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“Sin dudas, el estrés laboral es un problema de salud a nivel mundial, una ‘epidemia global’ y deben tomarse acciones serias desde cada empresa para prevenirlo”, inicia la Lic. Vergara. Según explica, en primer lugar es un problema organizacional y, en segundo, un problema individual. La OIT define al estrés laboral como “un reto colectivo” y estima USD 600.000 millones anuales en pérdidas por esta alteración física y mental, entre bajas y menor productividad. Según el psicólogo norteamericano McGrath, “el estrés laboral aparece cuando las exigencias en el entorno del trabajo superan la capacidad del individuo para hacerlas frente o mantenerlas bajo control”. No obstante, en dosis pequeñas, el estrés es saludable, positivo; pues indica que la persona se desafía a sí misma a ser o desarrollar lo mejor de sí. Pero cuando el estrés es crónico, o sostenido en el tiempo, se vuelve dañino para la salud.
La psicóloga resalta que todo lugar de trabajo debe minimizar el riesgo psicosocial, y cada persona, a su vez, debe darse cuenta de qué hábitos y factores psicológicos la hacen estresarse más de la cuenta. “El riesgo social puede ser de distinto tipo: empleo inestable, mal pagado, sobrecarga de trabajo debido a poco personal, ritmo de trabajo excesivo y bajo presión, empleos que exigen callar la opinión propia, el trato con demasiados clientes difíciles en un corto tiempo, problemas frecuentes con compañeros, falta de pequeños descansos durante el día, liderazgos inflexibles, inclusive el rumor y chisme son fuente de estrés laboral”.
Entre los hábitos psicológicos que nos hacen más propensos al estrés figuran: autoexigencia, perfeccionismo, personas que no saben tomarse tiempo para sí mismas y se jactan de estar atendiendo asuntos de la empresa o familiares anteposición de la carrera en la empresa a la salud, falta de habilidades para trabajar en equipo, estar pendiente de la opinión ajena, interpretar constantemente las intenciones de los demás. También, ocupar un puesto para el que no estamos capacitados.
Respecto a las consecuencias que podemos sufrir a causa del estrés laboral menciona algunas, desde las mentales –depresión y pérdida de la memoria–, pasando por las del sistema inmune –disminución de las defensas del cuerpo, anormalidades endócrinas y metabólicas–, además de alteraciones músculo-esqueléticas, como contracturas musculares, dolores crónicos, tics nerviosos, estreñimiento y úlceras. Y por último, a nivel de salud sexual, como disfunción eréctil, eyaculación precoz, frigidez, disminución o aumento del apetito sexual.
Las condiciones laborales en nuestro país son adversas, mayormente, hay trabajos mal pagados, ambientes inadecuados, sobrecarga horaria y jefes excesivamente rígidos. “Las organizaciones deberían contar con un psicólogo laboral que evalúe y proponga cambios necesarios para disminuir la carga mental sobre cada trabajador; a veces, solo hace falta reorganizar el trabajo sin grandes costos, que a lo largo será una inversión para la empresa”, finaliza la especialista.
Mujeres en riesgo
Las mujeres son un grupo de riesgo para el estrés laboral. Esto se debe a que están pendientes del trabajo y, a la vez, de los hijos, las cuentas, la casa, las compras, la carrera. Son más propensas al acoso laboral y sexual, a la competitividad entre mujeres, la alta autoexigencia, etc. “Además en algunos puestos, en especial los directivos y gerenciales, tiende a haber inequidad salarial respecto a los hombres”, refiere la Lic. Vergara y recomienda aprender técnicas de relajación, hacer ejercicios, dormir y descansar, tener sexo saludable, respetar nuestros límites y desarrollar una comunicación efectiva.
lperalta@abc.com.py