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Una de las víctimas, Juan Carlos Sánchez Valdez, fue encontrado sin vida y con siete impactos de bala en el cuerpo en un maizal de la colonia Potrero Sur, a unos 10 kilómetros de Pedro Juan Caballero. El joven fue reconocido después por testigos como uno de los sicarios que acribillaron al locutor.
La noche del 21 de mayo anterior se produjo el deceso de Adán Franco (47), mientras que Alberto Sanabria Quevedo (29) resultó gravemente herido, después que sicarios atacaran la camioneta Mitsubishi L200 roja en que se desplazaban por una calle de Pedro Juan Caballero.
El jefe de Orden y Seguridad de la Policía del Departamento de Amambay, comisario principal Juan Fernández, explicó que minutos antes del ataque, Franco recibió una llamada telefónica mediante la cual le indicaban que “podía pasar a retirar el dinero”.
La camioneta en la que iban fue acompañada por un vehículo liviano, presumiblemente un Volkswagen Gol de color oscuro, en el que se desplazaban al menos tres sujetos, quienes fueron los que realizaron los disparos con armas de diverso calibre.
Otro “ajusticiamiento”
A la mañana siguiente del ataque que segó la vida de Adán Franco en el barrio San Juan de Pedro Juan Caballero, los vecinos denunciaron el hallazgo de un cadáver de sexo masculino con varios impactos de bala, tras ser abandonado en un camino vecinal. La Policía acudió al llamado y corroboró el hecho. Sin embargo, no encontraron ningún documento que pudiera acreditar la individualización del malogrado, que fue trasladado primeramente al Hospital Regional de Pedro Juan Caballero y después depositado en la morgue de un nosocomio privado.
El viernes quedó revelada la presunta identidad del infortunado, que podría tratarse del ciudadano colombiano Héctor Julio Gutiérrez González, de 38 años.
La Policía aún no encontró ninguna conexión entre este crimen y la ejecución de Fausto Gabriel Alcaraz, aunque no se descarta.
Por otro lado, existen varios rumores que circulan en el submundo de la delincuencia en Pedro Juan Caballero, que anuncian la materialización de nuevas ejecuciones ordenadas por los altos exponentes de la mafia que opera en la “frontera seca” con Brasil y está ligado al tráfico de grandes cantidades de marihuana y cocaína al país vecino.
Las ejecuciones ordenadas por los líderes de las organizaciones del narcotráfico han cobrado la vida de al menos 13 personas en lo que va del presente año. En el 2013, los sicarios llegaron a eliminar a 106 personas, según estadísticas manejadas.