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Pablo Medina, de 53 años, fue ultimado de cuatro balazos de pistola calibre 9mm y otro de escopeta calibre 12 mm. alrededor de las 14:20 del jueves último en un camino rural de la colonia Marchetti, a ocho kilómetros de la zona urbana de Villa Ygatimí, distante unos 50 kilómetros de la ciudad de Curuguaty.
El trabajador de prensa regresaba de una cobertura periodística en varias comunidades de Villa Ygatimí y Ypehû, cuando fue interceptado por dos sujetos vestidos de parapara’i, quienes salieron de un monte.
A raíz de una señal de pare que le realizaron los desconocidos, Medina detuvo la marcha de la camioneta en la cual viajaba, una Mitsubishi L-200, y uno de los sujetos le preguntó si se trataba del corresponsal de este diario. Tras asegurarse de su identidad, le dispararon cuatro veces con una pistola calibre 9mm y le remataron de un tiro de escopeta calibre 12 en la cabeza.
Igualmente fue herida de dos balazos la asistente del periodista, Antonia Maribel Almada Chamorro (19), quien viajaba en el asiento de acompañante. Sin embargo, la hermana de esta, Juana Ruth Almada Chamorro (30), resultó ilesa del ataque aparentemente porque los sicarios no lograron verla.
La primera fue auxiliada por familiares y vecinos, pero falleció antes de llegar al centro de salud de Villa Ygatimí.
Precisamente Juana Ruth fue quien alertó de lo ocurrido al llamar desde el teléfono celular del comunicador a un dirigente campesino de la zona. Este a su vez contactó con policías, quienes acudieron a verificar y comprobaron el alevoso hecho criminal.
Pesquisa y reacciones
Las investigaciones efectuadas por la Policía y el Ministerio Público desde un principio apuntó como responsable de los crímenes al narcotráfico, ya que Pablo Medina venía soportando varias amenazas provenientes del sector del negocio de las drogas. Incluso contó con guardia policial durante un tiempo, y utilizaba chaleco antibalas para protegerse de eventuales ataques.
Es más, en el momento del hecho su chaleco se encontraba por el asiento de la camioneta, según las informaciones.
La Policía le retiró el custodio en setiembre de 2013 cuando venció la orden judicial que dispuso la protección, según las explicaciones del comandante, Crio. Gral. Francisco Alvarenga.
El asesinato de Pablo Medina generó una inmediata reacción en Paraguay y posteriormente en otros países, sobre todo cuando se conoció que las sospechas apuntaban al crimen organizado, muy arraigado en la sociedad civil de la zona norte del país, y que incluso es manejado por algunos políticos y protegido por ciertos sectores de organismos de seguridad.
Periodistas y otros empleados del diario ABC Color salieron a las calles del microcentro de Asunción para exigir justicia y esclarecimiento del hecho. Se sumaron a la manifestación trabajadores de otros medios de comunicación.
Frente a la Comandancia de la Policía, los trabajadores de prensa exigieron una inmediata investigación. El jefe de Policía, Crio. Gral. Alvarenga, salió a responder que “los mejores hombres” fueron asignados a las tareas de pesquisa y aseguró que el hecho no quedará impune. La marcha continuó hacia el Palacio de Gobierno, pero la Policía impidió el paso de los manifestantes, quienes se trasladaron al Ministerio del Interior y finalmente al Ministerio Público.
Organizaciones sociales, políticas, eclesiásticas y otras asociaciones de Paraguay también expresaron su repudio al cobarde asesinato del periodista.
Igualmente, organismos internacionales se hicieron eco de los crímenes y exigieron una profunda investigación para llegar a todos los responsables.