Encantadora seducción

El memorable leitmotiv que anuncia la transformación de la Princesa Odette en un cisne es uno de los pasajes de mayor belleza en la historia del ballet romántico. La armonía elevada, que conserva la línea melódica, se contrapone al frenético ingreso de El cisne negro en magistral dualidad musical.

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Diferentes versiones de El lago de los cisnes son representadas por renombradas compañías de todo el mundo. Ahora, y por tercera ocasión, el Ballet de la Universidad del Norte (UniNorte) subirá a escena la técnica, delicadeza y carácter de esta pieza, deleitándonos con el encanto de dos bailarinas: la eximia Carmen González Cano y la revelación Laura Medina (32), quien por primera vez ejecutará un rol conferido exclusivamente a una prima ballerina. Como todo proceso artístico rinde frutos, y el momento para que ella desplegara el caudal de su talento llegó con los acentos de una creación avasallante.

Comenzó sus estudios de ballet en la Academia Núcleo de Arte y Danza, a los siete años, bajo la dirección de la profesora Maribeth Brizuela. Continuó su formación en la Escuela de Ballet del Teatro Municipal de Santiago de Chile y tomó clases con renombrados maestros, como Claudio Muñoz, Lupe Calsadilla y Alejandro Toto.

Desde el 2001 es miembro estable de UniNorte, destacándose en la interpretación de roles estelares de obras como La Bella Durmiente, El Cascanueces y El Corsario, entre otras. Mañana a las 20:30 y el domingo a las 19:00, en el Teatro Lírico del Banco Central del Paraguay, Laura encarnará a Odile, enfrentando uno de los compromisos más intensos de su carrera.

De todos los papeles que tuviste, ¿se podría decir que este es el de mayor carga técnica e interpretativa?

Definitivamente, sí. Es un rol difícil. Para hacerlo, trabajé muchísimo la expresión. Cada movimiento y gestos son encantos hacia el Príncipe. Odile exige gran concentración. Antes de ensayar, imagino que soy ella. Eso marca mucha diferencia y, al sentirme en su piel, la conecto conmigo.

En un mercado cultural, con expresiones tan foráneas, ¿cómo notás al estudio del ballet clásico y las manifestaciones populares en el país?

Es complicado aún. Hay muchos factores, pero creo que la danza, en todos sus estilos, no es reconocida como una carrera profesional por parte de las personas externas al ambiente. Todavía se la ve como un hobby. Dentro de todo, aquí se instruyen excelentes bailarines, vamos abriendo camino. Es fundamental respetar la disciplina. Aún escucho el dicho aquel: “Ella baila nomás”, desconociendo el esfuerzo de llevar una vida consagrada al arte.

¿En qué momento de tu formación decidiste que esta sería tu vocación y cuáles fueron los retos de tomar la decisión?

Desde que comencé supe que quería ser bailarina. Cuando una es pequeña no sabe todo lo que implica. No hubo un momento exacto en el que percibí que esta sería mi vocación; fui dedicándole más tiempo e importancia a las clases y ensayos, tomaba cursos y participaba en concursos. Creo que la danza me eligió.

¿Cuál es tu rutina diaria de preparación, cómo cuidás tu alimentación, cuánto tiempo ensayás en días previos a un estreno y cuál es tu régimen de recompensa ante el trabajo hecho?

Todos los días hago la clase de ballet, que se extiende por una hora y media, generalmente; luego comienza el ensayo. Mientras aguardo el ingreso de mi personaje, practico una serie de abdominales, estiramientos y ejercicios de espalda. Me pongo las puntas, ejecuto algunos relevés, caliento mis pies, finalizo con unos grand battements –lanzamientos de pierna– y estoy lista. En la semana de estreno, la rutina es la misma, pero trato de descansar al máximo. No sigo una dieta estricta, siempre fui de complexión delgada y como todo lo que me gusta. La recompensa es la seguridad en el escenario y que sigan confiando en mi desempeño.

¿Qué es lo más difícil y lo que más te gusta de tu vocación?, ¿cambiarías algo?

No cambiaría nada. Creo que las decisiones que tomé me llevaron a este sitial. Me encanta transmitir sentimientos y emociones mediante pasos y movimientos. Las palabras no son necesarias; lo cual, en contrapartida, también es lo más difícil. No se trata solo de ejecutar movimientos perfectos, sino de conectar con el público, haciéndolo vibrar de emoción. Un intérprete inexpresivo, sin entrega al escenario y la audiencia, es como la nada misma.

¿Qué aspectos te gustan más de este papel, cuáles son desafíos centrales, y cómo te sentís compartiendo créditos con una gran bailarina, como Carmen González Cano?

Lo que más me gusta es su carácter, la fuerza que transmite, la seguridad, su maldad fría y engañosa. Es un rol atrapante con muchos desafíos técnicos. En el pas de deux hay giros, equilibrio, línea en los brazos, todo en impecable coordinación con la interpretación. La burla de Odile y Rothbart al Príncipe, sus crueles risas triunfales al final del tercer acto, es un momento que me encanta. Para mí, es un honor compartir escenario con Carmencita. Ella, ante todo, es una buena amiga. Nos conocemos desde pequeñas, la admiro y respeto. Es una gran primera bailarina y referente del ballet nacional. No creo estar a su altura profesional aún. Me alienta y apoya en todo.

¿Cómo ves posicionado al estudio de la danza y los espectáculos del género en la sociedad asuncena, y cómo llegar al interior?

Ahora hay mayor interés y apoyo. Por decirlo de alguna forma, hoy, la gente paga una entrada para ver una obra. Las salas llenas de público y la energía que este regala motivan al artista. Sería buenísimo llevar una obra completa al interior. A veces, se complica un poco por la producción; sin embargo, con UniNorte ya ofrecimos varias giras a muchas ciudades, acercando suites de piezas renombradas a la gente. Quiero agradecer a la directora del ballet, la maestra Yllasmín González, por brindarme esta gran posibilidad; a todos mis compañeros bailarines, por el apoyo y la buena onda de siempre y, muy especialmente, al doctor Juan Manuel Marcos, por generar espacios en los que muchos jóvenes demostramos que en el Paraguay se puede hacer arte.

Con la seguridad que brinda la experiencia, Laura seguirá deslumbrando como una nueva referente de la danza clásica y, por sobre todo, como una artista cuya constancia y don harán brillar escenarios.

Laura Medina

Con el desafío de interpretar el virtuosismo y cautivante personalidad de El cisne negro, esta talentosa artista empieza una nueva etapa en su carrera, apuntalando únicamente pasos firmes en los escenarios de la cultura.

Viviendo la música

El director de la Orquesta de la Universidad del Norte, maestro Fabián Vivé, es uno de los artistas más jóvenes de nuestro país dedicado a esta labor. Según explica, la música de Tchaikovsky es siempre efectiva y sumamente expresiva. En este caso, con recursos sencillos, dibuja una historia conmovedora que se percibe en los pasajes instrumentales. El pas de deux de El cisne negro es como un detalle sobresaltante de una composición pictórica. A su criterio, se aparta de la línea de la obra, brindando intensidad en los solos que compuso compenetrándose perfectamente con el carácter del personaje. Una obra cumbre, que figura entre sus favoritas y cuya dirección le da mucha satisfacción.

carlos.canete@abc.com.py

Fotos Gustavo Báez y Juan Ávila

Agradecimientos Make up artist Fredy Gayoso, para Palmarés.

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