Estrella sónica

Las disciplinas artísticas permiten fusionar varios campos y, cuando eso ocurre, la galaxia cultural celebra y posiciona aún más sus estrellas. Tal es el caso de la joven instrumentista y cantante Lucero Núñez, quien –empapada desde muy pequeña con los fulgores y tormentas de la carrera que escogió– hoy disfruta de los resultados de un viaje en proceso.

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Comenzó sus estudios de música a los nueve años en el IMA (Instituto Municipal de Arte de Asunción) con el maestro Alejandro Cubilla, adentrándose desde ese momento al mundo del saxofón. Tras recibirse de profesora de Teoría, Solfeo e Instrumento (2012), prosiguió su formación en la FADA (Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes), en la que cursa la Licenciatura en Música.

Su faceta de cantante es reciente y, buscando el enriquecimiento espiritual, abordó el desafío sin muchas posibilidades de ejercerla profesionalmente. Fue así que empezó a tomar clases con la profesora Pacita Díez Pérez, conjugando ambas disciplinas.

Tras el estrambótico show que, junto con Mothership, ofreció en la segunda edición del Asunciónico, los astros se alinearon aún más sobre su talento y, como un merecido presente, disfruta de los frutos de una profesión, a veces también agridulce.

¿Cómo fusionás esta etapa de cantante –que no muchos conocían– con tu faceta instrumentista y relacionás cambios en tu biorritmo artístico tras ello?

Desde que me decidí a trabajar con el canto –o desde que me animé a hacerlo en público y nadie corría (risas)– dije que no dejaría de lado mi saxofón, viendo la posibilidad de ser versátil y realizar ambas cosas en el escenario. Hubo muchos cambios en mi vida y trabajo artísticos al lanzarme a ser una saxofonista que canta. En lo laboral se me abrieron muchas puertas y oportunidades. Agradezco a los grandes referentes que me invitaron a trabajar con ellos. Por el lado académico implica mucha mayor dedicación.

La voz es un instrumento, al igual que los visibles físicamente, con necesidades, cuidado y entrenamiento para ser cada vez mejor. Entrando a este mundo entendí el sacrificio que hacen los cantantes para mantener el cuidado de su voz, privándose de ciertos hábitos o implementando otros que comúnmente una persona que no canta no haría.

En los últimos años presenciamos mayor destaque de mujeres ejecutando instrumentos de viento en varias agrupaciones y ensambles. ¿Esto obedece a un empoderamiento desde las bases culturales de la escena artística al talento de las instrumentistas por sobre un sector durante mucho tiempo dominado por varones o se dan otras circunstancias al respecto?

(Piensa durante unos segundos) De buenas a primeras te hubiese respondido que siempre hubo muchas mujeres vientistas, pero que no se las conocía, y hoy admito que no es así. La realidad es que en el Paraguay se vio y consideró por mucho tiempo que los instrumentos de viento eran más para los nenes –principalmente los metales–.

Eso no se puede negar ni ocultar, aunque haya cambiado y, cada vez, las mujeres nos animamos a agarrar aquellos instrumentos que nos gustan, sin importar si parecen ser más grandes que nosotras o si aparentan necesitar más “fuerza” para ser ejecutados.

Con Mothership alcanzaron uno de los momentos más importantes en el reciente festival Asunciónico y te destacaste especialmente por tu faceta en el canto. ¿Cómo evoluciona, en ese sentido, la labor de un músico inmerso en una banda en la que todos aportan giros de talento en una construcción común del lenguaje artístico?

Pienso que un músico no deja de evolucionar o, en todo caso, no debería dejar de hacerlo. En Mothership todos trabajamos para eso; tratamos de aportar lo mejor que tenemos, para que cada uno mejore y la banda evolucione. Después de este paso enorme que dimos tenemos un cambio de mentalidad y perspectiva. Vimos que somos capaces de gustar a un público muy variado y masivo, por lo cual queremos seguir en contacto con estos escenarios tan importantes. En esta oportunidad pude mostrar un poco más de lo que soy y lo que hago. Todos en el grupo tenemos momentos de luz y destaque; a veces se dan en diferentes ámbitos, no siempre en el escenario, pero sí internamente en la banda.

Tus hermanos también se dedican a la música; por ende, podríamos suponer que en tu familia esta siempre está presente. En ese sentido, ¿cómo conjugás los momentos de preparación académica, las charlas con tus pares y el ejercicio de la convivencia cotidiana con tu familia?

