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PRECISIONES CONCEPTUALES
Algunos textos señalan que “La competencia desleal, también llamada comportamiento anticompetitivo, son las prácticas en teoría contrarias a los usos honestos en materia de industria y de comercio. Se refiere a todas aquellas actividades de dudosa honestidad (sin necesariamente cometer un delito de fraude) que puede realizar un fabricante o vendedor para aumentar su cuota de mercado, eliminar competencia, etc. Es decir, significa saltarse las reglas y dejar a un lado la honestidad en una competición”. El concepto es plenamente aplicable a la prestación de servicios profesionales como sería el caso del ejercicio de la abogacía.
Entre las prácticas de competencia desleal tenemos: “ 1. Dumping de precios: vender a un precio inferior al coste del producto; 2. Engaño: hacer creer a los compradores que el producto tiene un precio diferente al real; 3. Denigración: difundir información falsa sobre los productos de los competidores, o publicar comparativas no relevantes. Según el país la protección contra esta figura es mayor o menor. En Estados Unidos se permiten las comparativas en mayor medida que en Europa; 4. Confusión: buscar parecerse a un competidor para que el consumidor compre tus productos en vez de los del competidor. Es muy frecuente usar para él marcas o diseños parecidos; 5. Dependencia económica: exigir condiciones leoninas al proveedor cuando se le compra casi toda su producción. Dado que el proveedor depende de estas ventas para la existencia de la empresa, tendría que aceptarlas; 6. Desviación de la clientela y explotación de la reputación ajena son otros tipos de actos de competencia desleal” (Fuente: Wikipedia)
CRISIS Y MÁS CRISIS
Nuestra profesión –la de abogados– hace rato pasa por una crisis importante que incluye, entre otras cuestiones dignas de considerar, una deficiente enseñanza universitaria con docentes a tiempo residual en TODOS los centros de enseñanza –públicos o privados– sin excepción; el hecho de que un cuerpo docente no exclusivo sea responsable de la formación de un futuro profesional es una grave falencia y la consecuencia es simple: una formación académica mediocre.
A este problema podemos sumar otros aún más preocupantes como lo son las universidades de “garaje”, la venta de títulos universitarios, el descontrol que se escuda en la mal llamada “autonomía universitaria” etc.
Para ejercer una profesión de la cual dependen LA LIBERTAD, LOS BIENES Y EL PATRIMONIO AFECTIVO DE LOS CIUDADANOS (en el caso de los juicios relacionados con menores) poco favor le han hecho nuestras autoridades y el propio gremio de abogados para establecer reglas claras que regulen el ejercicio de esta profesión.
No podemos olvidar que prácticamente no se necesita ningún tipo de prueba de destreza o pasantía para ejercer el derecho; basta tener el cartón de egreso de una universidad por más kelembu que sea para estar dentro del “mercado comercial” y poder prestar el servicio.
En este escenario la Corte Suprema de Justicia se limita a fijar una fecha y tomar “juramento o promesa” a los egresados, dirigir un discurso corto e hipócrita y asignarle a la matrícula un número: cumpliendo esta nimiedad un abogado ya tiene licencia para tomar todo tipo de casos: civiles, penales, laborales, futbolísticos, domésticos etc. etc. etc. Actualmente somos alrededor de 40.000 abogados, es demasiado.
EXPERIENCIAS DE BRASIL Y FRANCIA
En Brasil, me contaban colegas de la Orden de Abogados (OAB), que para ejercer la profesión se debe rendir un examen estricto y con parámetros de perfección que garantizan a la sociedad en el caso de contratar los servicios de un abogado: la excelencia absoluta.
La universidad solo te da el título de “Egresado de la Facultad de Derecho”; prepararse para rendir el examen toma, al menos, dos años.
Del 100% de egresados solamente entre el 5% y el 8% pasa el examen, obtiene la matrícula y con ello la posibilidad de ejercer la profesión; en este país uno puede tomar el examen hasta aprobarlo. En Francia el sistema de otorgamiento de la licencia o matrícula de abogado es similar al Brasil con la diferencia que el examen se puede rendir únicamente 2 (dos) veces y de no aprobarlo ya no se podrá obtener la matrícula de abogado.
LOS ABOGADOS GRATIS – DESCUENTOS DEL 50% DE HONORARIOS PROFESIONALES: ¡Cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía!
La calle está difícil, con la superpoblación de abogados y la posibilidad de convertirte en uno de ellos en un santiamén, sin pisar una universidad, ni estudiar, ni esforzarte hace que sea una profesión muy elegida.
El mito de que “el abogado tiene plata” torna aún más seductora esta carrera. A esto le debemos sumar la corrupción endémica que padece nuestro Poder Judicial que convierte a la idoneidad en un requisito casi secundario.
En estos días varios medios de comunicación difundían la noticia (propaganda) de una empresa que ofrecía servicios de Asesoría Jurídica las 24 horas del día: las consultas gratis son ilimitadas y suscribiéndose por G. 25.000 se obtiene un descuento automático del 50% de los honorarios profesionales, es decir, si un divorcio está tasado por la Ley de Honorarios Profesionales en G. 5.000.000 ellos lo hacen por G. 2.500.000.
Esta práctica de “captación de clientes” constituye, a mi criterio, una competencia desleal, además, prostituye el ejercicio de nuestra profesión.
Me contaba un sobrino que se recibió de odontólogo en Pedro Juan Caballero que había demasiados profesionales de esta carrera con relación a los potenciales pacientes, lo cual hizo que muchos colegas suyos bajen sus honorarios hasta lo absurdo, algunos desesperados por formar una clientela empezaron a cobrar 25.000 guaraníes por una extracción: obviamente los profesionales dignos se retiraron del mercado laboral y se dedican a otra cosa, puesto que, con esos precios es imposible ofrecer un servicio de calidad.
Hoy se nos presenta una nueva dificultad que nos confronta con la ética, con la dignidad, con el sistema y la estructura judicial que no permiten manejar los irracionales precios de cuasi gratuidad y al mismo tiempo pretender que el servicio sea eficiente, honesto, dinámico.
Concluyo: consultas gratis, descuentos por suscripciones de 25.000 guaraníes, 24 horas fungiendo de asesor jurídico, psicológico y espiritual...¡Por favor! Cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía. ¿Haremos algo? ¿O seguirá la joda?
* Presidenta de la Coordinadora de Abogados del Paraguay