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Este año que acaba, opuesto al anterior, estuvo escaso de bodas reales, pero la merma no le quitó el esplendor al enlace que protagonizaron el heredero del pequeño país de Europa Occidental, el príncipe Guillermo Juan José María (31), y la condesa Stéphanie de Lannoy (28), perteneciente a una de las familias aristocráticas más antiguas de Bélgica; ambos de linaje como ya no es usual últimamente.
El matrimonio no tuvo la repercusión de otros, que la prensa rosa se encargó de difundir en exceso en el 2011, como el de Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton, Alberto de Mónaco y Charlene Wittstock, y aunque más reservado, el de la nieta mayor de la reina de Inglaterra, Zara Phillips, y Mike Tindall. En todas estas parejas, uno de los consortes es plebeyo, algo también ya reiterativo a lo largo de la historia. Los padres del novio real del 2012, los Grandes Duques de Luxemburgo Enrique y María Teresa, forman la fusión real–plebeya, en el caso de María Teresa, cubana de la alta sociedad antes del triunfo de la Revolución.
Casi concluyendo el año, el ducado se viste de fiesta. Tras un quinquenio de noviazgo, Guillermo y Stéphanie pusieron como fechas de boda el 19 y 20 de octubre para la ceremonia civil y religiosa, respectivamente. Luego de la primera, Stéphanie recibió oficialmente la nacionalidad luxemburguesa. También cambiaron de nacionalidad para estar con sus futuros esposos herederos a tronos, Mary de Dinamarca, australiana de nacimiento, y Máxima de Holanda, argentina en origen.
La atracción entre luxemburgueses y belgas se repite. Juan de Luxemburgo, abuelo del príncipe Guillermo, padre del actual soberano del ducado, Enrique, se casó con la princesa Josefina Carlota de Bélgica, en 1953. Esta boda se celebró hace 59 años en la iglesia de Nuestra Señora de Luxemburgo, el mismo recinto en el que su joven nieto y la nueva princesa Stéphanie sellaron su amor con festejos que totalizaron un gasto de 350.000 euros. Los padres de Guillermo también dieron el “sí, quiero” ante el mismo altar, en 1981. Luxemburgo posee unos 510.000 habitantes, según el último censo de 2011. Todos fueron invitados a ver el enlace en pantallas gigantes dispuestas en la plaza central.
El traje de novia
El diseñador libanés Elie Saab se lució con la pieza que creó para Stéphanie. Si bien ya vestía a algunos miembros de la realeza, es la primera vez que lo hace a una novia el día en que se torna oficialmente en princesa.
El vestido implicó 3200 horas de trabajo de bordado y 700 de costura. Diez costureras y quince bordadoras lo realizaron. Se usaron 50 metros de encaje chantilly, 40 metros de encaje de Calais, 30 metros de organza, 70 metros de tul, crepé de seda y quince metros de tul de seda para el velo. Lleva unos 80.000 cristales trasparentes.
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