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Luis Alberto Lindstron Picco, de 63 años, conducía su camioneta Toyota Hilux en un camino interno de la estancia “Paso Itá” de Tacuatí, norte del departamento de San Pedro, cuando fue emboscado por al menos cuatro presuntos miembros del EPP.
Según los peones, el exintendente de Tacuatí, como todos los días, fue a llevar en su vehículo a un campamento a uno de sus trabajadores e incluso se detuvo en la caseta para hablar por algunos minutos con los otros empleados. Tras despedirse, se dispuso a retomar su camino como para salir hacia Tacuatí y llegó a cruzarse en ese momento con una patrullera de la División Táctica Rural (Ditar), que solía custodiar a sus trabajadores durante la limpieza del monte.
Sin embargo, a solo cien metros de haberse cruzado con los uniformados, Lindstron fue interceptado por los atacantes, quienes se colocaron en medio del camino, frente a la camioneta, y comenzaron a disparar. A consecuencia de los tiros de ametralladoras y escopetas, el hacendado perdió el control de su rodado y fue a chocar contra un árbol. Luego, los maleantes corrieron hasta donde se quedó varado el vehículo y volvieron a asestarle un “tiro de gracia” en la cabeza, con una escopeta.
El ataque terrorista fue prácticamente presenciado por los efectivos policiales, quienes sin embargo no pudieron reaccionar a tiempo, ya que debieron maniobrar para retornar hacia donde ocurrió la emboscada. Para cuando llegaron a la escena del crimen, los captores ya se habían escondido de vuelta en el monte.
Luis Alberto Lindstron fue víctima de un secuestro perpetrado el 31 de julio de 2008 por el EPP, que lo mantuvo en cautiverio por 43 días. Sus captores lo liberaron el 9 de setiembre de 2008, después de que sus familiares pagaran por su rescate la suma de 130.000 dólares.
Exigencias no cumplidas
Transcurridos un mes y diez días del atentado que mató al productor agropecuario, nueva revelaciones surgieron en el marco de la investigación iniciada en torno al crimen.
El capataz de la estancia “Don Eduardo” de Tacuatí, Adrián Zorrilla Otaño, fue atacado la tarde del 10 de julio por integrantes del EPP y reconoció a Osvaldo Villalba y Alejandro Ramos, como los cabecillas del grupo armado.
El trabajador declaró que los secuestradores le confirmaron que mataron a Luis Lindstron porque “desobedeció” las exigencias de ellos y porque “no respetó las leyes revolucionarias” que le impusieron antes del día de su liberación
“Nuestros francotiradores mataron a Lindstron porque no cumplió con nosotros, nos desobedeció, y el castigo por no respetar nuestras leyes revolucionarias es la muerte”, supuestamente le dijo Alejandro Ramos Morel.
“Le advertimos a Lindstron que suspendiera el desmonte, pero no nos hizo caso. Él echaba los árboles para producir madera en su aserradero, y eso está prohibido por el EPP”, añadió.
Sus hermanos coincidieron que desde el momento de su liberación, Lindstron nunca más fue completamente libre, ya que estuvo permanentemente amenazado por los integrantes de la banda armada.
La situación llegó al extremo, que cuando la Policía recuperó 28.000 dólares que formaron parte del rescate, de la casa de Alejandro Ramos Morel, el mismo Lindstron tuvo que devolver la plata a los captores, tras una serie de amenazas.
cazenave@abc.com.py