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Tras una movida sesión de fotos con las mellizas Marisa y Marina (2), quienes finalmente accedieron a posar con su mamá, charlamos con la maga paraguaya. Silvina Luz Marina nació en Asunción y desde pequeña demostró dotes artísticas, bailando y actuando donde hubiera oportunidad. Nunca se le cruzó por la cabeza hacer magia, hasta que, trabajando en la tevé, conoció a su actual pareja, el mago John Nicol. “De chica, no había tenido la oportunidad de conocer magos. Antes no se acostumbraba hacer shows en los cumples; hoy, sin magia, no es un cumple”. Empezó como partenaire de mago, pero de a poco se fue despertando en ella el deseo de ser la protagonista. “Le agradezco a John la infinita paciencia que me tuvo”, resalta. El campo de trabajo abarca fiestas infantiles, familiares y eventos empresariales. “Lo que más me gusta es la magia de escenario, en la que hago lo que llamo ‘coreografías mágicas’, una mezcla de danza con magia y una historia que voy desarrollando”. Además de los trucos más conocidos, a Silvina le gusta el desafío. Hace unos años, hizo en un casino una serie de strip magic para adultos; en este show, danzaba sensualmente haciendo aparecer y desaparecer pañuelos hasta quedar completamente desnuda. “Fue una etapa –ya cerrada– en la que aprendí muy bien cómo manejar al público”, afirma. Actualmente, hace faquirismo; convertida en ‘La Dama de Cristal’, camina, baila, salta sobre vidrios rotos y espadas filosas. “Siempre que hago este número recalco a la gente que no lo haga en su casa, ya que requiere mucha concentración y ser profesional. Yo aprendí con el mago y escapista argentino-israelí Diego Minevitz. Hay cosas que no haría, como escapismo en el agua; tengo dos niñas en quien pensar antes de arriesgarme”, dice maternalmente. Silvina cuenta que sus personajes fueron cambiando con el tiempo, y que cada uno reforzó su autoconfianza y sentido de libertad. “Cuando hacés un personaje, podés hacer cosas que siendo vos mismo no podés. El escenario te libera; antes yo era un poco tímida, ahora no sé lo que es eso (risas)”.
Aunque sabemos que la magia no tiene sexo, ser mujer en el oficio hace a Silvina sentirse especial. “Me siento diferente porque le pongo mucho de mí; no creo que haya otra igual. Con todo, me gustaría ver más mujeres magas”. La mujer, históricamente, aporta belleza en el escenario del mago. “Si yo hiciera el número de serruchar en dos partes un cuerpo, me gustaría hacerlo con una mujer también, porque no es lo mismo serruchar a una chica hermosa que a un varón”, lanza, pero al segundo agrega: “O podría ser un muchacho lindo y musculoso, ¿por qué no?”.
Respecto a lo laboral, la magia nacional abre campo, “Paraguay es virgen en espectáculos de magia y hay que aprovecharlo. Gracias a la magia, he conocido lugares paradisíacos en el interior del país”. Si de público hablamos, la artista ha pasado por todas las experiencias. “Los hay muy expresivos, otros que no aplauden, en algunos no sabés qué sienten, aunque muchas veces, al final del espectáculo, se acercan a felicitarte”. Lo más gratificante para ella es hacer que las personas, independientemente de la edad, pasen un buen momento y mantengan la ilusión de lo inexistente. “Esto debemos aprender de los niños: su asombro y alegría”.
La maga paraguaya cierra la nota invitándonos a estar atentos a mayores detalles de un gran show con magos internacionales, próximamente, en el Teatro Guaraní.
Mágica mami
“Mi vida cambió después de ser mamá primeriza, ¡y de mellizas! Por suerte, su papá me ayuda para que pueda organizar mejor la casa, y cuando tenemos que salir, se quedan felices con la abuela; ¡te amo, mami!”. Silvina, versátil, gusta además del deporte y el arte culinario. Se resume romántica, sensible y franca. Vivir con el mago John Nicol le calza justo: “Somos artistas y separamos bien las cosas; la gente ni sabe que somos pareja. En el momento de trabajar, somos muy buenos compañeros”.
Texto lperalta@abc.com.py