Cargando...
Eloísa Vaello Marco (47) admite que el proceso que la llevó a desempeñar funciones como gestora cultural en una de las plataformas internacionales más relevantes fue algo atípico.
Le gustaban el periodismo y las humanidades, pero también las matemáticas y las ciencias físicas, por lo que estudió Ingeniería en Sistemas Físicos en la Universidad Politécnica de Valencia. Acabó la carrera y comenzó a trabajar en el departamento de Sistemas de una multinacional.
Dedicaba sus tardes y su tiempo libre a dos pasiones. Por un lado, desde los 19 años tuvo un programa de radio, tipo magacín cultural, especializado en música independiente y alternativa. Por el otro, sus inquietudes sociales, sumadas a los profundos cambios que ocurrían en España durante los 90, con movilizaciones contra la globalización y la guerra de Irak.
Debido a ese gran interés, estudió Relaciones Internacionales y Comunicación en la Universidad Complutense de Madrid.
Realizó unas prácticas en el Centro Cultural de España en Malabo (Guinea Ecuatorial), tomando contacto con la cooperación internacional española y con la red de centros culturales.
Tras el contundente éxito alcanzado luego de las actividades y celebraciones por el 40.º aniversario del Centro Cultural de España Juan de Salazar (CCEJS), en el que ocupa el cargo de directora, nos comenta sobre su estancia en el país liderando labores socioculturales y cómo cambió su percepción sobre estos procesos.
¿Hace cuánto y cómo se dio tu venida al país para ocupar este cargo?
Luego de varios años en Guinea Ecuatorial, me planteé la posibilidad de postularme a una de las plazas de Dirección de la Red de Centros Culturales. Me presenté a dos y obtuve la de Paraguay. En el tiempo que trabajé en Malabo, seguí formándome y cursé un posgrado en Gestión Cultural y varios cursos de patrimonio, antropología y cultura, que facilitaron los puntos para obtener la plaza. Me incorporé a trabajar en el Paraguay el 6 de abril de 2011, en pleno proceso de preparación de los festejos del Bicentenario.
¿Cuáles son los principales objetivos y cuál es el funcionamiento del Centro?
El principal objetivo, ligado al de la Cooperación Española, es contribuir a la erradicación de la pobreza y la construcción de un mundo más justo y equitativo. Esto es muy teórico y estratégico a largo plazo, pero es importante porque condiciona nuestra programación.
En tu estancia aquí, ¿qué aspectos socioculturales llamaron tu atención y cuáles fueron los métodos que encaraste para realizar tus labores? Llamó mi atención que siendo un país con unos vecinos tan grandes a nivel geográfico, político y cultural, o precisamente por ello, ha vivido y se ha configurado muy encerrado en sí mismo. En cierto modo, como dijo Roa Bastos: “Es una isla rodeada de tierra”. Eso tiene un componente positivo que se refiere al gran valor que se le otorga a todo lo folclórico nacional, pero también posee un punto negativo al dificultar la creación de redes y lazos con los países vecinos y, en general, con el resto de Iberoamérica. Otro aspecto que me llamó la atención es la falta de conocimiento e integración hacia los pueblos indígenas, hecho que me parece especialmente doloroso. Por otro lado, me fascinó la amabilidad y calidez de la gente. La facilidad para comunicarte e integrarte cuando llegas de fuera y comienzas una nueva vida. Debo destacar que uno de mis objetivos era proporcionar una programación propia al Centro Cultural, para que tuviera una personalidad bien definida y no fuera un gran contenedor de proyectos externos.
¿Qué aspectos de las expresiones artísticas remarcan, a tu criterio, mayor connotación y relevancia en la cultura nacional?, ¿cómo lo fomentan?
Todas las expresiones artísticas son relevantes y, desde este espacio, tratamos de cubrir todos los ámbitos. Una de nuestras líneas de trabajo es potenciar la escena local desde sus momentos creativos de definición y concepción de un proyecto, facilitando su presentación o puesta en escena y, también, reforzando su comunicación.
Sobre el público que acude a las muestras y actividades varias que realizan, ¿podrías distinguir similitudes y diferencias en comparación con el público europeo; precisamente, el español?
En este sentido, creo que podemos felicitarnos, ya que el público es muy variado; en gran parte, gracias a la diversidad de las actividades que proponemos. Cuando programamos conciertos de Música Okápe, los asistentes son más jóvenes y alternativos, cuando tenemos actividades de formación en temas (por ejemplo, de historia, antropología o filosofía), el público es más diverso. No sabría mencionar grandes diferencias. Creo que en ambos casos son abiertos y cálidos, frente al público del norte de Europa.
¿Cuál fue el abordaje, además de y los aspectos abarcados durante las actividades en conmemoración de los 40 años del Salazar?
Programamos una serie de actividades, abarcando todas nuestras líneas de trabajo. Dentro de las celebraciones, la semana del 19 de abril, y en general todo el mes, fue uno de los momentos clave: tuvimos literatura y memoria, flamenco y poesía, mucho Cervantes; trabajamos sobre nuestro archivo con la exposición Soy volumen y llevamos a la calle las “locuras” de Wal Mayans. En marzo inauguramos la nueva propuesta museográfica para el Espacio Josefina y Julián, así como la exposición Territorio Acotado/Expandido sobre el proyecto Chaco Ra’anga. Ahora, en mayo, tenemos una exposición que hace un recorrido por tantos artistas y proyectos que pasaron por el Salazar, y, más adelante, llevaremos a cabo una iniciativa con el Ballet Nacional y un coreógrafo español, una edición muy especial del Mes del Teatro Hispano-Paraguayo, una exposición que nos trae el Museo del Prado a las calles de Asunción.
Mediante una constante transformación de criterio, sin abandonar los preceptos importantes que convirtieron al Juan de Salazar en un espacio multicultural e interdisciplinario, Eloísa apunta su gestión a conquistar nuevos y diversos enfoques: “El mayor desafío es seguir posicionándonos, a pesar de la crisis y los recortes, como un espacio de libertad, construcción de pensamiento y cultura”, finaliza.
Eloísa Vaello Marco
Aunando preceptos históricos en complemento con innovadoras y vanguardistas ideas, esta tenaz gestora busca potenciar uno de los espacios culturales más relevantes en el acervo social de la capital.
Refugio cultural
Paco Corral, director del Centro Cultural de España Juan de Salazar desde 1979 hasta 1990, fue uno de los protagonistas, junto con varios representantes paraguayos y extranjeros, de una época trascendental en este espacio. En aquellos días, cuando el país estaba sumido en las sombras de una dictadura represiva, este se constituyó en un refugio de libertad y cultura. Un espacio de resistencia y construcción democrática. Esa trayectoria perdura hasta nuestros días, conservando de algún modo esa aura de ser un espacio plural donde caben todos y todas, sin importar tendencia política o sexual, y trabajando por la diversidad cultural.
carlos.canete@abc.com.py
Fotos Gustavo Báez, gentileza