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Cargando apenas una maleta de mano, acompañado de su hermano Eben y su representante Tiro, Nathan llegó al aeropuerto Silvio Pettirossi dos horas antes de abordar su vuelo con destino a California. Habíamos marcado nuestra cita a las 12:00 y él se había retrasado un poco. “¿Me dejás hacer el check-in para luego conversar?”, preguntó. Minutos después regresó con un rostro visiblemente relajado, listo para una charla que prometía.
El yankee –como se lo conoce tras su participación en Luna de Cigarras– abordó el tema de su más reciente personaje en el filme paraguayo, mientras paseábamos en busca de un sitio para conversar.
Nathan nació y vivió sus años de infancia en el Paraguay, y asegura que guarda varios momentos con mucho cariño. Entre risas menciona que antes de hacer cine, fue modelo. “Mi mamá me había hecho participar de un desfile de modas. ¿Te acordás, Eben?”.
Tras detenernos en ciertas ocasiones para que él se tomara fotos con quienes lo reconocían, Nathan relató no solo su experiencia en el cine y rememoró sus años en nuestro país, sino que también compartió sus proyectos personales.
Naciste en el Paraguay, ¿cómo se dio esa casualidad? Mis padres habían venido a Sudamérica como profesores. Les encantaba viajar, por lo que yo crecí viajando. Nací y viví en el Paraguay seis años en total, sin contar mis posteriores visitas. Recuerdo subir a los mangos y a las murallas de los vecinos, prender fuego a los lotes abandonados de mi barrio y jugar al fútbol con los chicos. Yo era muy hiperactivo, entonces solía meterme en problemas. A veces me llamaban Satán (risas).
¿Cuáles eran tus pasatiempos? Durante los veranos en el Paraguay mi madre me mandaba afuera y cerraba la casa, entonces yo iba en micro a donde sea. Recorría todo el barrio y toda la ciudad, un poco como J. D. Filtner (personaje que encarna en Luna de Cigarras). A veces iba en bici o skate a la casa de mi amigo Octa (Octavio Caballero), donde armamos una rampa de skate. A veces iba al Panorama, donde podía entretenerme con los videojuegos y el bowling. En aquel entonces, también tomaba clases con el artista brasileño Livio Abramo, con quien aprendí el arte del grabado.
¿A qué edad te involucraste en el cine? Primero hice un poco de modelaje, y después música, así llegue al cine. Me atraía el desafío. Aproximadamente, a los 24 años empecé a trabajar detrás de cámaras ayudando en una preproducción, cuando la directora me dijo: “¿Por qué no audicionás? Te veo como ese personaje”. Me dieron el papel y ya no paré.
¿Algún miembro de tu familia se relaciona con el cine u otra vertiente artística? Sí, todos los chicos en mi familia son más o menos creativos. Tengo un hermano que vive en los Estados Unidos y es documentalista, otro estudió fotografía. Eben es músico y ahora vive en el Paraguay; él también colaboró en Luna de Cigarras con uno de sus temas musicales.
¿Fue difícil hacerte camino en el cine? Claro, el cine es muy competitivo. Viví varios años en Nueva Zelanda, a donde llegan bastantes proyectos de Los Ángeles y Europa. Audicioné, audicioné y audicioné, después volví a Los Ángeles, donde si no estás preparado la ciudad te come vivo. Hay tantos haciendo la misma cosa y queriendo la misma cosa...
¿Tuviste que dejar algo atrás para dedicarte a esto? Dejé una carrera, estudié Biología, pero la realidad era que buscaba algo más creativo. Aún pienso en ejercer mi carrera, pero por el momento estoy muy involucrado en todo lo que es el cine.
¿Cuál fue tu primer papel? ¿Cómo lo recordás? Una de las primeras actuaciones fue en The Music Within, con Ron Livingston y Micheal Sheen, grabada en Portland, Oregon. Recuerdo que los actores fueron muy humildes, daba gusto estar en el set, con cada persona haciendo lo suyo para que todo saliera bien. Todos eran muy profesionales y yo me sentía supercómodo.
