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No hace mucho Royg reclamó al jefe de prensa de una radio el hecho de que le preguntó al aire por una situación que el alto funcionario lo calificó como un caso particular. Tuvo su origen en una denuncia hecha a un medio de comunicación por la esposa de un asegurado que reclamaba que no le daban fecha para una cirugía del corazón, que había sido pospuesta en marzo.
En junio pasado el asegurado presentó una nota a la presidencia preguntando el motivo y nunca tuvo respuesta. En la entrevista radial el presidente de IPS demostró que no sabía absolutamente nada del tema. Es decir, la nota que presentó una “particular” nunca llegó a sus manos. Con ello demostró que lo que reclama el asegurado va a parar al cesto de alguna oficina.
El presidente del IPS es probable que esté saturado y hay que decirlo, con razón, por el manejo de una entidad muy compleja, con años y años de manejo desprolijo, deficitario y con una fuerte presión política del partido de Gobierno para destituirlo por no pertenecer a sus filas.
Pero eso no le da el derecho a menospreciar al asegurado que día a día padece de la falta de sala, de largas horas de espera de atención, de muchos días que tiene que esperar para lograr un turno y de la falta de medicamentos, entre otros ejemplos que a diario son denunciados.
Y sobre su ironía, no es cierto que la persona que está enferma llega y se le atiende. Sabe que ese paciente que aporta mensualmente parte de su sueldo tiene que esperar y hasta soportar la impertinencia de los funcionarios.
Es por este tipo de motivos que los sanatorios privados se están llenando de asegurados que pagan otro seguro por una atención digna.
El señor Royg debe entender que su trabajo está al servicio de cada asegurado y que debe diligenciar todas las medidas para la correcta atención y cubrir las necesidades.
Con ironías o malhumor no va a solucionar nada. En todo caso si eso le está provocando un estrés, por su propia salud debería tomar otro camino.
IPS tiene una deuda histórica con el asegurado y su obligación es empezar a honrarla, sin excusas, sin ironías.
ocaceres@abc.com.py