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En la relación de pareja son más las mujeres las que ansían escuchar el tan cliché como romántico “te quiero”. Y, además, que dicha expresión sea susurrada al oído, tal como en las clásicas películas de amor. Sin embargo, no todas corren con la misma suerte.
Meses atrás conocí a una joven en un curso de gastronomía al que asistimos las dos, ella no acude precisamente con el solo fin de aprender a cocinar, sino que, a parte de adquirir nuevos conocimientos, se inscribió por recomendación de sus allegados, ya que también se trata de una actividad de distracción. Los motivos que la condujeron fue que en agosto pasado terminó un noviazgo de largo tiempo y aún sentía la tristeza aflorando en su piel. Durante algunos meses, se cuestionaba silenciosamente el hecho de no haberse sentido querida, ya que a su pareja le costaba demostrar sus sentimientos. Nos hicimos amigas y, al intercambiar nuestras historias, me comentó que después de separarse de su ex, se enteró de que él padece de alexitimia, una incapacidad de “encontrar” las palabras para describir sus sentimientos y el de los demás. “Las personas que sufren este trastorno tienen dificultades para reconocer y nombrar sus afectos. Entre las causas, se encuentran los problemas genéticos, los malos desarrollos neurológicos, situaciones muy estresantes o traumáticas vividas, por lo que algunos se limitan a bloquear sus propias emociones convirtiéndose con el tiempo en alexitímicos”, reconoce Claudia María Viola, licenciada en Psicología.
El comportamiento
“Generalmente, no se involucran con el entorno social, son calculadores, fríos, rutinarios, aburridos, carentes de humor; y, en el caso de que haya experimentado una situación compleja, se les aconseja iniciar un tratamiento de psicoterapia (ciencia social que estudia los pensamientos). Considero que la familia cumple la función clave de percibir la conducta y encontrar la ayuda necesaria para mejorar la salud mental del paciente. Cualquier desorden se vuelve menos severo si es tratado a tiempo”, señala Viola.
Los alexitímicos se enfocan en los hechos y los detalles ajenos. En sus relatos no hablan de los sentimientos personales ni el de los ajenos. Muchas veces realizan la misma rutina para calmar la ansiedad. Algunos pacientes pueden beneficiarse con medicamentos antidepresivos, porque el trastorno se relaciona con un bajo estado de ánimo, pero no en la generalidad.
La psicóloga añade que el proceso de reconocer los afectos es lento y ciertamente frustrante, ya que carecen de empatía. Si sienten atracción por alguien, tienen relaciones sexuales, aunque no expresan nada más y en el momento de la toma de decisiones también se aíslan, porque la emoción se hace presente. Las estimaciones estadísticas reflejan que alrededor del 8 % de quienes lo sufren son hombres y, casi en un 2 %, mujeres. Esta notable diferencia se produce debido a que ellas son más comunicativas, ya que utilizan los dos hemisferios cerebrales.
Luego de que mi compañera de cocina comprendió el problema de su ex, decidió volver con él y ayudarlo para que asista a terapia. Así, en algún momento ella escuchará el tan esperado “te quiero”.
EVITAR DESDE LA INFANCIA
Dependiendo de la causa (una situación de estrés muy elevado o algún trauma), se podría evitar el trastorno. Siempre es fundamental conocer el entorno en el que se cría el niño, ya que debe ser amable y demostrativo. El especialista, primeramente, tendrá que conversar con los padres y observar cómo se expresan para, posteriormente, dar inicio al tratamiento con el pequeño. En el hogar, el compromiso es que todos los miembros de la familia tengan su momento para compartir con los demás cómo se sienten. Nombrar los afectos siempre ayuda a que ellos sean conscientes, y si no, lograr encontrar un espacio positivo y buscar la manera de trabajarlo más a menudo. El niño entonces crecerá en un hogar seguro, con la confianza de que será escuchado y ayudado las veces que sean necesarias.
Texto dbattilana@abc.com.py