¿Cuáles han sido tus roles, además de actuar para una película? En estos siete u ocho años de on/off he estado desempeñado diferentes roles, la mayoría pequeños. Son varios los proyectos en los que, si no estaba actuando, hacía de dirección de arte y también un poco de producción. Tres de los filmes que me vienen a la mente y que siento orgullo de formar parte son The Butterfly Circus, Elegy for a Revolutionary y The Water Horse. El de J. D. Flitner en Luna de Cigarras fue hasta ahora la interpretación, el papel que más he disfrutado. Fue un gusto desarrollar el personaje con Jorge Bedoya y los otros actores.
¿La idea es seguir haciendo cine en el Paraguay? Por supuesto, espero siempre seguir haciendo cine en el Paraguay. Con la productora Koreko Gua hay un montón de historias que queremos desarrollar. Me siento bien estando de nuevo en el Paraguay; es un país muy diferente y especial, y siempre da gusto estar aquí. Estar de regreso significa mucho para mí, porque siempre quise volver y hacer algo en el Paraguay. Todos los recuerdos de mi infancia me vienen cuando estoy aquí.
¿Cómo ves al Paraguay en materia de cine? Lo veo con un futuro prometedor, si la gente comienza a apoyar yendo al cine, y el Estado lo hiciera también. Luna de Cigarras, por ser una película con equipo técnico y artístico paraguayo, escrita y producida en dos años, es algo histórico en el Paraguay. Demuestra que el cine paraguayo puede convertirse en una industria. Si hay industria, hay trabajo para nosotros, y de esa forma nuestro trabajo contribuye al desarrollo artístico, cultural y económico del país. Pero algo negativo que me llama la atención es que los artistas en el Paraguay no se apoyan. En vez de apoyarse el uno al otro, se obstaculizan entre sí.
¿Tenés otros proyectos? Sí, quiero armar un proyecto con los chicos que viven en la calle o los que no tienen adónde ir. Creo que es algo que se puede lograr. No veo al Gobierno haciendo lo suficiente, entonces quizá sería mejor desarrollar un proyecto privado, cuyo enfoque apunte a enseñar algo que pueda servir a corto y largo plazo. La idea es formar un equipo que sea sólido, constante y profesional, con un enfoque laico y reflexivo. También quiero involucrarme en la lucha para la conservación de los bosques y reservas del Paraguay. Me gusta la naturaleza y todo lo vinculado con los recursos naturales.
Lo que todas las chicas quieren saber: ¿tenés novia?, ¿qué te gusta en una mujer? Sí, tengo novia, y aparte de lo físico, me gusta alguien que se cuide, que tenga amor propio y posea una fuerte autoestima; me gusta la mujer que sabe lo que quiere y que es dulce por dentro y por fuera.
De carácter sociable, activo y dueño de un decidido talento, Nathan experimenta una fuerte conexión con el Paraguay, y promete nuevos aires para el creciente cine nacional.
INTERESES Y PASATIEMPOS
Esta es la primera vez que Nathan trabaja para un largometraje nacional, pero anteriormente, en Nueva Zelanda, integró el staff de la película The Water Horse (2007). Uno de sus más recientes logros fue la realización del cortometraje The Butterfly Circus (2009), premiado en 35 festivales, en el cual, además de contar con un pequeño papel, se desempeñó como productor ejecutivo y director de arte.
Cursó sus estudios universitarios en Oregon State University, mientras que los conocimientos actorales los fue adquiriendo con la vida y los pulió con Milton Justice, profesor de la Universidad de Yale, en New Haven (EE. UU.).
Cuando no se dedica al cine, Nathan se la pasa en la cocina comiendo bien y pensando en su próximo viaje. Le gusta jugar fútbol, aunque admite que no le queda mucho tiempo para el deporte. Además, le apasiona la fotografía y disfruta diseñar cosas de materiales reciclados.
Texto nadia.cano@abc.com.py