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Nada lo perturba. Toma su marcador y retoma su trabajo. Solo se escucha el sonido del contacto del pincel con el papel. Lo que se encamina a ser su próxima obra es trabajada de manera artesanal, ya que para otros dibujos opta por la tecnología digital. Sus manos se mueven sin cesar, mientras que el resto de su cuerpo permanece quieto; sus ojos no pierden de vista el papel. Una lámpara derrama su luz sobre el escritorio –el laboratorio de Edu– y es testigo del nacimiento de una familia fuera de lo común: suricatas vestidas de gala. Su imaginación fluye desde un mundo que no conoce límites y se va plasmando a través de sus ágiles manos. Es Eduardo Vago, un dibujante e ilustrador paraguayo que estudió acuarela y dibujo artístico en Roma, Italia, junto al artista plástico Fabrizio Gabiati; diseño gráfico en la Universidad de Buenos Aires y pintura al óleo con Claudia Boettner en nuestro país. Su vocación por el arte le nació en la niñez, cuando dibujaba –según dice– con absoluta normalidad y naturalidad dentro de un juego, como todo niño. Pero lo que parecía un juego se tornó sentimiento, se convirtió en pasión. Hoy, Edu vive de ello. En sus obras se refleja el maremágnum de situaciones y personajes fantasiosos que conviven en su mente; él los libera en sus producciones. “Es sinceridad con lo que pienso”, dice.
¿Cómo es tu día a día? Digamos, un día cualquiera me levanto a las 06:30, llevo a mi hermana menor al colegio y después voy a Tribal Worldwide, agencia publicitaria en la que soy diseñador gráfico; el horario de oficina termina a las 18:00, dependiendo de mi humor. Luego voy a correr al Parque de la Salud o vuelvo a casa y me pongo a trabajar en algún proyecto personal. Duermo tarde, casi siempre pasada la media noche.
¿Hace cuánto tiempo que trabajás en esto? Hace un año, pero dibujo desde pequeño.
¿Cómo definís tu estilo? No manejo un único estilo, porque como ilustrador tengo que ser versátil dependiendo del pedido. Ahora estoy trabajando con dos estilos. Uno de ellos surgió debido a un análisis de libros de cuentos infantiles, ya que me encuentro realizando un proyecto enfocado a ese público. Básicamente, me concentro en animales personificados, y se toma especial atención en texturas, sombreados y un pelaje detallado. El otro es bastante más personal, y no surgió sino por la necesidad de volver palpables sentimientos y vivencias del momento en personajes de diferente naturaleza, amorfos, algunos alegres y otros al borde de la histeria, que se desenvuelven en un ambiente de caos y bullicio, dado únicamente por la superposición de los mismos. Presto especial atención a los ojos, trabajados minuciosamente con líneas limpias, y me gusta profundizar el contraste entre forma y fondo. Trato de que este estilo sea bien reconocible y diferenciado.
¿Cómo llegaste a este estilo? Me propuse crear un estilo propio y reconocible.
No hay recetas, pero inconscientemente tomé todas las influencias, es decir, a todos los ilustradores y artistas cuyo trabajo admiro, así como lo aprendido en la universidad, respecto a componer de formas poco convencionales, la síntesis de plano y línea, el sombreado a base de puntillismo. Me armé un repertorio de grafismos y todo fui volcándolo de a poco al papel. Deformar, exagerar y romper muchas reglas básicas son pautas que tengo presentes, siempre con mucha prolijidad, cuidando los detalles y buscando calidad en el trazo. Este estilo no ha llegado a la madurez; siempre se puede mejorar o, bien, mutar.
¿Qué significa tu trabajo en tu vida? Significa introspección, conocerse un poco más a uno mismo. Aprender a administrar el tiempo y a superarse. La vida es el trabajo y viceversa; siempre está presente, no es algo que se encierre en las cuatro paredes de una oficina.
¿Dejaste atrás otra actividad para dedicarte a lo que te gusta? Dejé lo que podría haber sido un trabajo muy aburrido.
¿Qué considerás positivo? ¿Y qué es lo negativo? Lo positivo es trabajar en algo que disfruto y me motiva; lo negativo es que me puedo encontrar trabajando en cualquier horario, cualquier día de la semana y, a veces, por falta de tiempo, termino frustrado por no poder entregar los trabajos con la calidad que me gustaría.
¿Cuáles son tus proyectos? El último es el de la exposición que comenzó el miércoles 18, en la que se encuentran algunas de mis ilustraciones, el "Art Office" organizado por la publicitaria Ojo de Pez junto a las galerías Planta Alta y Monocromo. Proyectos para el próximo año serían por el momento presentar una exposición individual e ilustrar un libro de cuentos infantil; este último ya se encuentra en proceso.
¿Qué es lo que más anhelás? Tengo aspiraciones, pero antes de soñar con objetivos a largo plazo y grandes anhelos prefiero enfocarme en el día a día; proyectar sí, pero no volar antes de caminar. Estoy seguro de que las metas irán tomando forma a la par de la dedicación que ponga en mi trabajo.
¿Cuáles son tus pasatiempos? Ver documentales, escuchar música y leer novelas.
¿Cómo te definís como persona? Soy muy impulsivo. Creo que si existen las herramientas y la predisposición, hay que actuar.
¿Alguna anécdota divertida que puedas compartir con nosotros? Ninguna que pueda compartir por este medio sin miedo a represalias posteriores (ríe).
Edu recomienda a las personas, basado en su propia experiencia, que para ahorrarse frustraciones hay que ser sincero con uno mismo y trabajar en algo que les apasione.
Influencias
Edu nombra a Robert Crumb, Aya Kato y Yuka Yamaguchi como sus mayores referentes en el campo artístico. “Los tres son bastante diferentes y únicos. Crumb me gusta porque no conoce de tabúes, se expone en sus historietas mostrando sus facetas más patéticas y deseos indecentes. Aya Kato me atrae por lo orgánico, la composición y el manejo del color. Y Yuka Yamaguchi por salirse de lo convencional, incomodando con la combinación de lo grotesco y lo naíf”, expresa.
Texto jose.riquelme@abc.com.py