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Con 16 años, Tatiana es una luchadora por las causas sociales. Su activismo nace como reacción a las injusticias sufridas en el caso Ycuá Bolaños, siendo una sobreviviente de aquel luctuoso hecho. Aquel siniestro marcó su vida por completo, como ella dice. Tati, que cuenta con una prótesis en la pierna derecha, comenta que la principal cicatriz la lleva en el alma, por los atropellos sufridos durante la causa judicial. Comprometida con las demás víctimas del Ycuá, hoy, su círculo de lucha se extendió hacia otros sectores. Desde abril es miembro de la coordinación ejecutiva nacional de la Fenaes y, junto a otros jóvenes, pelea por una educación de calidad en nuestro país. Su compromiso con la sociedad es grande, asegura.
Por momentos, el triste recuerdo la asedia, Tati no se amilana. “Aprendí a lidiar con los episodios de aquel 1 de agosto”, dice en una demostración de fortaleza y agrega: “No hay tiempo para penar, sino para trabajar”. En setiembre, la Municipalidad de Asunción le otorgó el Premio Municipal de la Juventud en el área de mérito cívico, que para ella haberlo recibido es un gran honor y una gran responsabilidad. “Yo creo que unidos, sin colores partidarios que nos dividan, podemos alcanzar el Paraguay que deseamos. Pero hay que trabajar”, sostiene.
A partir del caso Ycuá Bolaños, tu vida cambió rotundamente. Siempre dije que mi vida dio un giro de 180º a partir del siniestro y hoy, a pesar de ciertas dificultades, puedo salir adelante con esfuerzo. Mis limitaciones dejaron de ser un obstáculo, ahora son un reto. Aunque tengo que admitir que siempre se presentan altibajos, como les pasa a todos, pero con el apoyo de mis seres queridos me levanto fortalecida. Sin ellos me resultaría difícil continuar.
¿Ese episodio y la lucha por la justicia despertó tu activismo social? Totalmente. Ahora veo que la vida es una lucha. Me gusta estar con la gente, ubicarme en el lugar del otro y tratar de entender qué le está pasando. Odio las injusticias, y más por lo que sucedió con el proceso judicial del Ycuá. Además, me siento indignada porque el edificio siniestrado ahora se convirtió en una cueva de malvivientes.
¿Cómo está el caso? Sigue siendo un problema hasta ahora. Nadie se interesa por el tema. Es la injusticia más grande en el Paraguay; las víctimas tenemos que seguir soportando un montón de atropellos. Pero, igual si quedamos solo tres o cuatro personas, vamos a seguir luchando por la memoria de las 400 víctimas que murieron injustamente aquel fatídico día. También pedimos que el local se convierta en un memorial para recordar a nuestros seres queridos que se fueron aquel funesto 1 de agosto.
Esa lucha la extendiste también al campo estudiantil. Sí. Llegar a la Fenaes fue gracias a que me eligieron presidenta del centro de estudiantes de mi colegio –Técnico Javier–. Ser una dirigente estudiantil es una batalla vencida.
¿Cuál es la situación actual de la Fenaes? Por el momento es muy difícil el trabajo porque comenzamos de cero. Nuestra principal lucha es por la educación de calidad y, en este punto, pedimos que ya no se recorte el presupuesto destinado a la formación de niños y jóvenes. Son muchos los proyectos que tenemos en mente.
En la última manifestación de la organización no tuvieron mucha convocatoria. No, pero creo que no fue un fracaso. Nosotros creemos que esto recién comienza, solamente nos falta mayor unidad. Los estudiantes debemos salir a las calles y pedir una educación de calidad. Hay que desechar el conformismo. Debemos pensar en las futuras generaciones.
Por otra parte, ¿cómo es tu día a día? Sigue siendo un poco difícil, pero lo sobrellevo. Muchos recuerdos no me permiten avanzar, no obstante, no me dejo estar. Trabajo en diferentes temas, y así busco olvidarme por lo menos un rato del pasado y caminar en busca de esa meta que tengo siempre.
¿Cuál es tu meta? Ser una persona de bien. Quiero culminar mis estudios, ser una profesional respetada y, aunque parezca muy ambicioso, quiero ser presidenta de la República; la primera mujer al frente del país, si es posible. Estar con la gente me ayudó a reflexionar. Hasta hace poco decía que no iba a poder alcanzar ese objetivo, pero ahora estoy convencida de que sí puedo. Existen tantas injusticias y violaciones de los derechos de la gente que siento la necesidad de terminar con eso. Me voy a preparar académicamente para ello. Yo quiero servirle al pueblo, no servirme del pueblo como pasa hoy. Yo conozco la injusticia como muchas personas, y qué mejor que una persona que haya pasado por esto esté allá arriba. Yo quiero ayudar y lo voy a hacer.
¿Qué considerás positivo y negativo en tu vida? Los logros que conseguí creo que son aspectos positivos. Aprendí a ser más fuerte, a luchar por lo que quiero, a no darme por vencida. Lo negativo sería estar muy preocupada por asuntos cuya solución escapa de mis manos.
¿Cuáles son tus proyectos? Estoy preparando un libro sobre mi historia y el calvario que pasamos las víctimas en la causa judicial. Por el momento, pausé la elaboración porque cuando escribo revivo episodios que me entristecen mucho. Pero ahora me siento con más fuerza y lo voy a retomar. El material se enfocará en los atropellos que sufrimos luego del incendio, a eso que llamo monumento al capitalismo inhumano.
¿Cómo te definís como persona? Soy una joven comprometida con la gente, con la patria; tengo ganas de cambiar la situación del país, de luchar por una vida más digna para todos. Creo que no hay barreras para nada. Todo está al alcance de la mano. Y siempre voy a estar ahí, para la gente. Es lo que puedo decir sobre mí, de seguro otras personas me definirían de otra manera.
Tati comenta que gracias a la ayuda de la psicóloga Carmen Rivarola pudo vencer los obstáculos que se le presentaron y que ella le enseñó que es mejor construir puentes de amistad que murallas de división. “Ella es mi inspiración”, dice.
Valiente
Tatiana cuenta que algunas personas la suelen subestimar por contar con una prótesis. “Cuando me dicen que no voy a poder hacer tal actividad, doy todo de mí para demostrar que sí puedo llevarla acabo”. Valerosa y desafiante, Tati se unió al Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Paraguay y el próximo año se recibirá de brigadier para luego formar parte de la academia. “En una ocasión, recuerdo que el instructor preguntó quién tendría miedo de entrar a un incendio, entonces rápidamente respondí: Yo no, porque ya estuve en uno”, cuenta.
Estudiante del segundo año de la media, Tati dice que la educación es la base del progreso. Amante de los libros y de la escritura, la activista señala que siempre encuentra momento para reflexionar sobre temas que le preocupan, aunque trata de no dejarse llevar por las emociones del aquel triste recuerdo, por más que le cueste.
Texto jose.riquelme@abc.com.py