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Los años 80 y 90 del siglo pasado fueron tal vez la época dorada en los estadios de fútbol. Papá, mamá, hijos y hasta abuelos iban todos juntos a ver a Cerro Porteño, Olimpia, Guaraní, Luqueño, Libertad o Nacional, por citar a los seis clubes de mayor arrastre del fútbol paraguayo.
Es cierto, antes también había algún que otro vándalo como los de ahora. Solo que ahora se multiplicaron por cientos o por miles.
Mi papá me recuerda siempre que antes los “proyectiles” más peligrosos que se usaban en las gradas eran las naranjas que se vendían adentro de los propios estadios.
Esas jugosas frutas hoy fueron remplazadas por las gaseosas o hasta por la famosa “leche”, como se la conoce a la cerveza.
Otro clásico en los estadios era que cuando el público detectaba a un desubicado, en los siguientes minutos, sí o sí, le “llovía” orín desde las gradas superiores. Así se corregía a los vándalos que querían destruir la fiesta del fútbol.
Los partidos entre Olimpia y Cerro Porteño siempre fueron de alto riesgo, como ahora. Pero no hay demasiados reportes de épocas pasadas sobre atentados a tiros contra colectivos que transportan a hinchas del otro equipo, como actualmente leemos casi cada fin de semana.
La peligrosa hondita, que era una de las armas más usadas por las barras bravas, fue sustituida ahora nada menos que por armas de fuego, ya sean pistolas o, mayormente, revólveres.
Lo que pasó el fin de semana anterior en el estadio Río Parapití del club 2 de Mayo, en Pedro Juan Caballero, simplemente resulta inconcebible e imperdonable.
Luego de varios años, Olimpia, uno de los grandes del Paraguay, volvió a Pedro Juan Caballero para mostrarse ante su público norteño en un partido oficial contra Sol de América.
Pero a los ocho minutos, la barra de Olimpia comenzó un dantesco enfrentamiento que dejó varios heridos de bala, apuñalados y contusos.
¡Sí, heridos de bala! Un delincuente disfrazado de hincha franjeado pudo introducir al estadio un revólver con el que atacó a sus “adversarios” cuando se desató la batalla campal. Pero cómo pudo meter un revólver, se preguntan todos. Bueno, esa ya es otra historia, que ya no vamos a poder remediar. Lo único que queda es instar a la Policía a que redoble los esfuerzos en los controles.
El posterior encarcelamiento de 42 de los vándalos, que quedaron depositados en dos cárceles de Emboscada y en el penal de Misiones, constituye ciertamente una medida ejemplificadora que ojalá haga recapacitar a muchos de los hinchas.
Además, hubo otro grupo de 265 integrantes de la hinchada organizada que quedaron libres tras cuatro días detenidos en Pedro Juan Caballero.
Pero estos últimos no la tendrían que sacar tan barata. Todos recibieron medidas alternativas a la prisión y prohibiciones como de asistir a un estadio de fútbol. Ahora, la pregunta es: ¿se va a cumplir esa disposición?
Justamente, la mayoría de los 42 que quedaron presos fue porque no respetaron la misma medida que ya tenían por otros enfrentamientos anteriores. Si queremos erradicar la violencia, la Policía y la Fiscalía deberían asegurarse ahora de que esos 265 que quedaron libres ya no entren a las canchas.
“El diálogo era la mejor salida”
El comisario general director retirado Wildo Acosta fue, durante varios años, uno de los policías más respetados por su trabajo con las barras bravas, especialmente cuando trabajaba en la comisaría 2ª de Asunción, que tiene a su cargo el resguardo del estadio de los Defensores del Chaco, y la comisaría 4ª Metropolitana, en cuya jurisdicción están las canchas de Cerro Porteño y Nacional, por ejemplo.
Luego de 14 años de pasar a retiro, Acosta contó en el programa Crimen y Castigo de ABC TV que “el diálogo era la mejor salida para estar bien con las barras bravas”.
El uniformado retirado opinó, además, que la propias sociedad está más violenta actualmente, lo que se refleja a su vez en la conducta de los hinchas organizados.
“Por supuesto, que también había mano dura. No podíamos permitir que hicieran lo que quisieran, pero siempre apelamos al diálogo. Así los manteníamos controlados”, refirió.
Por último, recordó que, una vez, para tratar de unir a los hinchas, organizó un partido de fútbol entre las barras de Cerro y Olimpia, y que él mismo fue el árbitro.