Inspiración

En la historia de la medicina, los avances continuos, descubrimientos científicos y la aplicación de nuevas tecnologías han brindado, en los últimos años, no solo una mayor eficacia en el tratamiento de distintos trastornos de la salud, sino mayor precisión a la hora de ofrecer un diagnóstico acertado. Uno de los campos en los que los avances médicos han tenido mayor injerencia es en la precisión de los trasplantes de órganos. Esta, sin embargo, depende de los donantes voluntarios.

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La historia de Tatiana Lizeth Benítez Insaurralde (16) era similar a muchas, no obstante, ella marcó una gran diferencia con su férrea voluntad de seguir viviendo. Con apenas seis años, su perspectiva de vida era de unos 24 meses a base de medicación constante; su tiempo de espera estaba llegando a su fin. El milagro se dio el 1 de setiembre de 2007, cuando una familia altruista y generosa le otorgó a Tatiana la posibilidad de seguir anhelando sus sueños. Tras un largo y agotador tiempo de espera, la pequeña fue sometida al primer trasplante de corazón pediátrico realizado en el Paraguay. 

A casi 10 años de esa experiencia, Tatiana hoy se destaca no solo por superar aquella prueba, sino también por el giro que tomó su vida después de aquellos meses en que, postrada en una sala de hospital, pasaba las horas entretenida con un juego de golf disponible en el celular. La joven, acompañada de su madre, Lilian, rememora aquella adversidad y cuenta cómo descubrió su entusiasmo por el deporte; fervor que, actualmente, la lleva a ser parte de los Juegos Mundiales de Deportistas Trasplantados, que será desarrollado este mes en Málaga, España.

Pasaron 10 años, ¿todavía recordás ese momento?

T: Mis síntomas habían iniciado a los cinco años, momento en que me diagnosticaron una miocardiopatía tras un cuadro viral en el que una gripe, en lugar de avanzar como una neumonía, atacó mi corazón, inflamó el músculo cardíaco y dejó el daño. No recuerdo todos los detalles, pero todavía rememoro los sentimientos que experimenté. Recuerdo que dejé de ir a la escuela por el cansancio constante que sentía y había llegado al punto en que ni siquiera podía digerir alimentos; vomitaba constantemente, y me encontraba en una etapa en la que ya perdía todos mis nutrientes; básicamente, era piel y huesos. Todo el tiempo me sentía mal y era consciente de que en ese momento mi única esperanza era un trasplante de corazón.

El trasplante llegó en el momento justo...

L: El corazón de Tati es un milagro. Ella se encontraba en terapia intensiva, en su etapa final. Hace 10 años no existía en el Paraguay la posibilidad de extender el tiempo mediante un corazón artificial, y si no se lograba ese trasplante aquella semana, no tenía esperanzas de seguir viviendo. En aquel momento no se conocía mucho en el Paraguay sobre la donación de órganos, y los programas públicos de trasplante estaban cerrados, razón por la que Tatiana se sometió a la cirugía en un sanatorio privado, el Hospital Bautista, un centro médico que cubrió todos los gastos. Con su trasplante es que se volvió a reactivar el programa de donación y trasplante de órganos en el Paraguay, que se encontraba inactivo en aquel momento hacía más de dos años.

¿Cómo llevaste adelante el proceso de recuperación tomando en cuenta tu corta edad?

T: Puedo decir que luego de mi primer año como trasplantada había recuperado mi vida tal como había sido, mi día a día era completamente normal. Aunque, al principio, debía someterme a dos controles por semana y otros estudios de forma regular, con los años esos procedimientos se han reducido considerablemente, ya que, en la actualidad, paso por eso solo una vez al año. Hoy puedo afirmar que cada día me siento con más fuerzas, que, incluso, se ha duplicado ahora que me encuentro practicando un deporte. L: La recuperación de Tatiana fue bastante rápida. Ella se puso en pie y camino a los 15 días de su cirugía, y apenas volvimos a casa empezó nuevamente a andar en bicicleta, correr y llevar una vida normal.

