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El ingreso del crack masivo al país fue detectado en el 2007 por los organismos de seguridad y en corto tiempo se convirtió en la droga más consumida en el país, generando un sinnúmero de daños colaterales como el aumento de la criminalidad, destrucción de familias y el hacinamiento en casi todas las penitenciarías de la República.
Pese a ello, la única institución estatal destinada para desintoxicación de los afectados es el Centro de Adicciones, que funciona sobre la avenida Venezuela de la capital, al lado del Hospital Neurosiquiátrico.
Esta institución solo cuenta con 20 camas para jóvenes e igual cantidad para los adultos, para 20 día de internación, que es el tiempo destinado para la desintoxicación. Sin embargo, no hay ningún lugar legalmente habilitado por el Ministerio de Salud para los tratamientos de la adicción que puede durar entre uno y dos años y son extremadamente costosos. De acuerdo a las fuentes, los centros privados de rehabilitación o Centros Terapéuticos, que están inscriptos en la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) cobran hasta G. 8.000.000 al mes por cada paciente.
Las iglesias cristianas apoyadas por organizaciones civiles son las que más han trabajado para intentar ayudar a las personas afectadas por la enfermedad de la adicción, pero al no contar con un lugar para internación, el trabajo que realizan es netamente paliativo, ya que los pacientes recaen en el vicio en el momento en que regresan a sus comunidades, donde están en contacto permanente con los distribuidores y otros adictos, explicaron.
Un dato no menor que fue confirmado por las actuales autoridades del Centro Educativo Itauguá es que el 95% de todos los menores infractores que están recluidos en el sitio son adictos y la mayoría de ellos son reincidentes. Ya que el Estado no cuenta con una institución que haga un seguimiento a los adolescentes que ingresan al lugar con la problemática de la adicción y al recuperar su libertad lo primero que hacen es volver a delinquir para adquirir la droga y el joven termina en un circulo vicioso que más tarde o más temprano lo lleva a la muerte.
En la parte preventiva
Por otra parte, en el aspecto preventivo la situación no es nada alentador, los trabajos desplegados por los organismos de seguridad tanto de la Policía Nacional como de la Senad para desmantelar los centros de distribución de esta sustancia son mínimos. Una fuente de la Policía confirmó recientemente que el verdadero problema está en el Ministerio Público, los fiscales se muestran muy renuentes en solicitar los allanamientos para casos de microtráfico, hubo muchos trabajos de inteligencia y detección de puntos de venta de drogas en Asunción que quedaron sin resultado debido a que no se lograron conseguir las órdenes de allanamientos, según explicó.
Mientras tanto, pandillas antagónicas que operan en los barrios marginales de la capital, especialmente en el Bañado Sur, se enfrentan a tiros entre ellos y con la Policía por obtener el control de la distribución de la drogas en esos puntos habitados por la población más vulnerable de la sociedad. La semana pasada fue desbaratada parte de una banda que ya había tomado un sector del Mercado Central de Abasto como territorio propio para la venta y consumo de drogas.