Cargando...
Desde aquel entonces todavía luchan por mantener vivas sus costumbres y conocimientos ancestrales.
De madre paraguaya y padre italiano, Anahí Zoe Sist Doldán (41) es ecuatoriana de nacimiento, pero paraguaya por elección. Inició sus estudios de arte y sabiduría ancestral en nuestro país, tomando la pintura y escultura tan solo como sus primeros intereses. Enfocada desde joven en la recuperación de la cultura nativa, fundó el grupo Sunu de Acción Intercultural, desde el cual impulsa las políticas públicas dirigidas a pueblos originarios, desde el 2000.
Tras licenciarse en Artes Visuales, en el Instituto Superior de Arte (ISA-FADA), dependiente de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), dejó el país durante más de una década para asentarse en los Estados Unidos, donde su sed por el conocimiento ancestral de las comunidades nativas la llevó a ampliar sus horizontes. En el país del norte se especializó en modelado en cerámica, practicó la espiritualidad nativa y estudió técnicas de sanación alternativas, así como la medicina del temazcal.
Reconocida por exponer su arte desde 1996 en numerosos centros culturales y galerías en América y Europa, en el 2012 regresó al Paraguay para trabajar de lleno al servicio de los pueblos indígenas, insistiendo en la valoración de los pueblos originarios nativos, olvidados por la sociedad actual.
¿Cómo nace tu historia con el arte?
Mi deseo crece en mi etapa de estudiante secundaria; en el colegio lo que más disfrutaba era pintar. Cuando con los años llegó el momento en el que debía decidir qué hacer con mi vida, me incliné hacia el arte. Ingresé al Instituto Superior de Arte (ISA) cuando apenas abría sus puertas y me licencié en Artes Visuales, en la primera promoción. Rápidamente fui profundizando en distintas ramas.
¿Y tu afición por el yoga cómo surge?
Mi vida siempre se basó en una búsqueda espiritual muy fuerte. Nací en una familia católica poco practicante y siempre me encontraba cuestionando todo lo que me decían, siempre buscando la verdad y el sitio dónde encontrarlo (risas). Fue así que comencé a probar el yoga y me di cuenta de que no se trata de lo que te cuentan habitualmente, sino encontrar y experimentar el ser, la unión con el todo. Me ayudó, además, a absorber la espiritualidad de los nativos americanos y lograr una conciencia más despierta sobre el tema.
¿El yoga es más que solo tendencia?
El yoga es experiencia, hay que sentirlo, es un momento para observar la mente e ir cambiando las cosas que se desea cambiar en la vida. Al fin y al cabo, uno es responsable por las cosas que le pasan, así como la sociedad es responsable por el país que tiene. Es fácil echarle la culpa a otro, pero al mundo lo hacemos nosotros, la sociedad. Actualmente enseño kundalini yoga, una disciplina física, mental y espiritual. Se trata de un viaje al interior del ser, un reconocimiento al hecho de que hay algo más allá de tu cuerpo físico.
Las culturas nativas están sumamente olvidadas actualmente...
Por ignorancia. La educación las discrimina y es lamentable, a tal punto que no desarrolla casi nada con relación a las culturas nativas ancestrales, dejando de lado una sabiduría demasiado rica en nuestro país. Lo que se enseña actualmente en nuestras instituciones educativas es sumamente pobre con relación al tema. Yo tuve la bendición de descubrir tanta riqueza histórica cuando trabajé en mi tesina, explorando las máscaras indígenas. En el 2000 visité la fiesta del Arete Guasu, en Santa Teresita, Chaco paraguayo, donde interrogué a los chamanes y nativos sobre su cultura. Regresé enamorada, y esa emoción que sentimos con amigos, como José Elizeche, Carla Capitani, Mariana Franco, entre otros, es lo que motivó, posteriormente, a la fundación de la organización Sunu.
¿En qué se basa esta organización?
Asistimos a los pueblos nativos. Al principio fue una labor menos organizada; los ayudábamos a la medida de nuestras posibilidades, haciendo eventos para recaudar fondos. Rápidamente logramos la construcción de un puesto de salud y de allí avanzamos hacia más proyectos. Entramos en contacto con otras etnias y nos percatamos de que, cuando se empieza a tener contacto frecuente dentro de la comunidad con las abuelas, los sabios del lugar, uno empieza a valorar más y afianza el respeto hacia el tema. Sunu es una fundación intercultural, ya que, además de trabajar con los pueblos indígenas, también lo hacemos con el sector campesino. Básicamente es como un puente que busca no solo apoyar la asistencia a los nativos, sino también acercar y mostrar a la sociedad lo que es la cultura indígena.
¿Cómo colabora Sunu en este acercamiento?
Mediante numerosos eventos y proyectos que realizamos. Tratamos de promover el interés hacia el tema, como la revitalización y fortalecimiento de ceremonias tradicionales de los pueblos indígenas. En el Paraguay tenemos una riqueza tan grande, de mucha sabiduría, que no se conoce ni se sabe apreciar; tantas etnias, demasiados cuentos, mitos, cantos, costumbres, mucha ciencia en cada planta que nos rodea.
Además de todas estas facetas, también enseñás arte...
Sí, hago talleres de pintura y cerámica constantemente, así como también exposiciones regulares. Tras mi última presentación, denominada The medicine wheel, basada en la cosmogonía indígena de la rueda de la medicina, estoy trabajando la posibilidad de abrir un taller sobre el tema.
Abocada a la revalorización de las costumbres y el rescate de las culturas ancestrales, pretende no solo apoyar a los pueblos nativos, sino también transmitir el conocimiento de los chamanes.
Anahí Sist
Pintora y escultora, enseña kundalini yoga en busca del conocimiento del ser. Ferviente defensora de la sabiduría ancestral nativa, fundó el grupo Sunu de Acción Intercultural, desde el cual impulsa las políticas públicas dirigidas a los pueblos indígenas.
Pueblos nativos paraguayos
Además de los guaraníes, en el Paraguay existen otros 16 grupos étnicos, como el ache, angaite, ava guaraní, ayoreo, enlhet (lengua), guaná, ñandeva, guaraní occidentales (guarayo), maká, ishir (chamacoco), manjúi, mbya, nivaclé, pai tavytera, sanapaná, toba maskoy y toba qom.
Según sus características raciales, los indígenas del Paraguay pertenecen a tres tipos humanos: láguido-melanesio (que habitaban la región oriental, hacia la ribera del río Paraná, Alto y Medio), pámpido-australiano (en la región occidental) y protomalayo-mongoloide (pertenecen a este tipo racial los guaraníes que se asentaron en la región oriental).
Fuente: Archivo ABC Color.
FOTOS: Virgilio Vera