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Gilda María Stella Vargas, de 59 años y propietaria de un local gastronómico de la capital, se encontraba esa noche en su residencia situada en la fracción Colinas del Yacht, de Lambaré, cuando sorpresivamente fue abordada y reducida por los miembros de una banda internacional de secuestradores que hace un tiempo operaba en el país y había perpetrado golpes similares.
Se trataba de la gavilla dirigida por el argentino Ricardo Carro Córdoba, que también integraban Néstor Horacio Barzuck, José Rodolfo Lohrmann, alias “Ruso”, José Horacio Maidana, alias “Potrillo” y Gustavo Javier Ronco, alias “El Cordobés”.
El grupo delictivo contaba también con varios contactos paraguayos que les brindaban informaciones para cada plagio que planeaban concretar; en el caso de Gilda, contaron con la complicidad del exjardinero de la víctima, Pablo Duarte Vera, y de Robert Rafael Sanabria Arce, un exguardia privado asignado a su custodia.
Al día siguiente, Gilda María Ayala Vargas, la hija mayor de la empresaria, recibió una llamada de su madre en su celular y le confirmó que estaba secuestrada, según la declaración que brindó durante el juicio oral y público. Asesorada después por el israelí Darío Karmel, experto en temas en secuestro, recibió otra llamada el 30 de agosto, ocasión en que la víctima le advirtió que el jardinero y el guardia estaban implicados.
El 2 de setiembre los captores se pusieron en contacto con los hijos de la víctima y les dejaron hablar con ella, antes de negociar su liberación. Fue la última señal de vida.
El rescate se pagó en dos ocasiones: la primera fue el 3 de setiembre en San Antonio, donde uno de sus hijos dejó 37.200 dólares en un bolso, pero el dinero se perdió y se presume que en manos de pescadores o de agentes policiales ligados al rastrillaje. La segunda, consistente en 27.000 dólares, se efectuó cuatro días más tarde en el Yacht y Golf Club.
Al fracasar las negociaciones y como Gilda aún no había sido liberada, la Policía inició un intenso rastrillaje en la zona de San Antonio, a la que se sumaron familiares y demás allegados con la esperanza de rescatar a la víctima y detener a los plagiadores.
Captura y proceso de involucrados
La investigación a cargo del recién creado Departamento Antisecuestro de Personas de la Policía Nacional arrojó sus primeros resultados con la detención del jardinero Pablo Duarte Vera y el guardia Robert Sanabria Arce.
Ambos fueron procesados por el plagio, pero el 23 de noviembre de 2005, el custodio fue ultimado de diez puñaladas al ser atacado en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú. Pablo Duarte Vera fue condenado a seis años de prisión por el secuestro en 2006, pero recuperó su libertad el 8 de julio de 2008 por buena conducta.
En cuanto a los “cabecillas” de la banda, Néstor Horacio Barzuck fue detenido el 16 de noviembre en 2003 Misiones (Argentina) y condenado por el plagio del argentino Christians Schaerer, ocurrido en 2003 en Corrientes.
Mientras la Policía andaba aún tras los demás integrantes, la banda volvió a dar señales de vida al secuestrar al ganadero Sebastián Llano el 24 de junio de 2004. El productor fue liberado tres días después, tras el pago de 170.000 dólares.
El rastreo a la gavilla quedó en la nebulosa hasta que Carro Córdoba fue atrapado en Corrientes (Argentina) en octubre de 2004. Su captura supuso el fin del grupo, pero Lohrmann y Maidana huyeron a Europa y no se supo nada de ellos hasta que el 3 de febrero de 2017 cayeron en Portugal, tras un intento de robo callejero.
Los restos de Gilda Stella Vargas finalmente fueron hallados el 21 de febrero de 2011 en una fosa cavada en un terreno de San Antonio.
cazenave@abc.com.py