Cargando...
En un momento en el cual el periodismo vivía los primeros años de la democracia, pero con la pesada herencia de una dictadura que se encargó de amordazar las noticias sobre hechos de corrupción, apareció Santiago Leguizamón realizando denuncias sobre la comisión de ilícitos en una frontera favorecida por la delimitación natural geográfica, en la cual la línea fronteriza está dividida por una línea imaginaria.
Santiago lo que hizo fue contar cómo, aprovechando esa situación y la corrupción que ya venía de mucho antes, brasileños se asociaban con paraguayos y a la vez se constituían en los patrones de la zona para operar con el narcotráfico, el contrabando de armas y la triangulación de la soja.
Las denuncias las realizaba en su programa central, el matutino que tenía en radio Mburucuyá, lo cual causaba impacto porque es una de las radios más escuchadas de Amambay y ese tipo de noticias era poco usual en ese momento.
Pero a la vez, sus denuncias tenían un alcance nacional, puesto que Leguizamón las publicaba en el desaparecido diario Noticias.
Leguizamón fue alertado de que sus denuncias le podían costar la vida.
Lo estuvieron amenazando esos días anteriores, pero Santiago prefirió mantenerse en su radio y en la ciudad, pese a que era un lugar de violencia generalizada por la mafia del narcotráfico, principalmente.
Inclusive, el fatídico 26 de abril de 1991, Humberto Rubin, director de radio Nandutí, casi como un ruego le decía al aire que se cuide porque tenía la información de que lo de la amenaza iba en serio.
Santiago simplemente se limitó a responder que no pararía y que en todo caso prefería la muerte física que la ética.
Horas después, terminado su programa radial Puertas Abiertas en la Radio Mburucuyá, Pedro Juan Caballero, Santiago Leguizamón se retiró del medio de comunicación para dirigirse a un almuerzo con colegas de la ciudad de Ponta Porá.
Se conmemoraba el Día del Periodista, en homenaje a la fundación del Paraguayo Independiente, el periódico que se publicara durante el gobierno de Carlos A. López.
Camino al almuerzo, un comando sicario lo interceptó con balas certeras que lo dejaron sin vida.
Fueron 30 balazos en total. Un claro mensaje de la mafia de que hasta en su día iban a matar a los periodistas que osaran denunciar.
El caso quedó en la impunidad. Si bien los autores materiales y morales fueron identificados, ninguno de ellos llegó a estar en prisión.
Es que tal como lo tenía previsto la mafia, no se iba a hacer ningún esfuerzo por esclarecer el caso por el control que tenían de las autoridades, no solo de la zona, sino a nivel nacional.
“Cabe indicar que en esa época la Policía tenía a su cargo la investigación de los hechos punibles”, explicó a ABC José Valiente, periodista, al recordar que la seguridad de los distintos puntos del país estaba a cargo de las delegaciones de gobierno.
Valiente, quien era abogado del Sindicato de Periodistas del Paraguay, señaló que desde Asunción tampoco se hizo mucho esfuerzo.
“El jefe de Policía de la Capital, Gral. Francisco Sánchez, declaró ante el juzgado que el presidente Rodríguez le ordenó enviar un grupo especial para investigar el caso y que fue designado el Crio. Víctor Cogliolo; sin embargo este agente nunca elevó su informe, muy por el contrario informó al Juzgado que solo acompañó las tareas de la policía departamental que estaba a cargo de la Delegación de Gobierno , en consecuencia, es dable suponer que no se hizo la investigación o no se quiere hacer conocer los datos recolectados”, refirió.
A esta altura todos los involucrados están muertos o desaparecidos, por lo que conocer el motivo que dio lugar a la orden de asesinato o castigar a los autores para honrar la memoria de Santiago son apenas expresiones de deseo.
Muertos y desaparecidos
Una de las aristas sobre el motivo por el cual asesinaron a Santiago Leguizamón fue la denuncia que salpicaba al clan Jamil.
En aquel entonces, Fahd Jamil era un hombre con mucho poder en la frontera Paraguay-Brasil.
Con Santiago Leguizamón convertido en una “piedra en el zapato” del clan Jamil, aparentemente Daniel Alvares Georges, hijo de Fahd, puso en marcha el plan para quitarse del camino al comunicador.
Con la supuesta ayuda de su primo Luiz Henrique Rodrigues Georges, “Danielito” planeó el acribillamiento de Santiago Leguizamón, que fue materializado el 26 de abril de 1991.
El crimen fue ejecutado por José Aparecido de Lima (alias Ze Lima), João Francisco Araulho (alias Tiro Certo ) y Braz Vas de Moura.
Sin embargo, luego de varios años, el primo de “Danielito” se presentó ante la justicia paraguaya, que llamativamente lo desvinculó de la causa, generando el repudio de varios sectores de la sociedad.
Fueron apenas dos horas de declaración ante el entonces juez Albino Aquino Amarilla.
De este modo, con los sicarios muertos y su primo sobreseído, Daniel Alvares Georges pasó a ser el único fugitivo por el asesinato de Santiago Leguizamón.
Aunque la justicia paraguaya, fuertemente influenciada por los dólares del narcotráfico, tampoco nunca se esmeró por solicitar la captura internacional del hijo de Fahd Jamil, quien operaba sin molestias en la frontera y periódicamente se paseaba por Pedro Juan Caballero.
Los rastros de los supuestos autores morales desaparecieron, pues mientras que Rodrigues Georges fue asesinado, Danielito está desaparecido hace cinco años.
De entre los sicarios, Bras Vas de Moura y Ze Lima fueron asesinados. Mientras que Tiro Zerto también está desaparecido.
En un principio la justicia paraguaya había ordenado la captura de 13 personas, pero luego la cantidad de supuestos involucrados se redujo a seis, de los cuales saltaron a la luz pública los cinco nombres citados.
Sin embargo, ninguno de ellos fue capturado. Si bien los autores materiales cayeron en manos de la Policía brasileña, jamás fueron procesados por el caso de Santiago.
En ese contexto la legislación brasileña fue el amparo de los sicarios para no ser extraditados.
Y ya no hubo la suficiente fuerza para abrir en el vecino país un proceso por el asesinato ocurrido en Paraguay.
Al entonces presidente Andrés Rodríguez le unía supuestamente una amistad con Jamil, por lo que poco se esperaba que haga para esclarecer el hecho.
Luego, sucesivamente los presidentes Juan Carlos Wasmosy, Nicanor Duarte Frutos, (quien también es periodista) y Raúl Cubas Grau prometían que no iba aquedar impune el hecho, pero todo seguía igual.
Tras asumir la presidencia, Fernando Lugo también aludió al caso: “No puede ser que un país que ha apostado por el cambio el 20 de abril siga con la misma impunidad”, dijo pero todo siguió igual. Más de lo mismo con Federico Franco y Horacio Cartes.
ocaceres@abc.com.py