Leer la vida desde infantes

No solo de cuentos clásicos se alimentan los libros para niños. La literatura infantil propone también una combinación de textos informativos (sociales, históricos, científicos), imaginarios, asombrosos y curiosos; muchos de ellos con desenlaces inconclusos, para que el pequeño y ávido lector persiga conocer más al respecto y, a su vez, imagine su propio final. Este es el estilo de narración encarado por la escritora Verónica Abente (43), cuyas dos publicaciones –Soy celiaco (disponible en librerías desde el 28 de abril de 2015) y Los Niños de Agosto (presentado el pasado 10 de agosto)– reflejan su amor por las letras y sus ideales.

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Autodefinida como una escritora entusiasta y minuciosa, y una lectora voraz y empedernida, anhela que sus relatos ilustrados sirvan como una puerta de acceso al arte de la expresión verbal y que en nuestro país exista una “epidemia de lectura”. Sus textos también son leídos por adultos; de hecho, en su primer material abordó distintas facetas de esa condición alimenticia y aportó consejos prácticos. “Mis dos publicaciones se basan en la historia de un niño paraguayo, común y corriente, como cualquier lector que conozca estos temas de una manera didáctica. Ambos buscan despertar empatía y visualizar la realidad desde otro punto de vista”, explica.

¿Siempre quiso ser escritora?

Sí, desde hace años escribo poesías, oraciones, canciones y cuentos cortos y, en ocasiones, los comparto en mi cuenta de Twitter. La idea de ser escritora nació como una necesidad de expresar mis sentimientos y pensamientos. Me encanta tener cerca un lápiz, papel o grabadora para inventar alguna historia y registrarla. Cuando nació mi primera hija, María Paz, le narraba cuentos que imaginaba en ese momento.

¿Cuándo se dio cuenta de que era buena para escribir?

Cuando empecé a recibir comentarios de aliento en las redes sociales; a partir de esto tomé impulso.

Su reciente libro fue declarado de interés educativo por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC). ¿Qué valor le da el reconocimiento y qué significa para su carrera?

Considerando que presenté este libro a algunas instituciones que apoyan la cultura y no lo valoraron; que el MEC se haya acercado hasta mí el día del lanzamiento de Los Niños de Agosto a comunicarme que fue declarado de interés educativo fue un halago. Es sentir que alguien (en este caso, el máximo organismo en educación) reconoce la labor, el esfuerzo y el tema. Para mí, esto significa un impulso más y me alienta a pensar en elaborar otros materiales. El libro Soy celiaco fue reconocido en el 2015 de interés municipal por la Junta Municipal de Asunción, lo cual también me llenó de alegría y compromiso.

En sus libros incluye temas de adultos. ¿Cuál es la función?

Un niño que lee muchas veces lo hace en compañía de sus padres, abuelos o tutores. Trato de pensar en los detalles para que todos puedan disfrutarlo.

¿Cuál es el proceso que atraviesa para escribir?

Primeramente, lo hago en borrador. Esté donde esté; muchas veces, sentada en un bus o el sanatorio esperando la consulta con el doctor. Luego guardo, dejo pasar algunos días y lo vuelvo a revisar. Usualmente corrijo algunas frases y comparto con personas entendidas. Anoto sus comentarios, que, por cierto, siempre son enriquecedores. Algunos cuentos que escribí hace dos años continúo cambiándolos y casi todos los inscribí en el Registro del Autor, dependencia de Ministerio de Industria y Comercio (MIC).

¿Cómo estructura sus historias?

Busco un tema que sea relevante para el niño. Como docente, madre y tía, aprendo cada día. Muchas veces, escribo un párrafo, y entre paréntesis agrego mi imaginación y visualización; posteriormente, comparto con la ilustradora.

¿Coordinan en conjunto ilustrador-escritor?

Sí, es fundamental. Soy celiaco trabajé con la ilustradora Belén Boya, y Los Niños de Agosto, con la ilustradora Mabe Andrada; ambas, talentosas y creativas. Siempre conversamos acerca de las imágenes, los colores y el fondo del papel. Tratamos de que cada dibujo refuerce o enfatice una idea. Olga Barriocanal y Carmen Salinas son otras amigas que comparten conmigo esta pasión, desde una mirada de calidad. Sola no podría llegar lejos.

¿Por qué escribe?

