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Cuando Charles W. Hull, más conocido como Chuck Hull, fabricó la primera pieza con impresión 3D en 1983, no imaginaba ni por asomo a dónde podría llegar su invención.
La técnica, que permite crear un objeto tridimensional sólido a partir de un modelo digital está evolucionado a pasos agigantados, permitiendo la impresión de prácticamente cualquier cosa, desde implantes dentales a gafas, ropa o calzado e, incluso, casas.
Las ventajas de la impresión 3D son infinitas y tan asombrosas que muchas de ellas ni siquiera podemos imaginarlas hoy en día, sino que irán surgiendo con el paso del tiempo. No obstante, algunas ya son evidentes y podremos disfrutar de ellas a corto plazo:
Recuperaremos la personalización y fabricación a medida. Fabricaremos más rápido y por menos dinero gracias a su enorme versatilidad in situ. Dañaremos menos el medioambiente. Contaminaremos menos al no ser necesario distribuir los productos a largas distancias, desaparecerá la contaminación generada actualmente con su transporte y se generarán menos residuos.
Según Avi Reichental, pronto todos podremos tener una impresora 3D en nuestra casa y fabricarnos nuestro propio calzado o ropa personalizados y a medida. De hecho, será habitual que conozcamos las medidas de cada parte de nuestro cuerpo, al igual que ahora conocemos nuestro número de calzado. “Teletransportaremos” objetos directamente desde nuestro ordenador al mundo físico, señaló.