Mercosur es una trampa, no le conviene a Paraguay

El motivo más importante por el cual se dice que Paraguay debe seguir en el Mercosur se sintetiza en el argumento de nuestra “significativa dependencia económica”.

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Varios técnicos dicen que salir del Mercosur sería perjudicial debido a tres razones que seguidamente paso a enumerar.

1) Que solo el 20% de lo vendido al bloque son “bienes originarios”, mientras que el 80 por ciento son asiáticos; esto es, vendemos más productos asiáticos que productos paraguayos;

2) Que nuestras exportaciones al Mercosur son una importante fuente de divisas, el 30% del producto interno bruto (PIB) y

3) Que siendo Brasil una potencia mundial, definitivamente no nos conviene salir del Mercosur.
Estos tres argumentos, sin embargo, no son consistentes para llegar a la conclusión de permanecer en el bloque.

Todavía más, los citados argumentos prueban la existencia de una trampa en la que Paraguay ha caído.
De hecho, la “dependencia económica” de la que hablan los técnicos es precisamente el motivo por el cual hay que salir del Mercosur.

En efecto, cualquier dependencia económica es de por sí dañina porque un verdadero mercado común requiere desechar las prácticas comerciales que hacen que ciertos países influyan en demasía sobre otros, haciéndolos depender de sus problemas internos o de sus proyectos contrarios al bloque, como de hecho ocurre en el Mercosur.

En el comercio internacional nada puede ser menos favorable para un país que continuar supeditado a factores que no incentivan la innovación ni la productividad.

El Mercosur se caracteriza por sus insistentes políticas arancelarias y reglamentaristas que traen consigo una alta dosis de burocracia política, en desmedro de una genuina libertad de comercio. No debería extrañarnos que Chile, Perú, Colombia y México prefieran su Alianza del Pacífico.

Brasil y Argentina han construido en todos estos años una trampa promoviendo conductas proteccionistas que dañan a las economías menos desarrolladas, como Paraguay y Uruguay, siendo nosotros los más perjudicados por nuestra mediterraneidad.

La pretensión brasileña y argentina se manifiesta en la permanente presión por ir aumentando el arancel externo común (AEC) en el comercio con los países fuera del Mercosur.

Y lo han logrado. Hoy el AEC en una lista importante de diversos productos ya llega al 35 por ciento.
Esto significa que Paraguay se ve cercado por una red arancelaria que le obstaculiza entablar relaciones comerciales más abiertas con el mundo.

Un AEC alto, por su parte, beneficia a la industria brasileña y argentina que de ese modo obtiene el control sobre el nada despreciable mercado que representa esta región del mundo.

Paraguay tiene un costo agregado en su comercio internacional debido su mediterraneidad.

Pero el Mercosur tampoco nos ha sacado ese peso de encima. Antes de ingresar al Mercosur contábamos con una notable ventaja competitiva.

Nuestros aranceles no eran superiores al 10 por ciento, lo que supone una importante ventaja y hubiera dado resultados muy positivos si no fuera porque durante mucho tiempo los políticos paraguayos oficialistas se dedicaron a perseguir a sus compatriotas, diseñando un Estado corrupto y prebendario del que se valieron y que, por cierto, no ha cambiado en estos últimos años.

Los bloques regionales como el Mercosur deberían ser como una vidriera para los países pequeños como el nuestro. Pero esto no se ha dado.

El predominio argentino y brasileño se empecina en conseguir en la región un mercado cautivo para sus industrias. Paraguay es un furgón de cola en el bloque, por aquel predominio fundado en el uso y abuso de disposiciones contrario al Tratado.

Nos fueron encerrando en un juego comercial que nada tiene de comercio libre ni de sana competencia.

Fue más bien una estrategia pergeñada para volver a nuestra economía más dependiente, haciéndonos creer que somos más productivos, por ejemplo, si le “revendemos” al Mercosur productos asiáticos que al final no son obra de nuestras industrias y servicios, como efectivamente se dice más arriba en el numeral 1 que trata de justificar por qué no debemos salir del Mercosur.

Lo ideal y correcto hubiera sido que como un bloque compitamos en el mundo global. Pero la realidad ha sido diferente. Brasil y Argentina se han decidido por el proteccionismo, una práctica de política comercial que nos hace cautivos de sus intereses y que no va a permitir que el socio menor alguna vez tenga el poderío de una economía genuinamente emergente.

La apertura comercial y la seguridad son elementos claves al momento de comerciar en un mundo muy competitivo.

Las naciones no solo desean comerciar con otras que produzcan bienes y servicios que no poseen o en los que cuentan con menor productividad, sino también con aquellos países que demuestren certeza en el cumplimiento de sus disposiciones, cosa que tampoco se ha dado en el Mercosur.

Paraguay, en consecuencia, no tiene mejor alternativa que salir del Mercosur, asociándose con otros bloques que propicien la libertad económica y la predecibilidad jurídica para competir en el mundo.
Mercosur no le conviene a Paraguay, es una trampa de la que hay que salir cuanto antes mejor.

(*) Decano de Currículum de UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalismo”.

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