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Habitualmente, la leche forma parte de nuestra dieta diaria por sus incomparables características nutricionales, ya que contiene proteínas de alto valor biológico, así como diversas vitaminas y minerales imprescindibles para la nutrición, como el fósforo y potasio; además, es una fuente de calcio por excelencia, fundamental para el fortalecimiento de los huesos.
Sin embargo, al igual que otros alimentos, su consumo en demasía puede provocar una serie de problemas. “Es posible que contribuya a ciertos inconvenientes alimenticios, como alergias, intolerancia a la lactosa, colon irritable, distensión abdominal y digestión lenta”, comenta la licenciada en nutrición Carolina Sosky.
Según explica la especialista, la leche de origen animal —en este caso, la de vaca— no es un alimento malo, sino que a veces no es tolerada por determinadas personas y, ante la dificultad, lo ideal es recurrir al asesoramiento de un profesional para que este elabore un plan de alimentación personalizado, a fin de cubrir las necesidades nutricionales.
Normalmente, al iniciar una nueva dieta se opta por retirar la leche animal y sustituirla por alguna de sus alternativas vegetales. Estas bebidas se obtienen a base de ingredientes vegetales y agua; no obstante, existen de diferentes tipos, como las provenientes de cereales (arroz, avena, cebada), las derivadas de frutos secos (almendras, avellanas, castañas, sésamo o nueces) y las procedentes de legumbres (soja).
“No contienen lactosa ni colesterol y la mayoría son de bajo contenido calórico. Cuenta con 90 % de agua y sus componentes son fáciles de asimilar y digerir. Benefician la salud cardiovascular por su gran cantidad de grasas mono y poliinsaturadas. Las leches de cereales se caracterizan por poseer fibra, vitaminas y minerales. En tanto que las leches de frutos secos son fuente de ácidos grasos y calcio”, resalta.
De soja
Indicada para personas intolerantes o alérgicas a la lactosa y recomendada para diabéticos, pues reduce el colesterol y los triglicéridos. Previene la arteriosclerosis y mejora los procesos de cicatrización. El potasio elimina líquidos y mantiene el buen funcionamiento del corazón, los riñones y los nervios.
De almendras
La experta explica que esta bebida se caracteriza por reducir los niveles de colesterol. Es de fácil digestión, y se emplea en casos de cólicos y vómitos. Beneficiosa para el cerebro y los músculos gracias al potasio que ofrece; además, previene la osteoporosis y oxidación celular.
De avellanas
Por su bajo contenido en sodio, es recomendada para hipertensos. Además, las grasas monoinsaturadas evitan enfermedades cardíacas. Generalmente, se aconseja su consumo a deportistas, pues permite la pronta recuperación muscular.
De avena
Apta para diabéticos, reduce el nivel de azúcar en la sangre. Contiene gran aporte de fibra que otorga una sensación de saciedad. Oportuna para quienes buscan mejorar su peso corporal.
De nuez
Aconsejada como astringente en caso de cólico; además, su efecto hipotensor ayuda a mejorar la circulación. Previene la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Como es rica en vitamina E, colabora en retrasar el envejecimiento.
De quínoa
Según la profesional, el elevado valor nutricional de la leche de quínoa mejora la producción de leche materna en las mujeres. El litio que posee ayuda en los procesos de control de la depresión. También aporta proteínas, fibra, almidón, hierro y calcio. Se sugiere en casos de anemia.
De arroz
Fácil de conseguir. El arroz suele ser la mejor opción a la hora de elaborar una bebida vegetal. Fortalece el sistema inmunológico y es tolerado a nivel digestivo. Evita problemas cardiovasculares y derrames cerebrales, gracias a su contenido en flavonoides.
Leche de arroz
Hervir 1 taza de arroz, 6 tazas de agua y 1 cda. de polvo de canela orgánica hasta que el grano del arroz se abra y, luego, retirar del fuego y dejar reposar. Agregar toda la mezcla en la licuadora (incluyendo el agua) y colar.
dbattilana@abc.com.py