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El vértigo ocurre cuando percibimos un movimiento que en realidad no se está produciendo. María Cruz Iglesias, jefa del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, explica que es una sensación de movimiento en la que, a veces, la persona siente que el ambiente se mueve mientras ella está fija y, en otras, es la persona la que nota que se mueve y el ambiente se queda quieto. La doctora aclara que el vértigo “es siempre un síntoma de algo, no es una enfermedad”.
Iglesias señala que el aparato vestibular, situado en el oído, es el que controla el equilibrio y la posición del cuerpo, pero también intervienen el cerebelo y los ojos.
“Son tres sistemas que están conectados e influyen en que pueda aparecer una sensación vertiginosa”, precisa.
Benigno
En este sentido, comenta que si un paciente tiene una patología del oído interno que le produce vértigo y le cerramos los ojos, aparece mucha más sensación vertiginosa, porque pierde otro de los pivotes que controlan la posición.
“El oído interno tiene una parte dedicada a la audición que es la cóclea y otra dedicada al equilibrio, que es el sistema vestibular y consta de varias estructuras, como son los canales semicirculares, el utrículo y el sáculo. Cualquier patología que asiente en los canales semicirculares, el utrículo o el sáculo puede dar vértigo”, asegura la especialista.
En la mayoría de los casos, la sensación vertiginosa se debe al vértigo posicional paroxístico benigno. “Se trata de un vértigo de corta duración, acompañado de cortejo vegetativo, es decir, de náuseas y vómitos, e inducido por cambios posturales. Es muy invalidante, pero no implica riesgo vital (por eso se le denomina benigno)”, indica la doctora.
“Aparece con mayor frecuencia entre la cuarta y sexta década de vida, y es más prevalente en el sexo femenino”, subrayan, por su parte, los especialistas de la Sociedad Española de Medicina Interna.
Además, la doctora Iglesias puntualiza que existen patologías del oído interno que también producen vértigo, “como la neuronitis vestibular y el síndrome de Ménière”. Esta última enfermedad lleva el nombre de Prosper Ménière, médico francés, quien fue el primero en relacionar los síntomas vertiginosos con el oído interno.
“Es una patología que afecta tanto a la audición como al equilibrio, y tiene mayor incidencia entre la cuarta y sexta década de vida. Su síntoma principal es el vértigo, pero también están presentes los acúfenos (ruidos en el oído) y la hipoacusia (pérdida de capacidad auditiva)”, relatan los especialistas de la Sociedad Española de Otorrinolaringología.
“En la mayoría de los casos, el síndrome de Ménière afecta a un solo oído y la sintomatología vertiginosa puede ser variada, es decir, puede haber ataques ocasionales, frecuentes o bien, el vértigo puede llegar a ser tan extremo que resulte invalidante”, añaden.
Muy distinto es el vértigo relacionado con las alturas. La doctora Iglesias señala que no es un vértigo como tal, pues una vez que la persona baja de la altura, este desaparece, al contrario de lo que sucede cuando hay una patología del oído interno que lo provoca. La experta subraya que el vértigo que tiene que ver con las alturas “se produce por una falta de compensación de los reflejos que coordinan la posición del cuerpo y el equilibrio”.
“El vértigo relacionado con las alturas no precisa tratamiento, ya que no persiste, como sí ocurre con el producido por otras causas, como la neuronitis vestibular o el síndrome de Ménière, por ejemplo”, añade la otorrinolaringóloga.
Cuando se produce un episodio agudo de vértigo en el que “el paciente está muy vertiginoso y con mucho cortejo vegetativo, como náuseas y sudor, hay que recurrir a los fármacos”, asegura la doctora Iglesias.
La experta aclara que son los sedantes vestibulares los que mejor controlan esa sensación tan desagradable para la persona afectada.
Rehabilitación
Asimismo, señala que, en muchos casos, con este tratamiento es suficiente. “Pero si el vértigo continúa, es necesario recurrir a maniobras de rehabilitación”, precisa.
En este sentido comenta que, cuando el vértigo tiene su origen en un problema en las cervicales, hay que realizar maniobras rehabilitadoras sobre el cuello. No obstante, si se trata de una patología del oído, como la enfermedad de Ménière, entre otras, existe una rehabilitación vestibular en un aparato denominado posturógrafo.
El posturógrafo consiste en una plataforma móvil ubicada dentro de una cabina. “El paciente se sitúa sobre la plataforma, sujeto con un arnés para que no se caiga. A veces se mueve el suelo; otras, es la pared de la cabina la que se mueve y algunas, se mueven, tanto la plataforma como la cabina”, explica. La doctora afirma que de este modo se va rehabilitando el laberinto del oído. Además, existen algunas pautas que el paciente puede seguir en su día a día para tratar de disminuir la intensidad de los síntomas vertiginosos y reducir el número de episodios que sufre.
Con estos objetivos, los especialistas del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido recomiendan mover la cabeza despacio y con cuidado durante las actividades diarias, encender la luz en caso de levantarse durante la noche y salir de la cama con cuidado. Indican que hay que permanecer un rato sentado en el borde del colchón antes de ponerse de pie.
Asimismo, aconsejan sentarse de inmediato si se experimenta una sensación vertiginosa. Otra de sus recomendaciones es permanecer quieto en una habitación tranquila y sin mucha luz para reducir la sensación giratoria. Por último, señalan la importancia de intentar relajarse, pues, según indican, “la ansiedad puede hacer empeorar el vértigo”.
EFE/Reportajes
Fotos: EFE