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El portal International Journal of Obesity señala que las personas que ingieren alimentos o bebidas dietéticas dulces, en vez de beneficiarse con ello, en realidad confunden al cerebro, que, al no recibir la ración de azúcar que espera, induce a consumir mayor cantidad de productos calóricos.
La nutricionista Rosalba Morel explica que existe una diferencia entre las bebidas light y diet. La primera aporta un 30 % menos de calorías que el original. Mientras que la segunda tiene cero calorías. “Generalmente, los consumidores de estos productos creen que no engordan, por ello son capaces de ingerir mucha más cantidad de lo light que de lo tradicional y acaban consumiendo más calorías. El efecto del edulcorante desorienta al cerebro, que no entiende por qué no recibió azúcar a pesar de haber sentido el sabor, por ello busca desesperadamente, otra vez, algo dulce”. La profesional subraya que se debe tener mucho cuidado a la hora de beber estos refrescos y agrega que se puede recurrir a ellos en ocasión en que la ansiedad nos juegue una mala pasada. “Si mantenemos una dieta para reducir nuestro peso y se nos presenta la oportunidad de optar por una bebida normal o diet, siempre va a ser mejor elegir la segunda. En ese sentido ayuda, pero sin abusar”.
Verdadero peligro
Más allá del azúcar, el enemigo número uno del organismo es el sodio, advierte Morel. “El sodio es muy perjudicial. Es el principal responsable de la retención de líquido, la alteración de la presión arterial y otras dolencias”.
Según la Organización Mundial de la Salud, lo recomendable es ingerir hasta 2400 mg de sodio al día. Esta cifra se supera ampliamente cuando una dieta se basa en productos procesados que contienen altos porcentajes de sodio. Los refrescos light aportan 70 mg por ración, mientras que la de los refrescos azucarados es de 78 mg; información que se puede leer en las etiquetas de los mismos. Las bebidas de dieta y refrescos en general pueden estar asociadas con la hipertensión, la cual es un importante factor de riesgo en ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y enfermedades renales.
La recomendación de Morel es informarse y leer las etiquetas, para saber qué comprar y qué realmente deseamos consumir, ya que el concepto de diet, light o zero puede llegar a ser engañoso.
Las mezclas
Recientemente, se hizo público el avance de un estudio que indica que la concentración de alcohol en el aliento es mayor si se mezcla con un refresco bajo en calorías.
Cecile Marczinski y Dennis Thombs, del centro de ciencias de la salud de la University of North Texas, realizaron una pesquisa de campo con 16 participantes: ocho mujeres y ocho varones, a quienes se suministró de forma aleatoria la misma cantidad de alcohol combinado con una bebida azucarada, con un refresco sin calorías o un placebo.
“El alcohol consumido con una bebida de dieta produjo una mayor concentración de alcohol en el aliento” y una mayor alteración en el comportamiento del individuo, dijo Marczinski.Sin embargo, los sujetos no eran conscientes de esta diferencia, lo que supone un peligro a la hora de decidir si se puede conducir un automóvil. La explicación es que el azúcar tiene la misma función que la comida y retrasa la absorción del alcohol en la sangre, mientras que las bebidas con edulcorantes artificiales permiten que el alcohol se absorba sin obstáculos.
“Las mujeres son más propensas a consumir estas bebidas sin calorías porque se preocupan más por su peso”, refirió Marczinski.
“El efecto del edulcorante desorienta al cerebro, que no entiende por qué no recibió azúcar a pesar de haber sentido el sabor, por ello busca de manera urgente, otra vez, algo dulce”
leticia.barrios@abc.com.py