Legado a la sazón

De una dulzura que atrapa a primera vista, no tardamos en detectar la paciencia de Teresita Benegas O´Hara (50), mientras se dejaba retratar acompañada de Aramí O´Hara Cabrera (25), su hija. La directora de O'Hara Escuela Integral Gastronómica nos relató una apasionante historia.

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Se crió entre harina y levadura, pero no siempre se dedicó a la cocina. Mucho antes de introducirse de lleno en este ámbito, Teresita (T) fue maestra de primaria; y, si bien en sus ratos libres ayudaba a su madre, doña Rosa O´Hara de Benegas, no fue sino hasta 1997 que tomó la posta. Licenciada en Ciencias de la Educación con énfasis en Administración de Centros Educativos, tomó cursos de cocina en Argentina y España. Es presidenta de la Asociación de Chef del Paraguay y de la Fundación Corazones por la Infancia, en la cual colabora como familia de acogida hace ocho años.

Aramí (A), quien estudió Administración de Empresas, cocina y es diplomada en Marketing político. Actualmente, se ocupa del negocio familiar y comparte con su madre una herencia de amor.

Teresita, ¿tu madre impulsó tu inclinación hacia la gastronomía? A la hora de tomar un camino para el futuro, creo que es muy importante lo que vivimos en la infancia y la adolescencia. Soy maestra de educación primaria y licenciada en Educación con énfasis en Administración de Instituciones Educativas. Durante años, enseñé en varios colegios. Siempre acompañé a mamá en todo su trabajo, aunque tímidamente; empecé ayudando los fines de semana; a veces, dando clases de cocina para niños y en la decoración. Ella hacía el pan y yo el envoltorio, los moños y las presentaciones. Toda la familia mamó el amor y la pasión a la cocina de nuestra madre, y vimos cómo transformó nuestras vidas y la de mucha gente. Somos seis hermanos, todos profesionales gracias al pan.

¿Así que empezó la escuela? Mis padres son los verdaderos puntales de esto, que empezó hace 45 años. Las harinas y levaduras apasionaron toda la vida a mamá. Se especializó en panadería, y ayudó a muchos; primero, a mis vecinas, quienes, viendo cuanto hacía y emprendía, le pidieron que les enseñara; querían salir adelante. Abrió la Primera Escuela de Panadería, Confitería y Cocina, pero cuando nos propusimos una nueva imagen, decidimos usar su apellido, en su homenaje. Su filosofía siempre fue dar todo lo que tenía, enseñar todo lo que sabía; y la escuela nace así, en la cocina de nuestra casa; una cocina a querosene, con seis vecinas como alumnas de mi madre. Hoy, para nosotros, es un imperio; mucha gente salió adelante con las herramientas que mi madre le proporcionó y que nosotras seguimos dando.

¿Cómo empezó a cocinar doña Rosa? Mi madre recuerda que mi abuela era muy especial, así que se atrevió a incursionar en el área y, luego, en la enseñanza. En realidad, mi hija Aramí es la cuarta generación en la cocina. A lo mejor, mi abuela no fue parte de una escuela, pero tenía mucha sazón.

Doña Rosa ya está retirada. ¿Qué recuerdos de ella en la cocina tenés? Mi madre fue una autodidacta. Aún hoy, con 75 años, le encanta investigar; pasa horas en internet. Cuando éramos muy pequeños, ella tuvo la oportunidad de ir a Buenos Aires a realizar una especialización en panadería. En aquella época, era algo muy atrevido plantearle a un marido un viaje de meses, lejos de la familia. Mi papá se portó al quedarse al cuidado de seis niños chiquitos. A su regreso, se fortaleció y se convirtió en la primera en habilitar una institución educativa dentro del rubro en el Paraguay. Los más reconocidos maestros panaderos y confiteros han salido, y han sido guiados por la mano de mi madre.

