Protagonistas en primavera

Las debutantes ya no se presentan en sociedad para buscar “el marido adecuado”; finalidad inicial de este tradicional baile. Hoy, las jóvenes, antes que eso, anhelan el éxito profesional.

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En la actualidad, la fiesta de debutantes es un gran acontecimiento formal en el cual los clubes sociales presentan en sociedad a señoritas de entre 15 y 17 años, de determinada esfera social. Para estas, debutar representa una especie de ceremonia de transformación de niña a mujer, y la oportunidad de pasar una noche encantadora llena de tradición y magia.

Aunque totalmente modificada, en nuestro medio, esta costumbre se mantiene vigente, pero ya sin ser exclusividad de aquellas jóvenes pertenecientes a “la alta sociedad” o hijas de padres con gran poder adquisitivo; se realiza en distintos estratos sociales.

Por ser el mes en el que se celebra el Día de la Juventud en nuestro país, setiembre constituye la época más indicada para celebrar un baile de debutantes. En la ocasión, debe dispersarse la lozanía de la juventud entre los invitados, que, por lo general, suelen ser amistades de las chicas, novios y posibles pretendientes. Actualmente, los clubes privados que convocan a las hijas de sus socios a presentarse en sociedad se encargan de preparar las invitaciones al baile y, también, establecen la cantidad de invitados por familia.

La tradición propone que cada debutante dance un vals, primeramente, con su padre y, después, con la pareja de baile ya preestablecida para esa noche. La pieza musical que protagonizan todas las jovencitas y caballeros es coreografiada, así que, si alguna de ellas pierde el ritmo o da un paso equivocado, no hay de qué preocuparse; seguramente, nadie lo notará. Y si alguna llegara a la fecha sin pareja prevista (sea porque no hay suficientes muchachos, no tiene novio o cualquier otro impedimento), se adjudicará su acompañamiento a un primo o hermano, pues hay que recordar que solo se trata de una parte simbólica de la ceremonia.

Vestuario

En nuestro país es costumbre que los acompañantes asistan de riguroso esmoquin; generalmente, con chaqueta de color blanco o beige. Se recomienda que el corte de pelo de los caballeros se vea arreglado y clásico, obviando la cola de caballo, melenas, trenzas, etcétera.

Por su parte, las chicas acudirán enfundadas en trajes largos, en blanco o marfil. En términos de accesorios, los consejos serían: llevar pocas joyas, optar por un maquillaje suave y un peinado ligeramente adornado con flores, vinchas o piedras discretas, y usar zapatos no muy altos (pues si no están habituadas a calzarlos, los tacones pueden convertirse en ese motivo fundamental que es capaz de estropear la elegancia).

Para finalizar, recordemos que el mejor atuendo de la noche será la sonrisa, ya que “enriquece a quien la recibe; sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo, pero su recuerdo, a veces, perdura toda la vida”.

Hasta la próxima entrega…

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