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Liz Teresita Arzamendia Ferreira (31), funcionaria de Senacsa, iba camino a su domicilio ubicado en el barrio Vista Alegre de Asunción la noche del 17 de junio de 2014, luego de una intensa jornada laboral. Eran cerca de las 18:00 y faltaban unos pocos metros para llegar a su destino, cuando en ese momento fue abordada por dos “motochorros” que la acecharon mientras caminaba sola por la calle López Decoud, cerca de su intersección Juan Boggino,
Uno de malvivientes bajó del biciclo y con un arma blanca en mano intimó a Liz Teresita Arzamendia a que entregue su cartera. De acuerdo a la investigación, la joven se resistió al asalto y se presume que hubo un forcejeo hasta que en un momento dado el maleante le aplicó tres mortales heridas a su víctima, quien cayó ensangrentada al suelo. Al mismo tiempo, le sacó la cartera en la que había un aparato celular y huyó con su cómplice, tras abordar el biciclo.
La funcionaria murió frente al portón de su casa y dejó huérfano a un niño de 6 años de edad.
El horrendo asesinato sacudió a la sociedad que pidió un esclarecimiento del deleznable crimen de la joven de 31 años. Con multitudinarias marchas, protestas, misas y homenajes póstumos reclamaron el inmediato esclarecimiento del caso y la captura de los responsables.
A partir de la materialización del crimen, intervinieron en las pesquisas del caso efectivos policiales de la división Homicidios del Departamento Investigación de Delitos, quienes aguardaron expectantes que uno de los criminales cometiera un error para localizar su escondite y capturarlos.
El rastreo del celular Samsung Pocket robado de la víctima condujo a los investigadores a localizar el teléfono móvil en una casa de reparaciones de Villa Elisa. El dueño del local les entregó el celular robado y reveló la identidad de quién se lo dio.
Contó que un joven identificado como Alejandro Nicolás González le llevó el aparato como para repararlo, pero ante la imposibilidad de recuperar completamente la capacidad operativa del teléfono, le vendió por 50.000 guaraníes. De esa manera, se deshizo de la principal evidencia incriminatoria
Mediante recursos técnicos, como el monitoreo del celular robado, llegaron hasta el domicilio de González, la pesquisa ya estaba cada vez más fortalecida.
Luego de una ardua investigación, la Policía dio finalmente con la identidad de los “motochorros” involucrados en el crimen de Liz Teresita Arzamendia.
Se trataba de Bartolomé Franco Leguizamón y Rodrigo Florentino Maciel Samudio. El primero era el conductor de la motocicleta mientras que el segundo (quien entonces contaba con 17 años de edad), fue quien atacó a la víctima y la asesinó a puñaladas.
Tras su captura, ambos fueron enjuiciados por el crimen. Bartolomé Franco Leguizamón recibió una condena de 26 años de cárcel, mientras que Rodrigo Florentino Maciel Samudio se salvó de una pena mayor y fue sentenciado a ocho años, porque cometió el crimen cuando era menor de edad. Sin embargo recientemente lo liberaron al comprobarse que la fiscalía obvió realizar el estudio psicosocial.
Alejandro Nicolás González recibió una pena de tres años de prisión por reducción.
cazenave@abc.com.py