Gracias a la vida y al universo vengo de una familia que apoya el arte. Mis padres no son artistas, pero mis hermanos, primos y yo nos dedicamos profesionalmente a la música. Ellos nos apoyaron desde pequeños a seguir con esto si era lo que queríamos. Tampoco nos obligaron a hacer algo que no nos gustara. Encontramos así en el arte un camino de trabajo que nos da satisfacción y nos permite vivir de él. Mi vida gira en torno a la música. Ahora mismo no sigo otra carrera a la par. Con mi familia hablamos del trabajo y el estudio; todo tiene que ver con ella. El círculo social en el que me desenvuelvo está formado por un 80 % de colegas músicos. Es una vida que acostumbro desde siempre. Soy la hermana menor de tres y recuerdo que cada vez acompañaba a mis papás cuando chofereaban a mis hermanos, ya sea a ensayos o conciertos.

Mis hermanos comenzaron a trabajar desde jóvenes con la música. A mis padres siempre les encantó eso y estoy muy agradecida por hacer lo mismo desde que soy mayor de edad. En este país aún es muy difícil ser artista y vivir bien de ello.

Sin embargo, las cosas van cambiando de a poco y espero que, en unos años más, el panorama sea mucho mejor y todos los artistas tengamos la oportunidad de mantener un trabajo digno, seguro y satisfactorio con lo que nos gusta encarar, con desafíos y dedicación.

Siendo una profesional que atravesó varias escuelas, ¿cómo ves hoy el desarrollo de la formación de futuros músicos en nuestro país y las posibilidades de proyección académica internacional, fijándonos en las limitaciones estructurales?

El recurso humano y profesional que tenemos en el Paraguay lo considero excelente.

Tenemos músicos docentes que realmente son unos genios, sin necesidad de envidiar nada a los extranjeros. Si solo dependiera de eso, te diría que la formación musical en el país es perfecta. Lastimosamente, la mayor limitación que tenemos es económica. Como dije antes, es difícil encarar con toda satisfacción la vida laboral a través de la música.

Los espacios son muy pocos y ni hablar de la remuneración. Todo eso influye directamente en el talento humano: los músicos profesionales dedicados a la enseñanza no pueden hacer solamente eso si el pago es irrisorio, afectando el factor tiempo.

Pasa lo mismo con el alumno y me pongo de ejemplo: al cursar la Licenciatura en Música necesito dedicar muchas horas al estudio para recibirme, pero también necesito pagar cuentas y sobrevivir. Como músico profesional no tengo un trabajo fijo, de equis horas, en el que cobre un sueldo que cubra mis gastos. Entonces, me veo en la necesidad de generar ingresos extra, en horas extras y, tal vez, en cantidades que afecten el tiempo dedicado al estudio. El mayor déficit y la mayor limitación es la economía destinada al artista profesional.

Buscando potenciar su carrera como cantante y sin descuidar por un segundo el saxofón, Lucero trabaja en materiales audiovisuales en los que puedan conocer más sobre sus grandes pasiones. No descarta adentrarse más en la composición, aunque su máxima prioridad es concluir satisfactoriamente su carrera y, así como un halo supersónico, la estrella de su perspicacia –junto con la banda que integra– seguirá brillando en nuestra escena musical.

Lucero Núñez

Tras una efervescente presentación en el reciente festival Asunciónico, esta saxofonista y –ahora también– talentosa cantante despliega todos los atributos de su caudal artístico, orbitando nuevas trayectorias culturales con su banda.

La bitácora del show

“El mundo de Mothership es un show en todos los sentidos”, asegura Lucero. “Tenemos un día fijo de ensayo y dentro de la banda encontrás cada personaje característico”, refiere entre risas. “Está el que, generalmente, llega primero y se organiza con su instrumento. Tres de los chicos son muy puntuales, así como aparece el que, 5 min antes de lo pautado, pregunta si alguien lo puede buscar”, añade jocosamente.

“Les gano a todos entre los plagueones (suben las risas), así como están los calladitos que no se molestan por cualquier cosa”, enfatiza e indica que no nombra a nadie para que no se enojen con ella (aún con más risas).

“Los ensayos son muy dinámicos realmente. Somos una banda bastante democrática y todos opinamos con respecto a todos los ámbitos, no solo lo musical. Hay flashes creativos que ocurren cuando estamos más libres de actividades o sin muchas presentaciones previstas. Entonces, la inspiración llega en el ensayo, surge una frase, un acorde, y así nacen nuevas canciones que desarrollamos y pulimos”, acota.

Enfocados en el EP que lanzarán en formato físico este año, Mothership sigue trabajando para mejorar y renovarse cada vez más: “Queremos que la gente siga disfrutando con nosotros, dándoles nuevos shows superdivertidos y geniales próximamente”, concluye la artista.

carlos.canete@abc.com.py

Fotos: Heber Carballo y gentileza de María Eugenia Villalba.

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