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El fuego se inició pasadas las 17:00 del miércoles 14 de octubre en un sector de la subestación donde se encontraban depositados unos 20.000 transformadores en desuso, que abarcaba un área de 5.500 metros cuadrados. Aparentemente, se debió a chispazos producidos por contactos entre los cables de transmisión de energía producidos por la fuerza del viento.
Los chispazos cayeron sobre los transformadores, que estaban en el suelo, y en un instante ardieron uno tras otro, en cadena, sin dar oportunidad a los funcionarios para reaccionar y tratar de detener las llamas. En menos de media hora, el fuego alcanzó proporciones descomunales, con una columna de humo negro y tóxico de hasta cien metros, lo que alarmó a todo los vecinos del barrio Laurelty de San Lorenzo.
El peligro del “askarel”
El pánico creció aun más cuando se filtró el dato de que los artefactos consumidos por las llamas podrían contener una sustancia denominada comercialmente “askarel” y cuyo uso justamente ya había sido restringido por su peligrosidad, especialmente después de un accidente ocurrido una década atrás en la represa de Acaray, departamento de Alto Paraná.
En un momento dado, los bomberos tuvieron que declarar emergencia general y sugirieron la evacuación de toda la compañía Laurelty, ante las posibles consecuencias de la propagación de la sustancia altamente tóxica.
La situación se descontroló por momentos, cuando se anunció que ya no había suficiente espuma para combatir el fuego, debido a que inicialmente la utilización del agua resultaba inútil. Solo después de más de cuatro horas de intenso combate desde una distancia no menor de 50 metros del foco de las llamas, los bomberos finalmente pudieron controlar el siniestro, fundamentalmente con los carros de espuma de los equipos de emergencia del aeropuerto “Silvio Pettirossi” y de Petropar.
A pesar de que los bomberos pudieron controlar el siniestros, los efectos de la inhalación del humo contaminado con sustancias altamente tóxicas dejaron secuelas en la salud de varias personas expuestas entre pobladores de la zona, bomberos, personal médico y periodistas.