Un alto costo que la Policía debe aclarar del todo

La muerte de un policía es el trágico final que le deparó el destino a este oficial y un cúmulo de errores que las autoridades policiales deben indagar para que no vuelva a ocurrir.

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Como Punto 1 podemos decir que el subcomisario Arístides Peralta estaba a disposición de la jefatura, es decir, sin cargo, o con uno simbólico, cual es el de establecer el sistema de tránsito para los servicios de seguridad en el departamento Central.

Es evidente que el encontronazo que tuvo con la fiscala María José Pérez, cuando Peralta era subjefe de la comisaría de San Antonio le dejó malparado.

Punto 2. Conforme al testimonio de su esposa, a Peralta le convocaron para realizar un trabajo de urgencia, sin darle mayores detalles

A juzgar por lo que le dijo su esposa, Peralta no sabía del operativo.

Punto 3: si Peralta estaba en otras funciones por qué actuó en un operativo asignado a una brigada.

Punto 4: relacionado al 3. Es probable que la explicación sea de que la Policía optimiza al personal que no está cumpliendo funciones importantes y que tiene la capacidad para este tipo de procedimiento, peor la pregunta es ¿acaso no debería un policía estar concentrado en este tipo de operativos para evitar sorpresas desagradables?

Punto 5: Hasta ahora no queda claro quién fue el responsable de este procedimiento. A ¿quién se le comunicó? ¿Quién lo organizó? ¿Cómo se permitió que vayan sin chalecos? ¿Por qué esperaron que asaltasen el banco (qué pasaba si en el atraco mataban a uno de los clientes o funcionarios) y por qué en la estrategia de emboscada, los policías civiles también quedaron en línea de disparo de los agentes de la GEO?

A Peralta lo llamó la muerte. Fue sin chaleco, recibió un primer disparo que lo tira al piso y luego, inexplicablemente le dispara su camarada.

Pero el destino lo forjan los hombres con sus acciones.

Este operativo podía haber sido exitoso si no ocurría la tragedia.

Eran cinco malvivientes que iban a caer con la plata robada.

La información era buena, al punto de que los tiradores de la GEO tuvieron tiempo de ubicarse para emboscar a los asaltantes y los de la brigada de inteligencia se posicionaron detrás mismo del vehículo de los asaltantes, sin que estos se percataran.

Después del hallazgo del coche bomba este iba ser otro éxito de la Policía.

Pero ahora no se habla ni que los maleantes fueron detenidos, ni que tampoco se recuperó la plata.

Ahora, sus mismos camaradas se lamentan de la muerte de este oficial y se preguntan el motivo por el cual hubo tanta negligencia.

Las fatalidades pueden ocurrir pero no deben ser facilitadas.

La Policía no debe conformarse con simples remociones de jefes policiales, sino que debe sincerarse y concluir por qué ocurrió esto.

Ah y otra cosa: quedó la sensación de que quisieron tapar todo –con la venia del Ministerio del Interior– para echar la culpa a los maleantes. Tardaron siete horas en reconocer lo ocurrido y en ese momento ya estaba al frente el viceministro Hugo Sosa Pasmor.

Y flota en el ambiente de que tuvieron que reconocer lo que ocurrió, simplemente porque no pudieron con la tecnología.

ocaceres@abc.com.py

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