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Tomamos como ejemplo el caso del exdirector de Itaipú José Sánchez Tillería, que pretende una indemnización de G. 7.000.000.000 por dejar el cargo, a lo que se sumarán G. 50 millones mensuales en concepto de jubilación.
Paradójicamente este beneficio, producto de un contrato colectivo beneficioso que da la espalda a la sociedad, será justo para quien está bajo la lupa por la redacción de un acta bilateral de Itaipú calificada de entreguista.
Otro ejemplo, siempre en el rubro de las binacionales energéticas y (ahí entra también Yacyretá) utilizan los fondos para los operadores políticos, para los familiares de los poderes de turno, para silenciar a un sector de la prensa o con un neto fin electoral.
Se utiliza para cualquier cosa, menos para proyectar y asegurar el servicio de energía eléctrica, con sus consecuentes beneficios.
Un tercer ejemplo tiene que ver con la jubilación vip de los parlamentarios.
En diez años, los legisladores ya pueden disfrutar del beneficio de la jubilación, mientras el “común” tiene una proporción de 30 años de trabajo, que no se compadece con la edad porque para que se acceda a ese derecho debe cumplir los 60 años.
Es vergonzoso que una persona, como el caso de Sánchez, se lleve esa cantidad de dinero o que las binacionales hagan vito con el dinero. Esto solo revela el manejo arbitrario y discrecional de los fondos de Itaipú por parte de un grupo de poder de turno que se burla de la ciudadanía y atenta contra el desarrollo de este golpeado país.
Es insultante que un grupo de legisladores se autoasigne privilegios, mientras en la calle se hable de la falta de presupuesto para maestros y en los hospitales se reclame la falta de insumos para atender dignamente a la gente.
No existe el sentido de igualdad que consagra la Constitución Nacional simplemente porque hace años hay una casta de privilegiados enquistada en los partidos tradicionales ANR y PLRA (mayor responsabilidad tiene el Colorado por el tiempo que lleva en el poder), pero que cuenta con la complacencia de nuevos sectores políticos, disfrazados de opositores que quieren saborear las mieles del poder.
Por supuesto, en esto no podemos incluir a todos los políticos de ninguno de los partidos, pero el daño que se comete es tan grande que todos resultan salpicados.
La desigualdad es producto de un sistema de corrupción que deriva de una ingeniería que lleva a caminos sin salidas, en el cual quedamos atrapados.
Un laberinto que propicia el prebendarismo y que mantiene cautivo a un electorado que se resiste al cambio por desconocer lo que vendrá y al que no le importa que pasará con aquel que no esté inmerso en ese sistema.
Eliminar estos privilegios antipatriotas, “caiga quien caiga”, es una absoluta necesidad y debe ser traducida no solo en las redes sociales, sino en las calles y finalmente a la hora de votar.
Pasividad
Se reclama que la gente no acompaña las movilizaciones. Pero ello no ocurrirá hasta que los que impulsen la protesta demuestren que hay un interés genuino y no una agenda oculta .