Amor a la medida

Hallar la pareja que nos haga feliz no es cuestión de suerte, tampoco es solo saber amar, sino saber dejarse amar. En este día de San Valentín, una psicóloga nos da un panorama interesante para pulir mejor nuestra capacidad en el amor.

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Todos los tiempos y culturas tuvieron sus formas de amar basadas en reglas y rituales. El amor romántico nace en las cortes medievales para luego desarrollarse en el Romanticismo. En el siglo XIX, el individuo toma mayor preponderancia y comienza lo que llamamos la elección de pareja. “Según Sternberg, el amor perfecto es como un triángulo equilátero que tiene tres componentes: intimidad, pasión y compromiso”, arranca la psicóloga Susana Vázquez. Sin embargo, esta fórmula, que damos por sabida, no es tan fácil de lograr. No todo el mundo tiene la misma forma de amar y muchas personas se desesperan amargamente al no entender al otro. “El psicoanalista John Bowlby, en su teoría del apego, describe la dinámica de las relaciones a largo plazo. El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres o cuidadores y que le da la seguridad indispensable para el buen desarrollo de la personalidad. Estos estados están determinados por la capacidad de respuesta de sus figuras parentales. Identificó tres tipos: el seguro, el ansioso y el distante.” ¿Amaremos según nuestro apego? “Sí, en la vida adulta estas formas de apego continuarán aunque no seamos conscientes de ello”.

La persona de apego seguro: buena para resolver conflictos, reconoce sus equivocaciones y es comunicativa. No juega con la otra y acepta que quiere estar cerca de su pareja. No tiene miedo a la intimidad ni a planificar un futuro (no huye). Perdona sin dar tantas vueltas y tiene relaciones sanas.

Ansiosa: excelente para “oler” cambios en la relación, para “sospechar”. Le gusta hacerle pruebas a su amor para ver si está tan comprometida como ella. Necesita demasiado estar cerca, a veces obsesivamente. Busca intimidad y usa el sexo para lograr un mayor acercamiento. Tiene un sube y baja emocional constante, dudas, conflictos. Piensa que es su “última oportunidad” de tener amor.

Distante: disfruta de estar sola y tener su espacio personal. No expresa sus emociones, más bien las reprime. Compara constantemente a su pareja con su ex. Se distancia viendo las pequeñas imperfecciones de la misma. Evita la cercanía física y no sabe detectar sus necesidades.

La atracción física es una de las primeras piezas que entra en el juego amoroso y tiene su explicación científica: “El amor es como una droga y los centros neuronales que se activan son los mismos activados por el alcohol, tabaco y otras sustancias adictivas. Los centros están localizados en el sistema límbico, ligado con las emociones y las recompensas. Lo que provoca la sensación placentera es la dopamina, que activa diversas partes del cerebro que, a su vez, estimulan reacciones fisiológicas como el aumento del latido cardíaco o la presión arterial”, explica la profesional. En otras palabras, la dopamina se segrega porque vemos algo que nos atrae, nos gusta; después de la vista, vienen el olfato y el tacto.

A pesar de las desilusiones que podemos llegar a sufrir, no debe acabarse el deseo de amar. “La relación de pareja es hermosa, hay que cuidarla como a una planta frágil, regalala, abonarla, cada tanto hacer una poda y, sobre todo, ser responsable y coherente. Hay que saber que la primera etapa de enamoramiento pasa con el tiempo; neurobiológicamente, los receptores de dopamina comienzan a perder sensibilidad”. Queremos estar enamorados toda la vida, pero este estado durará aproximadamente tres años y comenzarán las frustraciones y quejas. Dice Vázquez: “Si una persona no construye una relación más allá del enamoramiento o del placer sexual en tres años, una relación que pueda dar la sensación de apego y profundidad, es probable que sufra serios reveses. Por eso, es fundamental fomentar la admiración, cooperación, construir juntos a través de la amistad dentro de la relación de pareja”.

Para no creer que nuestras relaciones fracasan porque todo el universo conspira contra nuestra felicidad, es necesario sincerarnos con nosotros mismos. “La gente debe hacerse responsable de lo que construye; si no lo hace, culpará al otro porque es la salida más fácil y luego irá repitiendo el mismo error de relación en relación. Es importante detenerse a pensar: ‘¿qué faltó?’, ¿en qué exageré?’ ”.

¿Para qué sirven los dichos populares a la hora de elegir pareja? “Promesa de enamorado, promesa de marinero”, “El premio del amor es el amor”, “Guárdate del amor que te mira el bolsillo”. La psicóloga compagina: “Este tipo de frases tiene su razón de ser, ya que reflejan la sabiduría popular y a través de ellas podemos adentrarnos en los valores, actitudes y conductas de una sociedad que también sabe por experiencia. Es interesante darse cuenta de que nuestra pareja suele ser nuestro ‘maestro de vida’ y, si sabemos llevar la relación, nos proporcionará mayor crecimiento psicológico y espiritual, pues es capaz de morir para volver a nacer”.

Cuidado al combinar

Ansioso con distante: probablemente tendrán una relación tormentosa porque el primero termina siendo dependiente afectivo. El ansioso no puede dejar la relación y se pasa llamando, desconfiando, celando. No hay admiración ni coincidencia en valores.

Ansioso con seguro: pueden tener buen pronóstico porque el seguro le puede ayudar a mejorar su autoestima y a dejar de pensar que no será amado; sus mensajes serán claros y directos.

Distante con seguro: puede pasar de ser distante a ansioso porque el seguro no le permitirá maltratos ni relaciones ambiguas, y también expondrá de manera clara su forma de pensar y probablemente termine con la relación.

Texto lperalta@abc.com.py

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