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Estar conectados ya es parte de nuestro día a día, realidad que se refleja en el dato de la consultora Gartner, que indica que el número de dispositivos conectados a internet hoy está cercano a los 4.900 millones, 30% más que en 2014. Mientras, las estimaciones aseguran que para el 2020 existirán 50.000 millones de dispositivos conectados, además que habrá alrededor de siete dispositivos por persona que van desde vestibles y celulares hasta computadoras. Al uso de estos dispositivos se agrega la generación de datos que se hace a través de ellos y que hoy significa que 7 exabytes de datos (7 exabytes es lo mismo que 7.340.032 terabytes) son generados cada día.
Varios fabricantes del sector están trabajando para acelerar el desarrollo y despliegue de la internet de las cosas a través de la construcción de dispositivos inteligentes y nuevos estándares, creando sistemas de sistemas mediante la conexión de dispositivos de legado a la nube Pero IoT no solamente es una interacción de dispositivos con la internet de las cosas; es la creación de un mundo con infinitas posibilidades y se refiere a dispositivos que se conectan a internet, para integrar así una mayor capacidad de cómputo que permite hacer análisis de datos y extraer información valiosa.
La IoT está transformando nuestro mundo desde sistemas desconectados y aislados a dispositivos habilitados para su utilización con internet, que pueden establecer contactos y comunicarse entre sí y la nube, proporcionando una oportunidad a las empresas para mejorar la productividad y la eficiencia, además de desarrollar nuevos servicios y mejorar la toma de decisiones en tiempo real.
Según los analistas del sector, los beneficios del internet de las cosas no deben evaluarse basados únicamente en los productos que existen en la actualidad, sino en la capacidad de converger con otras tecnologías.
La apuesta a la IoT es clara, y las principales compañías tecnológicas apuestan a esta tendencia tecnológica, que no debe ser considerada como una propuesta aislada o por encima de otras; ya que forma parte de una etapa de crecimiento y adaptación, en una economía digital y, sobre todo, en una economía de la experiencia, donde todos los usuarios consumen y, por consecuencia, experimentan y evalúan.