qué determina?

Para tratar de resolver esta situación, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) dejó sentados ciertos criterios. Las disposiciones existentes, más la interpretación realizada por la CSJ, propician la duración excesiva de la prisión preventiva en nuestro país, cuyo efecto directo para el sospechoso es pasar varios años privado de su libertad.

¿Cuántos presos sin condena existen en el Paraguay?

Según datos recientes, estamos llegando al 78 %. Habitualmente, una sentencia toma su tiempo. Depende mucho de la morosidad judicial, otro de los grandes males que aquejan a nuestro sistema judicial. Los jueces no cumplen con los plazos establecidos y los abogados presentan artimañas para dilatar los juicios.

¿Las modificaciones, la ley, la intelectualidad vencerán la corrupción?

Si tenemos gente honesta en los puestos de poder, sí. Y la presión de la sociedad cuenta mucho; por suerte, ya no nos callamos.

Flamante doctora en Derecho, tu regreso se da en esta realidad.

Podré usar el título de doctora cuando me lo expida la facultad de Friburgo, tras la publicación. Ahora regreso a Alemania por dos meses para buscar una editorial. Por el momento, uso el nombre de “doctoranda”. No sé desde qué lugar voy a activar, público o privado, pero sí sé que con plena conciencia, responsabilidad, y compromiso con mi país y conmigo misma.

¿Cuál es tu estrategia como abogada?

No necesito estrategias. Tengo un doctorado hecho en Alemania que me avala. Allá se aprende a resolver los problemas pensando.

Feliz de haber llegado bien alto, Sandra aconseja a otros jóvenes que se preparen, aprendan otro idioma, golpeen puertas y viajen: “Estar fuera te abre la mente, entendés el mundo, y valorás más la vida, la familia y tu país”.

Sandra Kirchhofer

Distinguida alumna desde niña, hoy recoge sus frutos. Acaba de culminar el doctorado de Derecho en Alemania. Orgullosa de sus logros personales y profesionales, destaca el estudio como camino, y reafirma su honestidad y compromiso con la justicia.

Confidencialmente

Sandra es perfeccionista y exigente en todo lo que hace. Selectiva hasta para elegir amigos, aunque en su familia se relaja por completo. Está de novia desde hace nueve años con Roberto. “Él me acompañó y me apoyó siempre desde aquí; hablábamos todos los días por Skype”. A la hora de vestir, la doctora Kirchhofer es impecable: fuera del trabajo, lo suyo son los jeans y las sandalias bajas. Se cuida en las comidas sin torturarse. Ama los animales, especialmente a los perros. Añoró la naturaleza paraguaya. “El verde del campo y la tierra colorada son el mejor paisaje del mundo”, asegura. Admira a las mujeres luchadoras. Si pudiera resolver un problema mundial, sería el sufrimiento de los niños: guerras, hambre, abusos. Su frase es la de William Ernest Henley: “Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”.

lperalta@abc.com.py

Fotos Gustavo Báez, gentileza

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