¿Costó que Aramí se sumara? Le costó mucho verme como jefa, entender que no era mamá al trabajar. Tuvimos discusiones grandes, pero la unión nos afianzó muchísimo como empresa y familia. A: Trabajo codo a codo con mamá desde que se implementó la nueva administración. Empecé a los 18, apenas terminé el colegio me trajeron arrastrada (risas). Fue difícil adaptarme a trabajar con ella, y me llevó cinco años asimilar que la vieja y la nueva generación pueden ir de la mano.

¿En qué momento se fusionaron las generaciones? A: Hace tres años, y recién desde entonces comenzamos a avanzar hacia donde queríamos, y a liderar la capacitación gastronómica en Asunción y Gran Asunción. No damos abasto, la lista de espera es cada vez más larga, siempre hay quienes deben esperar un año para estudiar con nosotros. No hemos parado de invertir en infraestructura, porque nos quedamos chiquitos ante la cantidad de gente.

¿También cocinás, Aramí? Y muy rico, pero no enseño. Me meto mucho en los desarrollos del programa académico, y en el análisis de las tesis con los alumnos. T: Después de Aramí están Joaquín (24), Juan José (22) y María Fernanda (19), todos inmiscuidos en la escuela; así como mi esposo Antonio Cabrera, director administrativo de O'Hara.

¿A qué dedican el tiempo libre? A: Nuestro día empieza a las 7:00 y termina a las 21:00, aproximadamente. El domingo es, más que nada, para quedarse un poco en la casa. Suelo salir con amigos o hacer turismo interno. T: Nuestra familia tiene un regalo de Dios, que nos hace ir a casa más seguido: somos familia de acogida, y tenemos una bebé de cuatro meses que está en tránsito con nosotros.

¿Hace cuánto tiempo y cuántos niños han pasado por sus cuidados? T: Somos familia acogedora hace ocho años y, hasta el momento, hemos dado amor y cuidado a 12 pequeños. No podemos dar nombres ni mostrar fotos, pues se trata de niños que fueron abandonados y ahora son protegidos por el Estado. Se quedan un tiempo en casa, y aunque es muy duro separarse de ellos, somos conscientes de que su estadía es temporal y de cuál es nuestra misión. Los cuidamos y amamos el tiempo que pasan con nosotros, y, entre las mil actividades diarias, siempre hay espacio para dar algo más. A: No son muchas las familias acogedoras, pero sí necesarias, porque es muy diferente cómo se desarrolla un niño en una familia, a cómo lo hace en un hogar.

Así como doña Rosa O'Hara de Benegas brindó todo su conocimiento durante sus años de gloria, madre e hija honran hoy su legado. Teresita y Aramí son el puntal del futuro de cientos de personas.

La Escuela O’Hara

Fundada en 1970 por Rosa O'Hara de Benegas, es la Primera Escuela de Panadería, Confitería y Cocina y registró un imparable crecimiento, el que la convirtió en lo que hoy es O’Hara Escuela Integral Gastronómica. De lunes a sábados brinda capacitación educativa y comercial, enviando al mercado laboral del país profesionales gastronómicos de alta calidad. Según los registros institucionales, durante estos 45 años de vida, ha impartido formación profesional a más de 10.000 alumnos en todo el país.

En 2013, se inauguró O’Hara Restaurante Escuela, cuyo funcionamiento cuenta con el aval de la Organización Internacional de Gastronomía, Hotelería y Turismo (Oigahtur). En el lugar, los alumnos egresados tienen la oportunidad de iniciarse en la labor gastronómica y desarrollar lo que han aprendido en aula para numerosos comensales que, a diario, lo eligen por su buen sabor.

Teresita y Aramí O'Hara

Teresita Benegas O´Hara, directora de O'Hara Escuela Integral Gastronómica, se fogueó en el rubro desde muy joven, bajo la mirada dulce de su madre, doña Rosa O´Hara de Benegas. Así como ella heredó la sazón de la pionera, la mayor de sus hijas, Aramí O´Hara Cabrera, también adquirió la visión familiar.

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