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Hace 15 años, cuando se estrenó la comedia romántica francesa Amélie, dirigida por el guionista y director de cine galo Jean-Pierre Jeunet, se convirtió en un éxito de taquilla con más de 30 millones de espectadores en el mundo. Los críticos del séptimo arte la calificaron como la película francesa más influyente en la cultura tradicional de los últimos 30 años, lo que evidenció claramente un fenómeno poco común: desbancó a las siempre populares cintas estadounidenses y conquistó a este público, como también al europeo, latinoamericano y asiático.
El filme narra la historia de Amélie Poulain, una niña criada de manera aislada por decisión de su padre debido a su equivocada creencia de que ella sufría problemas del ritmo cardíaco. Amélie enfrentó varios obstáculos; uno de ellos, la repentina y trágica muerte de su madre tras caérsele encima una turista suicida que se lanzó al vacío desde lo alto de la catedral de Notre Dame. A los 22 años abandonó su hogar y se mudó a Montmartre, donde consiguió trabajo como camarera en el Café des 2 Moulins. A partir de entonces, su objetivo fue hacer felices a los demás interviniendo en la vida de cada uno de ellos. Se relacionó con diferentes personas, las cuales, de algún modo, reflejaban una visión de una generación hasta entonces desconocida: la Generación Y, compuesta por nacidos entre 1981 y 1995, jóvenes entre 20 y 35 años, quienes se hicieron adultos con el cambio de milenio.
El fenómeno
Se los caracteriza como idealistas, impacientes, independientes, responsables, nativos digitales y multidisciplinarios, aunque también se los percibe como flojos, distraídos e inconstantes. Los encuestadores destacan algunos de sus rasgos: capacidad de adaptación a nuevas condiciones y facilidad de resolver varios problemas simultáneamente. A la vez, subrayan la incapacidad de abandonar las actividades placenteras de la vida por soportar un trabajo que les resulte poco interesante y rutinario. Muchos deciden crear sus propias empresas o ser profesionales independientes para establecer sus limitaciones.
Conforme con estadísticas de Coparmex Jalisco (Confederación Patronal de la República Mexicana en Jalisco), los millennials cambian de empleo en un promedio de dos años después de haber ingresado. Según el reporte de Tendencias Digitales –empresa venezolana de investigación especializada en el mercado de internet y telecomunicaciones en Latinoamérica basada fundamentalmente en encuestas online–, actualmente, el 30 % de la población latinoamericana es milenial. Y de acuerdo con una proyección de la consultora Deloitte –firma internacional de servicios profesionales–, en el 2025 ellos representarán el 75 % de la fuerza laboral mundial. El sociólogo estadounidense Kathleen Shaputis, por su parte, la denominó Generación boomerang o Generación Peter Pan, debido a que demoran en consumar algunas costumbres de la edad adulta.
La vida en internet
Casi siempre, las relaciones cotidianas de los millennials se concentran frente a una pantalla de celular, tableta, computadora u otros dispositivos, confundiendo realidad y virtualidad. Harvard Business Review (publicación perteneciente a la Harvard Business School, informó que un estudio neurobiológico descubrió que el contacto humano produce “hormonas del buen humor”. Esto es lo que sucede con los miembros de la Generación del Milenio cuando chatea, cliquea un “me gusta” o comenta alguna fotografía en las redes sociales.
Novias 2.0
Atrás quedaron las novias que elegían sus looks en revistas especializadas en bodas. Ahora las mujeres se guían por las propuestas que reúne internet y, para ser más exactos, en la reconocida red social Pinterest, conocido catálogo global de ideas que documenta las mejores tendencias en vestidos, peinados, maquillaje, calzados, decoración, entre otros. Además, a la hora de administrar el presupuesto de su boda, las prioridades de las millennials son otras: prefieren una fiesta con un estilo propio, optan por trajes más económicos y abrazan la naturalidad.
dbattilana@abc.com.py