Cargando...
El gato de la foto se llama Gordon, se alimenta de balanceado especial para los persas y es muy dócil, comenta su dueña. El minino es de cuerpo macizo y corto, levemente pesado, y de lento y tranquilo andar. No es huraño ni tampoco invasor. Casi nunca maúlla y puede adaptarse bien a cualquier situación gracias a su gran pasividad; no necesita mucho espacio. El cuerpo presenta un aspecto compacto, macizo y robusto, pecho ancho y patas cortas. Los hombros y el dorso son muy musculados.
Las patas son cortas y es normal que tenga mechones de pelos entre los dedos. La cola preferentemente corta, proporcional a su cuerpo, densa y con largos pelos, los que le dan una “persa belleza”. La cabeza es redonda y maciza, con cráneo ancho y frente abombada. Los pómulos llenos, redondeados y con mentón fuerte. La nariz es ancha y muy corta; las orejas son pequeñas, redondeadas, muy separadas y adornada con tupidos mechones. Sus ojos son grandes, redondos y brillantes, bien separados y muy expresivos. El color de ellos es cobre, azul o dispar, ya que en los gatos es muy frecuente que tengan un ojo azul y otro de color diferente. El manto del animal tiene pelaje largo y denso, de un color uniforme. Es un aristócrata de lujo y un habitué de los sillones mullidos.
Sus orígenes
Así como su nombre indica, este gato es de Persia, hoy Irán, pero cuenta una leyenda que los persas modernos derivan del cruzamiento con una raza de pelo largo y cuyo origen es Turquía. Los primeros registros datan del año 1620, en Europa, y se extendieron por todo ese continente durante dos siglos, y así a finales del siglo XIX llegó a manos de Harrison Weir, a quien se le considera precursor de la raza.
Foto Gentileza