Escandaloso robo de fusiles

El descarado robo de 42 fusiles de guerra, detectado en el cuartel del Departamento de Armas y Municiones de la Policía, en Capiatá, no puede ser castigado con simples traslados o destituciones. Los responsables merecen la cárcel. Ahora, esas armas vendidas en el mercado negro podrían ser usadas contra cualquiera de nosotros.

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“Maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo”, es una famosa frase atribuida a Simón Bolívar.

Pues bien. Es prácticamente lo mismo que hicieron los oficiales y suboficiales de la Policía Nacional de nuestro país involucrados en uno de los mayores escándalos de corrupción en la citada institución, y que fue detectado hace tres días.

Se trata del robo de 42 fusiles de guerra FAL calibre 7.62, que no solo desaparecieron de la sede del Departamento de Armas y Municiones, sino que para colmo fueron cambiados por réplicas de juguete.

Con esta acción, aunque no directamente, los agentes involucrados volvieron todas esas armas contra el pueblo, es decir, contra cualquiera de nosotros, porque vaya uno a saber dónde están los fusiles o en manos de quiénes terminaron.

Esos fusiles sustraídos son capaces de derribar hasta aeronaves. Cuestan unos 10.000 dólares cada uno en el mercado negro. En vez de ser usados para proteger a la ciudadanía, ahora estarán siendo empleados para cuidar a algún jefe mafioso o para atentar contra algún inocente.

El histórico robo múltiple fue descubierto luego de que las Fuerzas Armadas pidiera a la Policía Nacional un informe acerca del paradero de esas armas que figuran en el inventario militar, pero que les habían sido cedidas a los policías.

Resulta que tanto las Fuerzas Armadas como la Policía Nacional renovaron en los últimos años sus armamentos y estos fusiles FAL quedaron en desuso, lo que no quiere decir que ya no funcionen.

Como había comisarías y otros destacamentos policiales que carecían de armamentos potentes, los militares les entregaron en prenda estos fusiles FAL, que después fueron depositados en el cuartel de Armas y Municiones, en el kilómetro 21 de la Ruta 1, en Capiatá.

Lo más grave es que los efectivos que se quedaron con estos rifles de asalto creyeron que ya nadie los buscaría, pero por si acaso dejaron en lugar de ellos réplicas de juguete, de plástico y de madera, a los cuales incluso coloraron varios símbolos y números, como para hacer creer que se trataba de los números de series originales.

La pérdida de una pistola, hoy en día, en la Policía se castiga con un sumario y con devolución del mismo tipo de arma, que cuesta unos G. 10 millones. Aquí, se robaron 42 fusiles. Entonces, ¿cuál debería ser el castigo?

ileguizamon@abc.com.py

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