Corazón flamenco

Previa a la sesión de fotos, Aery precalienta mediante taconeos, giros, brazos y miradas. Lejos del estereotipo de la japonesita callada, esta bailaora tiene el aire de seguridad que da el flamenco, “de las que habla fuerte, de esas soy yo”, afirma con una sonrisa.

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Este año obtuvo el primer puesto en el certamen de la Feria Flamenca realizado en São Paulo, Brasil. El jurado estuvo compuesto por importantes personalidades del flamenco, como Jesús Carmona y Encarna Anillo (España), Lissi Sfair (Brasil) y Andrés “Pituquete” Hernández (Chile). 

Aery nació en Asunción, pero vivió siempre en Pirapó (Itapúa). A los tres años entró al mundo de la danza paraguaya y clásica; después, al cumplir los seis se inició en danza española, con Carmen Mayeregger, a través de quien conoció a la profesora Miriam Miers de Galeano y sus hijas: Miriam y Viviana, ambas docentes y bailaoras. El tiempo y las duras clases traerían concursos, premios y una beca; se ampliaron sus relaciones humanas a la par de la pasión y técnica. “Tomé clases con Farruquito, Torombo Suárez, Belén Maya, Carmen ‘La Talegona’, Jesule de Utrera, entre otros de fama internacional”, detalla. 

Actualmente, Aery vive con sus padres. Estudia Agronomía en la Universidad Católica de Hohenau. Dirige su propia academia de danzas y da clases en colonias aledañas.

En julio regresó al Brasil, esta vez a Curitiba, como invitada especial en el Tablao Perla Flamenca. “Fue un placer reencontrarme con mis padrinos, Miri ‘La Perlita’ Galeano y Jony Gonçalves, los mejores del flamenco sudamericano”.

-Siendo una chica de colonia, bicultural, ¿cuándo y cómo te nace el flamenco?

Cuando me inicié en danza española —acá hay tres escuelas: regional, bolero y flamenco— me dije: “¡Me quedo con el flamenco mil veces, para siempre!”.

-¿A qué edad te recibiste de profesora de danza?

A los 17 en la academia de Rosanna Paredes, de Obligado. Pero desde los 14, gracias a la confianza de la profesora Carmen Mayeregger Kolbe, empecé a dar clases a las más chiquitas. Cada año iba teniendo más alumnas y responsabilidades. Aunque lo hacía de corazón, se lo agradezco mucho a mi profe.

-Ese hacer de corazón se transformó en tu trabajo.

Hoy sí. Tengo 25 a 30 alumnas en mi academia, que para Pirapó ya es mucho.

-¿Cómo es la vida allá?

De pueblo, tranquila, muy sacrificada. Los jóvenes se aburren bastante; hay algunas fiestas durante el año en clubes deportivos, pero para una discoteca hay que ir hasta otra colonia o Encarnación. En mi caso acabo tan cansada de las clases que doy y la facultad —me encanta lo que hago; me entrego totalmente— que los fines de semana solo quiero quedarme en casa con mis padres y ver alguna linda película.

Brasil y una alegría

Aery se formó batallando, sin guitarra en los ensayos, con las profesoras de su región e independiente. Cuando puede, viene a Asunción para tomar cursos. “Todo cuesta tiempo y dinero”, apunta. Pero su esfuerzo está dando buenos frutos: “No pensé que iba a ganar en Brasil. Bailé última, así que pude ver la actuación de las otras bailaoras, todas brasileñas, quienes no se salían de compás y eran increíbles. Con esa admiración y nerviosísima, salí y les dije a los músicos: ‘Lo mío es sencillito’. Y bailé, al todo o nada, una Alegría, que es mi palo, el que me da más confianza”.

Aery agradece a la organización de la feria. Dueña del primer lugar, obtuvo premios materiales, pero la opinión que le dejaron por escrito los maestros es lo más valioso. “Lo mejor que me dijeron es que tengo conexión con la gente. Me llenaron el alma, porque cuando bailo digo lo que no sé decir hablando. Fue la primera vez que un público me aplaudió de pie. Lloré”. 

Por supuesto, la joven bailaora admira a los grandes del flamenco y sueña con conocer Sevilla, Cádiz, Jerez. “Admiro a Paco de Lucía, Camarón, Farruquito, La Lupi, entre tantos otros. Ahora estoy escuchando mucho a Encarna Anillo; su voz me da paz”.

-¿Qué viene después de este premio?

Practicar; tengo que practicar mucho más. Suelo ser obsesiva.

-¿Qué sentís cuando bailás en un escenario?

Me encanta que me vean bailar. Me siento yo; no hay otra persona bailando en mí.

-¿Cuál es el don del arte flamenco?

En Brasil supe que mucha gente toma clases después del trabajo para desestresarse, y es que el flamenco puede cambiar a la persona y la sociedad, aliviar tantos males y enfermedades. Yo lo recomiendo. Si no se baila, toca o canta, que se escuche. El flamenco cura y libera.

Cindy Pamela Aery Koda

Tiene en su ser una mezcla de culturas: paraguayo-japonesa, enamorada de la España gitana. Este año fue la ganadora del primer premio en la categoría profesional del Certamen de la Feria Flamenca en São Paulo, Brasil.

lperalta@abc.com.py

Fotos: Roberto Zarza

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