Amor y entrega

El esfuerzo y dedicación para con los necesitados caracteriza a Regina Sian, la religiosa argentina que adoptó el suelo paraguayo como el suyo. Entre anécdotas y proyectos, la hermana resalta el servicio de Alcohólicos Anónimos, la organización que hace unos días festejó un nuevo aniversario.

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Alcohólicos Anónimos acaba de cumplir 38 años de su llegada a nuestro país, de la mano de la hermana Regina Sian, para atender a personas con problemas de adicción al alcohol y brindarles una esperanza de rehabilitación y cambio. “En 1976 comenzamos el primer grupo de AA en Paraguay. Era todo un desafío porque la gente que necesitaba ayuda sentía vergüenza para consultar o acudir a las reuniones. Hasta ahora sucede, pero en los inicios era mucho más complicado. La frase de cabecera que utilizamos siempre es: ‘No al primer trago’”, menciona.

Hoy, la monja se encarga de asesorar a los grupos de ayuda que forman parte de AA. Cada tanto, suena su teléfono; alguien necesita los servicios de Regina. Apenas termina la llamada, ordena algunos documentos y revisa la correspondencia. En febrero cumple 82 años. Su energía es siempre juvenil, pero su salud se complica con el paso del tiempo. Ya comienza a sentir los primeros achaques de la edad.

“Cuando me invitan a dar una charla, me tienen que preparar un lugar especial, porque no puedo subir a tarimas ni escaleras. Es muy difícil, ya que sufro dolores en la cadera”, cuenta apenada.

“Igual sigo colaborando en todo. Muchos me llaman la “mamá guasu”. Lo que me molesta, muchas veces, es que los familiares que recurren a mí en busca de una solución, quieran tomar un camino rápido que es la internación. Es como tirar la mochila, deshacerse de la molesta carga. El alcohólico tiene que aprender a solucionar sus problemas emocionales sin ninguna sustancia química y sus familiares deben comprender que el aquejado debe tratarse conviviendo siempre en su ambiente. El problema se soluciona en la jungla”, afirma de forma categórica.

La hermana Regina nació en Formosa, Argentina. A los 22 años ingresó a la congregación de Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, fundada por San Luis de Orione, quien sostenía que “solo la caridad puede salvar al mundo”. En primera instancia, fue enviada a trabajar en Navarra, España. Cuando regresó a su país natal se acercó al Congreso Argentino de Alcoholismo (CADA) y empezó a difundir el mensaje de concienciación: “El alcoholismo es una enfermedad. En aquel entonces, había empapelado varios centros asistenciales con volantes referentes al tema. Y así las personas comprendieron el problema que genera el consumo nocivo de esta droga”, recuerda.

En 1974 llegó a nuestro país con el objetivo de brindar una ayuda a los que, por culpa de la bebida, tenían un futuro incierto. Dos años más tarde, formó el primer grupo de AA. “Esta organización tiene su génesis en 1935, cuando un corredor de bolsa de Nueva York y un médico de Ohio, que se consideraban borrachos desesperados, fundaron Alcohólicos Anónimos con el fin de prestar asistencia a los que sufrían del mismo mal y, a la vez, mantenerse sobrios a sí mismos. Como el resultado estaba a la vista, comenzó a propagarse por todo el mundo”, cuenta la hermana.

Un problema social

Según la Organización Mundial de la Salud, el alcohol es el principal problema de salud pública en todo el mundo, no solo por la adicción que genera, sino por el consumo en exceso que luego desemboca en violencia y en accidentes de tránsito, por ejemplo. Con respecto a este punto, la hermana Regina exhorta a las autoridades a destinar el dinero de las multas por infracciones de tránsito al tratamiento de las personas alcohólicas. “Todo lo que se recauda por las infracciones cometidas al estar bajo los efectos del alcohol debe ser utilizado en la rehabilitación de los adictos a la bebida. Eso tiene que ser así, no hay vueltas. Que la causa pague las consecuencias”, sostiene.

Colaboración

Sor Regina es considerada como la “mamá guasu” de varios grupos de autoayuda. En estos momentos, asesora a la parroquia de San Antonio de Padua, de la ciudad del mismo nombre, en la construcción de un centro de rehabilitación para personas jóvenes y adultas en situación de adicción. “Pedimos a las personas de buena voluntad que quieran y puedan ayudarnos con su aporte, monetario o no. Lo importante es colaborar”, solicita. Los números para quienes quieran acercar una donación son: (021) 307-525 / (021) 990-280.

Texto jose.riquelme@abc.com.py

 

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