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Hoy se cumplen 24 años de la muerte de la actriz británica de la época dorada de Hollywood, Audrey Hepburn. Aunque pasaron los años, su figura mantiene un crédito de elegancia y distinción atemporal, que perdurará en el corazón del séptimo arte y la moda. “Nunca pienso en mí como un ícono. Eso está en las mentes de la gente, no en mi mente. Apenas hago mi trabajo”, reiteró en varias ocasiones. Finalmente, su labor y belleza natural la condujeron al estrellato.
Hepburn, a lo largo de su vida (63 años), creó un estilo que sedujo al público, tanto que sigue siendo inspiración para miles de mujeres. Audrey sabía lo que le quedaba mejor en cuanto a moda y, como su hijo Sean Hepburn Ferrer explicó alguna vez, el estilo de su madre fue “la extensión de una belleza interior reforzada por una vida de disciplina, respeto al prójimo y esperanza en la humanidad”.
Hija de la holandesa Ella van Heemstra y del británico Joseph Hepburn Ruston, Audrey vivió en Holanda con sus padres hasta que él las abandonó cuando ella tenía poco más de cinco años. Se mudaron a Londres, donde comenzó a estudiar danza y arte dramático en la Marie Rambert School. Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, lo que terminó afectando su carácter. “Me convertí en una criatura melancólica, reservada y callada. Me gustaba mucho estar sola”. En una oportunidad rechazó el papel protagonista de El diario de Ana Frank, porque trabajar en el filme le hubiera recordado momentos dolorosos y trágicos vividos durante la guerra. En Holanda vio desde su ventana cómo ejecutaban a judíos o cómo les introducían en trenes para trasladarles a campos de concentración.
Conexión natural
Cuando el reconocido diseñador francés Hubert de Givenchy supo que una joven actriz deseaba conocerle porque admiraba con devoción sus colecciones, y consideraba que eran la quintaesencia de la elegancia refinada y sencilla, el modisto sintió curiosidad por conocer a su fan. Le mencionaron el apellido Hepburn y creyó que se trataba de la actriz estadounidense Katherine. Se confirmó la cita, pero Givenchy se encontró con una mujer de rostro angelical. “Qué decepción cuando me dijeron que era Audrey, a quien yo ni conocía”, expresó el francés. Pero reconoció que fue amor a primera vista. “Ese día llevaba unos pantalones capri, alpargatas y un top que dejaba ver un poco el vientre. Ya entonces sabía perfectamente lo que iba bien”, expresó el maestro, quien aceptó vestirla para la película Sabrina. Su nombre no apareció en los créditos y el Óscar al mejor vestuario, equivocadamente, ganó Edith Head. El enojo de Audrey fue tal que, a partir de entonces, decidió que Givenchy la vistiera en todas sus películas. “Ella ya era moderna antes de conocerme. A mis vestidos les agregaba un pequeño detalle personal que mejoraba todo. Ella era la única responsable de su look. En realidad, ella elegía y yo la ayudaba”. En una entrevista, el diseñador había dicho: “Es muy difícil, para mí, hablar de Audrey, porque nuestra relación fue un amor platónico de 40 años”.
Películas
Su carrera como actriz comenzó con el filme educativo Holandés en siete lecciones. Después actuó en producciones musicales, como High Button Shoes y Sauce Piquante. Su primer trabajo en una película fue en el filme inglés One Wild Oat, en el cual se desempeñó con el personaje de recepcionista de un hotel. En 1951 protagonizó el musical Broadway Gigi, en el que estuvo durante seis meses. En 1953 interpretó el papel principal en Roman Holiday, el cual le valió un Óscar a la mejor actriz. Más tarde participó en películas de éxito, como Sabrina (1954), The Nun's Story (1959), Breakfast at Tiffany's (1961), Charade (1963), My Fair Lady (1964) y Wait Until Dark (1967). Audrey es una de las pocas personas en alzarse con un Óscar, un Emmy, un Grammy y un Tony. Y fue la primera actriz en ganar un Óscar, un Globo de Oro y un premio Bafta por una sola actuación: Roman Holiday.
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Fotos Agencia EFE.