“El bambú se prepara para triunfar y, en su camino hacia lo más alto, pasa por diferentes procesos. Si alguien lo corta, renace empezando de cero. El ceremonial y el protocolo son tan fuertes como esta milenaria planta, ya que tiene una base sólida, y puede pasar por varias etapas, pero, aun así, seguir intacta en sus objetivos.
El protocolo, como cualquier otra disciplina, tuvo que evolucionar, trascender, no solo en la parte pública, sino también en el ámbito privado. En pleno siglo XXI, la rigidez se ha cambiado por un suave susurro al que los profesionales que nos dedicamos al tema llamamos “sugerencias”, no precisamente dejando de lado las reglas; simplemente, adaptándonos al paso del tiempo. El protocolo no impone en esta era, solo aconseja.
Quitémonos el miedo a esta disciplina, no cambiando el chip, sino conectándolo en nuestra vida diaria. Hay quienes piensan que el protocolo ha quedado en total desuso. Les diré que no. En este tiempo yo lo veo más presente y más potente que nunca; flexible, sí, como un tallo de bambú, que puede doblarse, pero nunca romperse. Está hecho para el servicio. El protocolo nunca debe ser un problema, sino una solución.
Si por alguna razón existe algún tipo de problema, entonces el protocolo y el ceremonial deben ser lo suficientemente capaces de redireccionar y encajar las piezas que están en el rompecabezas. No por nada hoy recurro a la comparación con esta planta, que no se manifiesta precisamente por la rigidez, porque el que crea que en este siglo que el protocolo es así, desconoce realmente cómo funciona.
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Llegamos al punto en el que el protocolo ha sido adaptado hasta para eventos deportivos y sociales. Protocolo hoy en día no solo es vinculado a la organización de actos y eventos solemnes, sino también a la comunicación en sí. En la era de la tecnología, el protocolo es un gran instrumento de comunicación. En ese contexto, y en gran medida, el personal de protocolo se encuentra en una gran responsabilidad, no solo de cumplir con las reglamentaciones, sino adaptarlas para que la interpretación que salga al exterior sea bien recibida.
Y así, como la noble planta del bambú, flexible pero fuerte, adaptable pero firme, dinámica y en constante cambio, el protocolo que se aplica de forma correcta puede hacer que un simple acto sea memorable, perdure en el tiempo; si se corta en algún punto, volver a tener brotes; y, como ella, habrá de soportar el más caliente sol o el frío más extremo y sobrevivir a cualquier circunstancia. Estas son las verdaderas fortalezas del ceremonial y el protocolo, que en el camino encuentra muchas dificultades, pero a pesar de todo, no claudica y sigue tan vigente”.
* Ana Pérez, discípula mía, quien ama el ceremonial y el protocolo.
Hasta la próxima entrega…