Es un Estado paralelo que ya tiene sus propias autoridades, su territorio propio y sus leyes, características básicas que hacen a la organización estatal.
Solo para tomar en cuenta, cuando hablo de leyes, no me refiero necesariamente a las escritas. La FARC en Colombia y otros grupos no las necesitan, como tampoco aquí el EPP.
Estas leyes existen y están vigentes. Se van diseminando por ciertas zonas de los departamentos de Concepción y de San Pedro.
Estas leyes funcionan como códigos de conducta. No son el resultado del debate ni del consentimiento del pueblo, como se da en la democracia constitucional.
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En este caso, sencillamente se imponen para ser acatadas por todos, dado que en lugar del juicio en que las partes exponen sus argumentos, rige el veredicto de la muerte para todo aquel contrario al grupo dominante.
Esta suposición no es una mera visión apocalíptica. A causa del EPP, conjuntamente con la desidia de los gobiernos, el miedo se encuentra instalado en aquellas importantes zonas del país. Miles de compatriotas y extranjeros sienten en carne propia la inseguridad, cientos de propiedades van desvalorizándose, millones de guaraníes se dejan de invertir. Los empleos que estaban ya no existen y los capitales huyen.
El resultado no es más que el empobrecimiento de una inmensa cantidad de jóvenes desencantados de sus propias autoridades, el caldo de cultivo perfecto para reclutar a los futuros militantes del EPP.
Los pobladores de estos lugares se percatan de que la tarea más importante de un Estado que consiste en dotar de tranquilidad en el resguardo de las vidas, propiedades y de administrar justicia, se va diluyendo con cada día que pasa.
El miedo y la incertidumbre provocados por los miembros del EPP no solo provoca la caída de la inversión en el campo. El EPP está diseñando su propia zona liberada para convertirla en un Estado paralelo al paraguayo, en un territorio fundado en sus propias leyes o códigos de conducta creados y controlados por los nuevos detentadores del poder real en la zona.
Del poder, de eso se trata. Y el EPP lo ejerce y expande. El poder implica coerción, dominio, la capacidad de obligar a alguien a hacer o no hacer algo, aun en contra de su voluntad. Podemos sintetizar diciendo que el poder es aquella capacidad de producir cambios significativos sobre las vidas de otras personas. Todavía más, si el poder en los sistemas democráticos impone castigos por medio de las penas establecidas en las legislaciones aprobadas en el proceso jurídico político, también el EPP hace uso de esta prerrogativa, pero bajo el designio del miedo y de la misma muerte.
Este es el proyecto del EPP. Está diseñando un Estado a su imagen y semejanza.
En este proyecto no cabe el disenso ni el debido proceso, ni la propiedad privada ni el mercado. Es un orden verticalista basado en el mando y la sumisión.
El Estado que está siendo construido por el EPP, por supuesto, no tiene nada de parecido con lo que llamamos Estado de Derecho y por el cual los paraguayos transitamos a duras penas, pero lo vamos haciendo.
Los paraguayos estamos aprendiendo que resulta demasiado costoso dejar que la autoridad imponga sus propios privilegios porque nos estamos convenciendo, de a poco, que resulta mucho más beneficioso hacer de la autoridad servidores del pueblo regidos por textos legales que se colocan por encima de todos los ciudadanos.
El Estado diseñado por el EPP es el de la clase dominante, el de la orden impartida, el que excluye y considera al individuo un objeto sacrificable si la revolución así lo exige. Estamos ante el diseño de un nuevo tipo de sociedad.
La intención es acabar con la sociedad libre que nos cuesta a los paraguayos edificar luego de años de dictaduras, a fin de imponer un modelo social supuestamente a favor de campesinos y pobres, un pretexto más bien para promover el resentimiento, el odio y la violencia, las mejores armas que tienen los autoritarios e intolerantes de todas las épocas.
El gobierno, es de esperar, debe contar con una estrategia, presupuesto y táctica con evaluación de los resultados en forma periódica, para desmantelar al EPP. El tiempo y las circunstancias están corriendo en contra de los habitantes de este país. Un Estado paralelo está surgiendo en las mismas entrañas del Paraguay.
* Decano de Currículum de UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalismo”.
