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Resulta que el comisario Acosta era, tal vez, el policía que más conocía sobre el EPP.
Durante la última década, trabajó casi con exclusividad en la lucha contra la banda armada.
Fue el responsable de la oficina regional de Antisecuestro en Concepción y después, ya como subjefe de dicha unidad policial, sus responsabilidades en este ámbito se incrementaron.
Acosta era el principal encargado de la recolección de información contra el EPP por medio de los famosos trabajos de inteligencia.
Es decir, era el que captaba a los informantes que suministraban los datos sobre los secuestradores.
Su muerte se produjo, de hecho, mientras ocupaba el cargo de subjefe de Antisecuestro, en un tiroteo con una banda que días antes había cobrado 50.000 reales de rescate por un sojero paraguayo y su capataz.
Quién diría, no. Tantos años combatiendo al EPP y, al final, Acosta murió en una balacera contra delincuentes comunes.
Pero así es la carrera policial. Un efectivo nunca sabe si volverá a casa a ver a su familia.
Además de la dolorosa pérdida para su esposa (también comisario) y sus tres hijos, la Policía perdió a uno de sus mejores hombres en el Norte del país.
Es cierto, tal vez Rufino Acosta solo no iba a acabar con el EPP. Pero, me consta, era uno de los principales responsables de los golpes más significativos que se propinaron a la gavilla y también de que la agrupación terrorista no se haya expandido como se temía que podría ocurrir.
Muchos de sus compañeros y funcionarios de la Fiscalía que trabajaron con él dijeron que Rufino Acosta se llevó consigo varios secretos sobre el EPP, como por ejemplo los detalles del cautiverio y la liberación de Arlan Fick.
El emocionante discurso que dio el general Héctor Grau en el sepelio del comisario Rufino Acosta, en el cementerio de Guarambaré, hizo entender a muchos que al parecer por fin los policías y militares estaban trabajando coordinadamente en el Norte, donde ambas fuerzas acumulan hasta ahora más fracasos que éxitos desde la creación de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), de la cual precisamente Grau es el responsable.
Es que el trabajo que hacía el comisario Acosta con sus subalternos era vital para Grau y su equipo: juntar información para localizar y atacar a los terroristas. Ahora, en homenaje al asesinado, la Fuerza de Tarea Conjunta tiene la obligación de acabar de una vez por todas con los criminales norteños, para que la muerte de Acosta y de varios otros uniformados caídos en esta misión no resulten en vano.
ileguizamon@abc.com.py