¿En qué momento inició tu afición por el golf?

T: Antes de mi trasplante no practicaba ningún deporte, pero durante el tiempo que pasé hospitalizada, en cama y constante aburrimiento, utilizaba frecuentemente el celular de mi mamá. Ella tenía un aparato móvil con dos o tres juegos; uno de ellos de golf. Al principio, no me llamó la atención, pero como los otros juegos ya me parecían lo mismo, decidí probarlo y me envicié. Me gustaba tanto que pasaba el día jugando al golf y, cuando finalmente regresé a mi casa, mi primer pedido fue conocer un campo de golf y practicar el deporte.

¿Pensaste que se trataba solo de un pasatiempo?

T: Mi familia sí pensó que se trataba de un entretenimiento pasajero, pero con los años se dieron cuenta de que en verdad deseaba practicar el deporte. Recuerdo que me compraron un juego de golf de plástico, de esos de juguete con el que me adiestraba a diario, hasta que, finalmente, mis padres se dieron cuenta de que hablaba enserio y me llevaron al Asunción Golf Club, que me acogió. Estoy muy agradecida con ellos, puedo decir que es el primer club en abrirle las puertas a una deportista trasplantada. Tenía 11 años en ese momento.

¿Es decir que desde aquel momento te dedicaste al deporte?

T: Sí, pero era algo de idas y vueltas, nunca me animé a salir realmente a la cancha por temor; tenía miedo de mi condición de trasplantada.

¿Cómo te diste cuenta de ese error?

T: Recién hace un año empecé a practicar de forma profesional y con mayor intensidad. Me animé a participar de mi primer torneo nacional de la Asociación Paraguaya de Golf (APG) en setiembre de 2016 y, rápidamente, me lancé a representar al Paraguay en los Juegos Latinoamericanos para Deportistas Trasplantados, desarrollado en noviembre último en Mendoza, Argentina, y del que regresé con la medalla de oro en la categoría general de damas. En este momento estoy entrenando todos los días para representar una vez más a nuestro país en los Juegos Mundiales de Deportistas Trasplantados, porque realmente deseo traer al Paraguay otra medalla.

¿Sentís que contás con el apoyo necesario?

T: Por el momento, y tomando en cuenta mi entorno más cercano, sí cuento con el total apoyo de mi familia, de la Asociación Paraguaya de Golf y el Asunción Golf Club. Considero que el sentimiento de sentirse excluido es, sobre todo, psicológico. Habitualmente, una persona trasplantada se siente encerrada y sobreprotegida, pero si no creemos en nosotros mismos y que somos capaces de lograr nuestras metas, es difícil trasmitir esa seguridad a los demás. L: Todos nos abrieron las puertas y no dudaron en apoyarla. Al principio tuvimos miedo y, durante mucho tiempo, ocultamos el hecho de que Tatiana había pasado por un trasplante de corazón.

A muy corta edad, Tatiana no solo demostró la importancia del don de la vida, sino también que con voluntad tenaz y empeño se puede alcanzar cualquier meta.

Tatiana Benítez

Sometida a los seis años al primer trasplante de corazón pediátrico realizado en el Paraguay, años después se alzó con la medalla de oro en los Juegos Latinoamericanos para Deportistas Trasplantados, en Mendoza, Argentina, y hoy se prepara para representar nuevamente al país en Málaga, España.

Donación de órganos en el Paraguay

En el Paraguay, la donación de órganos es todavía un campo carenciado de la medicina, ya que el número de inscritos como donadores voluntarios apenas supera los 25.0000. Aunque el Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT) asegura que este número creció considerablemente desde el 2013. Datos expuestos por el Instituto de Previsión Social (IPS) indican que la tasa de donación de órganos en el Paraguay es de tres personas por cada millón de habitantes. Actualmente, se encuentran en espera 70 pacientes para trasplante renal, 50 pacientes para trasplante de cornea, 9 pacientes para trasplante cardíaco, y un paciente para trasplante de hígado. Fuente: INAT

nadia.cano@abc.com.py

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