La indefensión aprendida

Oímos hablar del acoso cada día, pero poco de por qué tantas víctimas que pueden defenderse, no lo hacen. La indefensión aprendida es una teoría investigada y desarrollada por el psicólogo norteamericano Martin Seligman.

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Hay un elefante sujeto con una cadena a una pequeña estaca, fuerte como nadie, jamás huirá, pues aprendió a sentirse impotente. Lo mismo sucede con las personas que se consideran incapaces de reaccionar ante situaciones injustas, dolorosas. En los años 70, el psicólogo Martin Seligman desarrolló la teoría de la indefensión aprendida. Aunque, al principio, fue utilizada para comprender el comportamiento animal, con el tiempo se aplicó también a los seres humanos. El investigador efectuó un experimento con dos perros dentro de una jaula; al intentar salir de ella, uno de ellos era sometido a descargas eléctricas sin posibilidad de evitarlas, mientras el otro podía hacerlo con un golpe de hocico. Cuando se suspendieron las descargas y fueron libres de salir, el más dañado no pudo hacerlo y cayó en depresión. Mientras el otro salió, manteniéndose alerta y enérgico. Seligman, director del departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania, ha dado un gran impulso a la psicología positiva (enfoques sobre los aspectos más positivos del ser humano: la felicidad, el bienestar, superación de situaciones vitales difíciles, estrategias efectivas para potenciar el optimismo, la satisfacción y las emociones positivas). Sus trabajos sobre la indefensión aprendida y su relación con la depresión son muy conocidos.

Hay situaciones límites en las cuales el individuo siente que no puede hacer nada, y que su destino es soportar y sufrir. Esto se da en casos de acoso escolar, en el trabajo, en la calle, en la familia –con la pareja, la suegra, una madre, un padre, un pariente–. No hay ámbito libre de dificultades y, tal como los animales, las personas pueden perder la capacidad de defenderse. Este atormentado aprendizaje lo adquirimos desde pequeños al haber sufrido actos de violencia física o psíquica. A medida que crecemos, la propia integridad queda a la deriva y la infelicidad copa la vida entera.

La indefensión aprendida se siente en la pérdida total de control y poder. Socialmente, también existe y se manifiesta en el desgano, la apatía, la frustración de pensar que el poder político y económico están por encima de nuestra voluntad, de modo a que nada podrá cambiar el rumbo que ellos decidan. Una frase que traduce esta manera de relacionarnos con el mundo es: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.

La gran pregunta sobre este tema es cómo hacer que los niños crezcan seguros, sin miedos y capaces de defenderse en la adversidad. La psicóloga española Olga Carmona, en una entrevista concedida al diario ABC.es, dice que no existen recetas magistrales que garanticen el resultado, sin embargo, hay consenso dentro del mundo de la psicología sobre qué actuaciones no están indicadas a la hora de formar a los niños. Siguiendo a la profesional, las positivas serían: a) coherencia de los padres entre ellos y hacia el niño, b) incondicionalidad afectiva, para que los hijos se sientan amados independientemente de su comportamiento y c) ausencia del miedo, ya que un niño que teme a quienes ama, y deberían amarlo, aprende a amar desde el temor; y desde el temor solo acabará por escaparse o por atacar en el plano afectivo. “La indefensión aprendida –describe Carmona– es una brutal prisión psicológica, desconectada de la realidad, que bloquea cualquier posibilidad de cambio o liberación”.

Ninguneadas

Los casos de mujeres maltratadas, que viven años o décadas padeciendo, constituyen uno de los ejemplos más claros de la indefensión aprendida y también uno de los más antiguos. El silencio fue la respuesta que muchísimas mujeres hallaron para aprender y aprehender que otros decidieran por ellas. Algunas frases que generan este estado son aquellas que ningunean: “No servís para nada”, “Qué flaca/Qué gorda”, “No opines, no entendés”, entre otras. Para la psicóloga Carmona, el gran paso es educar en igualdad, “que no es que los dos pongan la mesa, sino ofrecer modelos igualitarios de aprendizaje, independientemente de su género, potenciar las capacidades de cada ser humano”.

lperalta@abc.com.py

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