Muñecas perfectas

Sus suegros, Margareta (+) y Mijhail Stampf (+), un matrimonio húngaro radicado en la ciudad de Areguá, fueron una pieza clave en el engranaje de su historia con los maniquíes. Hace más de 50 años pisaron tierra guaraní y se enamoraron de las tradiciones del Paraguay, y aunque los primeros años tuvieron que ingeniarse para subsistir, Mijhail logró asociarse al negocio de una vecina costurera y juntos iniciaron la elaboración de muñecas de papel maché.

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Aunque el proyecto no prosperó, lo ayudó a emprender camino y pronto fue reconocido en todo Asunción como “el muñequero de Areguá”. Ese título le valió para obtener una profesión que le inspiró de por vida y que, finalmente, tomó impulso luego de que el dueño de una reconocida tienda de la capital le encargara la reparación de un maniquí importado de París. Él, en su afán por sobresalir, le comentó a su esposa que, a partir de esa experiencia, deseaba dedicarse a la fabricación de “muñecas grandes” de vidriera, por lo que probaron suerte. “El concepto que construyeron se mantiene intacto hasta la actualidad. Los primeros maniquíes cobraron vida a través de sus manos y nuestras manos aprendieron de ellas. Este arte se convirtió en el punto central de mi vida”, expresa Marta Buzeta Melgarejo de Stampf (58), gerente general de la empresa Maniquíes Stampf. La marca, actualmente, está presente en varios locales de moda. Solo el mes pasado entregó más de 120 unidades de maniquíes para las vidrieras de 11 tiendas del Paseo La Galería.

¿Desde cuándo te dedicás a este negocio?

A pesar de que desde el inicio mi marido, George, estuvo al frente del negocio con sus padres, recién después de la muerte de mi suegra, Margareta, fue que asumió las riendas de la empresa. Al principio, mi trabajo se centraba en el área de ventas, porque dedicaba tiempo a mis cuatro hijos: George, Margit, Marta Patricia (+) y Federico, pero, en la actualidad, me desempeño tanto en el sector administrativo y comercial como en el proceso de producción y diseño.

¿Cómo lograron su primer molde de maniquí?

Es una historia muy particular, porque casi termina en una desgracia. Mi suegro era un hombre muy observador y en sus recorridos por Areguá se percató de que los moldes de las artesanías eran de yeso, por lo que pensó que podría utilizar ese mismo elemento para crear su primera matriz. Le pidió a Greta, como llamábamos cariñosamente a mi suegra, que fuera la modelo, por lo que la cubrió de yeso y la tendió al sol. En ese lapso salió a recibir una visita y se retrasó en volver, olvidando también que el material se contrae al secarse. Para su sorpresa, al regresar, encontró que el yeso obstruía las fosas nasales y la respiración de Greta, por lo que casi muere ahogada. Tuvo que romper aquel molde y empezar de nuevo hasta que, finalmente, logró su primer prototipo.

¿Qué sensación te genera esta labor que heredaste?

Por sobre todo, felicidad, ya que mantener vivo el legado de mis suegros me llena de satisfacción. Conocí de primera mano el incansable esfuerzo que entregaron a esta profesión; años de una búsqueda constante para plasmar en cuerpos perfectos.

¿Cuál es el proceso creativo y de qué materiales se fabrica?

Todo el procedimiento es artesanal, es decir, se hace a mano. Se inicia con la primera capa de cera; luego, se aplica la fibra de vidrio y, más tarde, la resina con el catalizador. Posteriormente, se gelatiniza y se fija la pieza con fibra o masa cuando se trata de las piezas más grandes. Para finalizar, se abre y se despega del molde, para luego sacar a mano toda la cera; de lo contrario, la pintura no se adhiere. Se coloca la pátina y, por último, se lija a mano pedazo por pedazo. Los materiales involucrados son importados, mientras que las pinturas son nacionales y, también, importadas.

¿Desafían la estética y el diseño de los maniquíes con colores y figuras diferentes a los convencionales?

Sí, nuestras figuras van evolucionando conforme cambia la moda. Proporcionamos personalidad, actitud, formas casuales y naturales, rostros llamativos, exceso de color y brillo. El maniquí debe inspirar al posible comprador para que se pueda identificar con él.

¿Cuántos maniquíes elaboran por semana?

La confección de un maniquí dura tres días, aproximadamente, aunque depende de muchos factores. Generalmente, los pedidos de 12 piezas se realizan en 8 a 10 días. Es muy difícil encontrar personal que posea la mano de obra artesanal que requiere nuestro trabajo.

¿Identifican los modelos creados con algún nombre?

En realidad, todos nacen con un código, pero el personal, muchas veces, los bautiza con nombres, como La linda, Rafa, Locuchito, Pesoca o Chiqui, para identificarlos más rápido.

¿A qué hora inicia y finaliza tu tarea?

Mi dedicación a la fábrica es de tiempo completo. Esta se encuentra en Areguá, pero como cubrimos los envíos a todo el país, activamos desde las 6:00. El 90 % de nuestras ventas se concretan vía internet; las redes sociales facilitan ese aspecto, pero de igual modo, algunas veces, permanezco despierta hasta altas horas de la noche, respondiendo las consultas de los posibles compradores.

¿Cuáles son los requisitos impuestos por el cliente?

Es un gran reto interpretar el gusto cada vez más exigente del cliente globalizado. Ofrecemos métodos de infraestructura, diseño, terminación y, más que nada, servicio preferente. El cliente no solo busca comprar un maniquí, sino necesita que se cubran requisitos de modernidad, durabilidad, atención constante, pagos diferidos y entrega inmediata.

Decidida a modernizar la fábrica y hacer de ella una industria, reconoce que, para lograr esta meta, debe embarcarse en un proyecto importante. Mientras planea cómo conquistar ese objetivo, disfruta del trabajo manual y de su familia.

Marta Buzeta Melgarejo de Stampf

Gerente general de la empresa familiar Maniquíes Stampf, estudió Administración de Empresas en la Universidade Candido Mendes, en Foz de Iguazú, y cuenta, además, con un posgrado en Comercio Exterior por la Universidade Tuiuti do Paraná, en Curitiba.

Historia del maniquí

Tuvo su origen en el antiguo Egipto, donde un súbdito del faraón, de complexión similar a este, posaba durante días para la elaboración correcta y a medida de las prendas. Durante la Edad Media se crearon las primeras maquetas, que simularon un torso humano, normalmente hechas de varillas hasta principios del siglo XVII, cuando los maniquíes pasaron a ser construidos de madera y yeso. En 1856, el rey de la moda francesa Chales F. Worth optó, una vez más, por utilizar modelos vivos, con el fin de exhibir sus chales de cachemira. Su ojo crítico exigía que fueran guapas, con buen tipo y, sobre todo, parecerse a sus clientes. Fuente: Revista Quo, España.

dbattilana@abc.com.py

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