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En 2013 Ogier tomó el testigo de Loeb, que se había impuesto en las nueve ediciones anteriores del Mundial, por lo que en los últimos 14 años la competición siempre ha sido ganada por un piloto francés.
“Este año ha sido complicado, pero lograr esto al final es increíble. Hemos trabajado muy duro”, señaló el campeón entre lágrimas.
Para lograr el título antes de la última prueba en Australia, del 16 al 19 de noviembre, le hacía falta terminar con un margen de 31 puntos sobre sus dos últimos rivales, el belga Thierry Neuville (Hyundai) y su compañero estonio Ott Tanak.
Tercero en la carrera y cuarto en la Power Stage, Ogier acabó con 32 puntos de ventaja sobre Neuville, segundo en la general y ganador de la Power Stage, y 46 sobre Tänak, sexto clasificado.
“Felicidades a Sebastien por este nuevo título. La pelea fue grande este año. Aunque hubo momentos de mala suerte (...). Sabíamos que sería complicado ser campeones con todo lo que nos pasó este año. Pero eso no es culpa nuestra, lo intentamos realmente”, se consoló Neuville.
El otro ganador del día fue Evans, de 28 años, que logró su primera victoria en la máxima competición. Hasta ahora contaba con cuatro podios en 62 carreras desde 2007.
El galés, único piloto local con opciones, figuraba entre los favoritos a la victoria gracias a sus neumáticos DMACK, desarrollados especialmente para la ocasión.
En casa, su equipo M-Sport vivió un excelente domingo, logrando además su tercer título de constructores (tras 2006 y 2007), el primero sin el apoyo oficial de Ford.