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Primero fue el cuchillo. Su uso siguió vigente y casi todos los hombres llevaban este objeto colgado a su cintura, solo los nobles podían costearse varios cuchillos que empleaban separadamente para la guerra, para la caza y para la comida. Aquellos primeros cuchillos tenían una punta afilada. El de mesa –con su extremo redondeado– se originó según la tradición popular, en la década de 1630, cuando Armand-Jean du Plessis, más conocido como duque de Richelieu, cardenal y primer ministro de Luis XIII de Francia, quiso eliminar la práctica, de los comensales, de limpiarse los dientes con la punta del cuchillo. En consecuencia, ordenó a su mayordomo que limara las puntas.
Muy pronto las anfitrionas francesas, que también rechazaban dicha costumbre, empezaron a encargar piezas similares. Cierto o no, se sabe que al terminar aquel siglo, las cuberterías francesas solían incluir cuchillos de punta roma. Aunque la etiqueta prohíbe el cruce de cubiertos sobre el plato, esta costumbre se inició en Italia del siglo XVII; la nobleza italiana lo consideraba como símbolo religioso porque formaba una cruz.
La cuchara
La cuchara tiene miles de años de antigüedad y fue un invento útil para el consumo de los alimentos, en especial para la ingestión de líquidos. En excavaciones realizadas en Asia hallaron cucharas que datan del Paleolítico, hace unos 20.000 años. También se encontraron piezas –de madera, piedra, marfil y oro– en antiguas tumbas egipcias. Los griegos y romanos de las clases altas utilizaban cucharas de bronce y de plata, en tanto que el pueblo tallaba en madera sus propias cucharas.
El maléfico tenedor
En toda Europa, los nobles y la gente común comían con los dedos. El refinamiento comenzó con el Renacimiento, cuando se establecieron diferencias entre plebeyos y personas de alcurnia. En principio, este cambio no fue muy notorio: los menos favorecidos por la fortuna utilizaban todos los dedos para comer y los de alta alcurnia solo tres, dejaban libre el pulgar y el dedo meñique.
El tenedor cambió ambas prácticas pero su uso fue muy resistido, especialmente por el clero porque consideraban que era una reproducción del tridente de Lucifer, pues las primeras piezas, que surgieron en la Toscana, Italia, tenían dos púas, motivo por el cual fueron consideradas como una novedad escandalosa, por aproximadamente 100 años. Un historiador italiano escribió sobre una cena en que una noble veneciana comió con un tenedor, fabricado según su propio diseño, causando la ira de varios clérigos presentes por su “excesivo refinamiento”. La mujer murió unos días después, al parecer a causa de una epidemia, pero el hecho fue aprovechado por el clero para difundir que el fallecimiento fue un castigo divino, una advertencia para los que compartían el mismo afecto por el tenedor. El uso del tenedor se generalizó en el siglo XVIII, en parte para marcar la distinción de clases. En aquel entonces, esta pieza tenía cuatro púas y se convirtió en un símbolo de lujo y refinamiento. Obviamente, el tocar la comida pasó a considerarse una grosería y con ello la higiene ganó varios puntos.
Ubicación
El cuchillo se coloca a la derecha del plato, con el filo hacia adentro. La cuchara se coloca a la derecha del cuchillo con la concavidad hacia arriba a la inglesa, y a la francesa con las puntas hacia abajo. El tenedor se coloca a la izquierda del plato, con las puntas hacia arriba. La utilización de los cubiertos parte de afuera para adentro; esto quiere decir que se comienza con los cubiertos más alejados del plato. Los cubiertos de postre se colocan en la parte superior del plato, y en otras ocasiones, solo se ponen en el momento de servir los postres.
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