Malala sigue en la lucha

La activista por los derechos de las niñas y Premio Nobel de la Paz 2014, Malala Yousafzai, anunció en Edimburgo una campaña de colaboración entre su fundación y la organización local de ayuda a las personas sin hogar Social Bite, para acercar la educación a las más pequeñas.

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Malala (Paquistán, 1997) asistió a un almuerzo organizado en el restaurante Vesta, un establecimiento que Social Bite regenta en el centro de la capital escocesa, en el que se sirven comidas gratis a los sintecho y los clientes pueden dejar consumiciones pagadas. “Las niñas educadas tienen el poder de transformar nuestro mundo, pero sin tener un hogar o acceso a la educación, millones de niñas refugiadas y desplazadas no pueden desarrollar su potencial”, dijo Malala durante la visita.

Señaló que la campaña emprendida entre la fundación que lleva su nombre y Social Bite tiene el objetivo de que las niñas refugiadas “vuelvan a la escuela”. La joven paquistaní pronunció un discurso durante la cena anual que Social Bite organiza para recaudar fondos, y a la que suelen acudir personalidades del mundo de la política y la cultura.

Durante su intervención agradeció el esfuerzo de las 10.000 personas que participaron en Sleep in the Park (Durmiendo en el parque), un evento en el que, el pasado 8 de diciembre, miles de escoceses durmieron al raso en parques de Edimburgo, Glasgow, Dundee y Aberdeen con el fin de recaudar fondos contra la pobreza. En sus ediciones del 2017 y 2018, Sleep in the Park ha reunido más de 7 millones de euros, que se han destinado a proyectos como Social Bite Village, que ayuda a los que quieren dejar la calle y tener un alojamiento temporal mientras encuentran un empleo. La alianza con la Fundación Malala pretende convertir esta campaña en un evento global en el que se llegue a las 50.000 personas durmiendo en la calle durante la misma noche, en un intento por crear conciencia sobre el problema de la falta de vivienda y el desplazamiento internacional que causan guerras y conflictos. En la cena estuvieron también George y Amal Clooney, quienes recibieron un premio por su labor al frente de la fundación que crearon en favor de la justicia y afirmaron en un comunicado que les “emociona”. Como también han hecho Leonardo DiCaprio y los príncipes de Sussex, Enrique y Meghan, en el 2015, el actor estadounidense ya visitó uno de los cinco cafés que la organización tiene en Escocia, en los que un cuarto de su personal es gente que antes vivía en la calle. El cofundador de Social Bite, Josh Littlejohn, dijo que era “un honor” recibir a Malala en Edimburgo y poder escuchar “el viaje de esta joven notable, quien ha hecho mucho por la educación de las niñas y la justicia social en todo el mundo”.

“La lucha de Malala por la educación de las niñas, y el trabajo de su fundación para apoyar a los refugiados y crear justicia social son inspiradores. Estoy encantado de que su visita marque el anuncio de nuestra campaña World Sleepout, para llevar nuestro concepto de dormir en el parque al escenario internacional”, afirmó Littlejohn.

La joven defensora de los derechos humanos se dio a conocer cuando tan solo tenía 11 años y empezó a escribir un blog en la web de la cadena BBC bajo el seudónimo de Gul Makai. Eran los tiempos de la dominación talibán en su lugar de origen, el valle del Swat (en el norte de Pakistán), entre el 2008 y 2009, y ella ya defendía el derecho de las más pequeñas a acudir a la escuela. Su determinación hizo que recibiera amenazas de muerte por parte de los talibanes, quienes en octubre del 2012 le dispararon en la cabeza mientras viajaba en autobús camino al colegio. Malala, quien ahora cursa los estudios de Política, Filosofía y Economía en la Universidad de Oxford, se recuperó del ataque en la ciudad inglesa de Birmingham, donde ella y su familia fueron acogidas como refugiados. Su determinación y trabajo incansable por los derechos de las más vulnerables le valieron ser reconocida en el 2014 con el Premio Nobel de la Paz, que le fue otorgado junto con el activista indio por los derechos infantiles Kailash Satyarthi. Como cuenta en su libro Yo soy Malala, aunque se siente agradecida por estar a salvo en suelo británico, no hay día que no se acuerde de sus familiares y amigas que todavía residen en su querido Swat, donde sueña con regresar definitivamente y convertirse en una de sus líderes políticas.

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