Escribo porque creo en mí; también por convicción, compromiso, gusto y pasión. Siento que aún faltan libros que muestren nuestra identidad y no voy a esperar que otros lo hagan.

¿Cuál diría que es la constante en sus obras?

Por un lado, creo que son contenidos de inclusión y, por otro, pienso que el sello nacional cala profundo en mí. Cada crónica es una experiencia vivida y la conozco a fondo.

¿Le gustaría siempre dirigirse a niños?

Sí, ese mundo me atrapa. Convencer a un adulto es otro estilo de literatura y eso aún no es lo mío.

¿Cuál es la particularidad de la literatura infantil?

Los pequeños aman los cuentos. Hoy existen más libros que, sin ser clásicos, llegan a ser muy buscados. En otros países, y ni qué decir en el mundo anglosajón, la literatura infantil genera tanta demanda que los niños leen cuentos simples, en capítulos y series, y no paran de leer.

¿Qué opinión le merece la niñez actual?

Como digo siempre, los niños de hoy nacen con un chip incorporado; dominan la tecnología como si fueran expertos, aunque no por ello sean alfabetizados. A mi parecer, no son el futuro, sino el presente, porque están ávidos de aprender y practicar. Y no podría olvidarme de acotar que necesitan, a gritos, amor y límites. Muchos, lastimosamente, no disfrutan de una compañía constante y, quizá, se refugian en un aparato electrónico. Las restricciones aportan orden, seguridad y contención, y eso les demostrará que en la sociedad existen reglas y normas que deben ser cumplidas.

Cuando escribe, ¿tiene en cuenta la complejidad del lenguaje?

Me dirijo a un público amplio; escribo para mi país. Las palabras que empleo son sencillas, pero no vulgares. Cada tanto, incorporo algún vocablo que el lector probablemente desconozca, de manera a que enriquezca su conocimiento.

¿Cuál es el objetivo de Los Niños de Agosto?

Demostrar quiénes somos y de dónde venimos, para así sentirnos orgullos de ser paraguayos. También, aprender la razón por la cual se fijó esa fecha para conmemorar a los niños.

¿Cuáles son sus estrategias para mantener la atención de ellos?

Cuidar la cantidad de palabras, mantener el suspenso, intercalar el texto con dibujos; considerar el tamaño de la letra, interlineado y tono del papel. Un elemento fundamental es jugar con la voz según los personajes, elevar y bajar el volumen, anticiparse y hacer inferencias en algunos momentos clave.

¿Cómo evolucionó su escritura desde su primera publicación?

Este año, me animé a escribir más. Recientemente terminé de redactar dos cuentos que son diferentes, en la narración y el estilo descriptivo. Me presenté a un concurso de cuentos con una historia para alumnos de 6.° y 7.° grado. Veremos qué acontece.

¿Está trabajando en un nuevo libro?

Así es. Estamos ilustrando el próximo libro acerca del bullying. Cada día avanzamos en la ilustración con Belén Boya. Si pudiera, empezaría uno más que lo tengo escrito sobre una niña paraguaya.

¿Qué estilo literario le gusta leer?

Me gusta leer libros de autoayuda, reflexión, poesías, historias y algunas novelas.

La autora confiesa que día a día aprende a ser madre, una tarea en la que se inició hace 15 años y, sin embargo, asegura que continúa con materias pendientes. Disfruta de la crianza de sus dos hijos, María Paz y Juan Pablo, y adora compartir con ellos ese vínculo tan sólido que formó.

Verónica Abente

Licenciada en Ciencias de la Educación y docente de Educación Escolar Básica. El mes pasado publicó su libro Los Niños de Agosto, que fue declarado de interés educativo por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC).

Aprender con Pedro

Soy celiaco narra la historia de un niño paraguayo llamado Pedro, quien se caracteriza por ser curioso, sencillo, sensible, observador y de buen corazón. El pequeño comienza una aventura que lo lleva a la toma de consciencia y conocimiento acerca de la celiaquía, que es la intolerancia permanente a determinadas proteínas (gluten) contenidas en ciertos cereales. A lo largo de la narración, Pedro demuestra cómo cambiar la realidad hacia una mirada más positiva. La autora se inspiró en su hijo Juan Pablo, y empezó este proyecto pensando en que todas las personas aprendan de forma didáctica cuáles son los síntomas de esta afección, qué está permitido comer y qué no.

dbatilana@abc.com.py

Fotos Gustavo Báez, gentileza

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